El violonchelista - Paul Gauguin
No deja
de resultar sorprendente la relativa escasez de literatura musical para un
instrumento tan sensacional como el Violonchelo, reconocido por la calidez de
sus agudos, la riqueza y plenitud de sus notas bajas, la variedad de sus modos
expresivos o la enorme extensión e igualdad de su registro sonoro.
Una de
las obras cimeras, si bien no la primera para el instrumento en solista, lleva
la firma de Johann Sebastian Bach: las Seis Suites para Violonchelo Solo BWV
1007-1012. Olvidadas durante años, tras la muerte del compositor, es al gran
Pau Casals a quien debemos su recuperación moderna y el ya consolidado puesto
preponderante e incluso desafiante para cualquier intérprete de violonchelo;
también para cualquier enamorado del sonido de dicho instrumento.
Se cree
que fueron compuestas durante la estancia de nuestro maestro en la corte de
Cöthen, con dos de los violonchelistas de la orquesta de dicha corte en mente:
Bernard Linigke y Karl Ferdinand Abel. Y digo “se cree” pues no nos ha llegado
manuscrito autógrafo de Bach.
Dichas
Suites, como indica su nombre, son una sucesión de danzas en distintas
expresividades, Gigue, Sarabande, Courante, Bourrée, Menuet, Alemande, Gavotte,
… precedidas por un amplio Preludio. Es precisamente en dichos Preludios donde
reside gran parte de las cualidades musicales más destacables y complejas de la
escritura bachiana; también su gran profundidad. No siendo, en conjunto, una obra en exceso complicada para
un ejecutante avezado, sí logra revisar gran parte de la sonoridad instrumental
y repasar un amplio catálogo de modos expresivos.
Más sorprendente resulta conocer que la Sexta Suite BWV 1012 en Re Mayor, fue
escrita para un instrumento de cinco cuerdas. Todavía hoy no se sabe si un Violonchelo
Piccolo de cinco cuerdas, una Viola Pomposa, un Violonchelo normal con cuerda
adicional, o cualquier otro engendro museístico perteneciente al destinatario
de tan extraña composición. Su sonoridad, más aguda, aporta nuevo valor y
variedad al conjunto de Suites, y su Preludio es un fascinante ejemplo señero
de toda la Belleza del mundo: la de JS Bach y un Violonchelo Solo.
(vídeo Barbebleuei)
7 comentarios:
una obra hipnótica, creo que escuchándola con los ojos cerrados se puede levitar...
un abrazo barbazul, gracias por este regalo
Y una extraordinaria pintura.
Gracias también por ella.
¡Buena semana!
levitar, un verbo muy apropiado.
un abrazo, pfp
A tal señor, tal honor!
Buena semana, Mara
Barbe,
Con Bach me abruman las contradiccions pero entiendo que es estratosférico. Se trata de darle un adjetivo superior. Me gusta oírle en recintes sagrados, me gustan sus pasiones y cantates. Y me encanta su salmo sobre el sublime "Stabat Mater" del joven y delicado y malogtrado Pergolesi.
Petons!
¡Uy! El Gauguin es magnífico. Diría que es el mismo pintor con sus rasgos peruanos.
Fíjate, Glòria, que el viejo Bach es el único compositor del cual me gusta todo, absolutamente todo; lo he escuchado.
Bicos!
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