sábado, 28 de enero de 2012

KrautRock

(Alemania, un siglo después de Schumann)
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Con ese despectivo nombre denominaron los británicos a la fértil e imaginativa escena rock de principios de los setenta, en la conocida por entonces como República Federal de Alemania; nosotros no íbamos más allá de llamarle Rock Alemán. La gran influencia anglosajona, incluso cantaban en inglés, cosechaba los primeros frutos autóctonos de la juventud post-Reich, y lo hacía a lo grande, cualitativa y cuantitativamente.
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Pese a la amplitud de propuestas, además de la coincidencia en tiempo y espacio, se pueden rastrear en muchos de los grupos influencias comunes, explícitas o no, que van desde Stockhausen hasta la cultura psicodélica post-hippie, pasando por la Velvet Underground, el free-jazz, las vanguardias clásicas o el etnicismo sonoro más exótico, para dar un impulso potente y mucho lustre al Rock Progresivo con fuerte dosis de experimentación.
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Por motivos didácticos, siempre erróneos y de líneas difusas, distinguiría una línea o escuela Planeadora o Cósmica, basada en sintetizadores, muy atmosférica, liderada por grupos de la talla de los nebulosos Tangerine Dream, Ash Ra Tempel, los industriales Kraftwerk o los místicos Popol Vuh (autores de bandas sonoras de algunos de los mejores films de Werner Herzog, Nosferatu, Aguirre, Fitzcarraldo) Su legado provocó la explosión de la música electrónica, el Ambient y la New Age.
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Por otro carril, paralelo, una tendencia más rock, potentemente rítmica y mucho más interesante para mi gusto, de algún modo seminal para la aparición del punk; su origen puede encontrarse en el grupo NEU! y los representantes más destacados para quien suscribe son:
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AMON DÜÜL II: nacidos artísticamente en la comuna Amon Düül de Munich, supusieron la evolución dospuntocero, o sea profesional, de la faceta musical de dicho enclave artístico, alejados de veleidades políticas. Con el multiinstrumentista C. Karrer (guitarra, violín, saxos, voz) al frente y una vocalista con ínfulas líricas Renate Knaup, el grupo fue enormemente libre en su aspecto creativo; de amplia paleta instrumental se movían a sus anchas en las largas improvisaciones saturadas de toda la variedad de influencias imaginables. Para valorarlos escuchemos dos ejemplos de su magnífico segundo y doble álbum YETI (1970):
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Sandoz in the Rain: improvisación de aromas exóticos entre flauta y violín.
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(vídeo krautfranz)
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No se engañen con el ejemplo anterior, también tenían su lado salvaje:
Arcangels Thunderbird: potentes riffs de ambiente siniestro
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(vídeo estepedeamigos)
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CAN: (Comunismo, Anarquismo, Nihilismo) posiblemente los mejores, mucho más creativos e imaginativos, su influencia llega hasta nuestros días entre los grupos más rompedores, en especial en la propuesta world music. Con una formación muy sólida de miembros provenientes de distintas escuelas musicales: clásica, jazz, rock, y un vocalista japonés en sus mejores tiempos, construyeron auténticos rascacielos sonoros basados en un concepto rítmico muy rico e inteligente, gracias a una base rítmica brutal Czukai/Liebezeit (bajo/batería), en un ambiente psicodélico. Con el tiempo fueron derivando hacia propuestas más atmosféricas, pero todavía disfrutamos de su doble elepé TAGO MAGO (1971)
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Oh Yeah: un tema que comienza en viaje cósmico para terminar en una danza tribal
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(vídeo KERAKAO)
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Y de su fenomenal EGE BAMYASI (1972)
One More Night: un perfecto tema cánido.

(vídeo GilmoursAngst)

sábado, 21 de enero de 2012

Adagio espressivo (y romántico)

No he podido evitarlo. Una semana más sigo atrapado por Robert Schumann, un compositor que desde fundamentos clásicos encarna el paradigma romántico, en vida y obra, e incluso mira hacia el futuro, hacia la modernidad, con atrevimiento y lucidez.

Y así, pensando, valorando, llego a su Sinfonía en Do mayor (en C de Clara) op 61. Estamos en Dresde en 1845, donde Schumann está saliendo de su primera gran crisis, con fuerza y determinación. Una música de convalecencia, en cuyo cuarto y último movimiento el músico afirma “sentirse renacer”

Esta su segunda Sinfonía, en realidad la tercera en ser compuesta, si bien se asienta en estructuras clásicas, con guiños evidentes a Beethoven (especialmente en los movimientos extremos) su alma y carácter giran en torno a su fenomenal Adagio. Un movimiento portentoso, bellísimo, de una intensidad descomunal, y un tema melódico que hace realidad el concepto del gran Tema al que hace referencia Eugenio Trías.

Este Adagio espressivo es hondamente romántico, apelativo, cautivador por la melancolía serena de su melodía principal que es presentada en las cuerdas y que toma color en la madera del oboe. Y en cuyo desarrollo, dulcemente fluido, alcanza en dos ocasiones el clímax tensional con una intensidad casi religiosa de los violines, dejando hueco, en medio, para un delicado fugato, homenaje al gran Bach.

Escuchemos este tercer movimiento en la siempre irresistible cuerda de la Filarmónica de Viena dirigida en esta ocasión por Leonard Bernstein:


(vídeo Barbebleuei)

Uno de los adagios sinfónicos más excitantemente hermosos...

viernes, 13 de enero de 2012

momentos Schumann

Existen momentos en los cuales
Los humores del corazón
Inundan las sinapsis neuronales
Impulsando averías eléctricas
Que apagan nuestro raciocinio
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En el oscuro clímax, las tensiones
Son liberadas por rebosamiento
En las compuertas lacrimales
Creando gotitas saladas
Elegantes y luminosas
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Con molicie y vanidad
Descienden los pómulos
Para acogerse tras la comisura
Y fertilizar el paladar blando,
En re menor
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En su efímero trayecto
Van reiniciando el sistema
Dejando un vestigio de felicidad
En la piel del corazón
Y un rastro de demencia en los ojos
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Esos son los momentos Schumann
Robert Schumman y su piano, moderno
El Colapso fundido a negro
La Locura y el Deseo
La Electricidad y la Sal

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Robert Schumann: Fantasía en Do op17 -tercer tiempo- Lento sostenuto
“Todos los sonidos que resuenan
en el multicolor sueño de la Tierra,
contienen un sonido muy suave
para quien lo escuche secretamente.”
(Friedrich Schlegel)

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(video violim)
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por favor, no se las sequen…

sábado, 7 de enero de 2012

Zemlinsky (y VIII): "KLEIDER machen LEUTE"

Terminamos la revisión del opus lírico de Zemlinsky con su ópera cómica Kleider machen Leute (traducido libremente como El hábito hace al Monje), cuya primera versión en tres actos fue completada en 1909; la segunda, en dos actos y un prólogo, fue concluida y estrenada en 1910 en la Volksoper de Viena, siendo revisada en 1922.

El libreto de Leo Feld está basado en la exitosa novela de Gottfried Keller, fechada en 1874 que cosechó parabienes del mismísimo Hofmannsthal quien glosó su limpieza narrativa y su hechura clásica.

La obra recoge el equilibrio del teatro mozartiano y la elegancia vienesa finisecular, en el estilo del Rosenkavalier straussiano. Sin llegar al nivel de la obra maestra de Richard Strauss, Zemlinsky permanece fiel a su extraordinario refinamiento orquestal, de escritura compacta, maestra en armonía y de amplio despliegue melódico; partitura rica en ritmo vivo y en melodía conmovedora.

La elegancia en el tratamiento de las escenas corales, el rigor constructivo, la suavidad narrativa, el fluido discurso, la perfección en las partes, aportan el clasicismo mozartiano que late detrás de la cuarta ópera de Zemlinsky.

El prólogo nos presenta al joven aprendiz de sastre Wenzel Strapinski dirigiéndose a la vecina ciudad de Goldach en busca de trabajo, vestido como un gran caballero. Se abre el Acto primero tras un evocador interludio:


Un misterioro cochero le conduce al hotel Zur Wage donde es recibido como un gran señor, más aún cuando, en pleno juego de equívocos, llega a ser presentado como Duque. Allí conoce a Nettchen, hija del magistrado de la ciudad, enamorándose inmediatamente ambos jóvenes. La confusión y los malentendidos continúan hasta que el antiguo pretendiente de la joven, Melcher Boehni desenmascara al aprendiz. Éste huye de la ciudad para no decepcionar a su novia, pero es seguido y rescatado por Nettchen, quien conoce su situación, y valora su bonhomía. Finalmente ambos jóvenes se casan, abriendo una sastrería de éxito que con el tiempo trasladarán a Golbach...

Strapinski... Hermann Winkler
Nettchen... Edith Mathis
Coro y Orquesta de la Ópera de Zurich
Ralf Weikert
Pabellón Secesión Viena -JM Olbrich-
(vídeos Barbebleuei)

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Sensacional Zemlinsky, Formidable Viena de entresiglos...

domingo, 1 de enero de 2012

Pet Sounds

Cuenta Brian Wilson, alma compositora de los Beach Boys, que la publicación del álbum Rubber Soul de los Beatles, a finales de 1965, le supuso todo un revulsivo en la forma de abordar la nueva obra del grupo californiano. No solo por el tratamiento y belleza de las armonías vocales sino también por la concepción del disco como obra completa e íntegra.
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Tras unos meses de febril actividad compositiva e interpretativa vio la luz Pet Sounds (1966), lo nuevo de los Chicos de la Playa; pensado y realizado como obra cumbre del pop. Así sucedió en realidad, pues los reyes, The Beatles, se vieron obligados a trabajar duro para superarse a sí mismos con su Sgt. Pepper's.
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Los Beach Boys siempre han sido un grupo eminentemente vocal, los príncipes del falsetto (los reyes fueron los Bee Gees discotequeros), deudores de unas armonizaciones vocales provenientes del jazz. Para esta nueva obra, Wilson tomó la decisión de ir más allá, de superar el estatus conservador y frívolo del grupo, para alumbrar un sonido con aura, con ligera y audaz instrumentación, y de melodías introspectivas y sofisticadas, donde anidaban la más delicada expresión de sentimientos, dudas y pensamientos.
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God Only Knows: la canción pop más bella jamás compuesta, según McCartney; instrumentación de alto nivel:
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(vídeo Alixx2)
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Caroline, No: la preferida de Wilson:
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(vídeo MarkvBob)
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Don’t Talk (put your head on my shoulders): el latir del corazón; no hables, pon tu cabeza en mi hombro:
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(vídeo Unknown360DD)
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Suena a toda una época... pero es hermoso. El próximo año nos anuncian la reaparición de los Beach Boys, y nos prometen la continuación del Pet Sounds...
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¡FELIZ AÑO NUEVO!