miércoles, 29 de noviembre de 2023

David Gilmour 1978


Mil novecientos setenta y ocho fue el año elegido por el genial guitarrista de Pink Floyd para grabar y editar su primer álbum en solitario, alejado de la inmensa sombra de la ya por entonces popular banda británica, según sus propias palabras. Tampoco es casual que el disco se sitúe en plena etapa de confrontación dentro de Pink Floyd, entre su obra Animals y The Wall, cuando ya el bajista Roger Waters parecía hacerse con todo el control musical.

David Gilmour sintió esa liberación armando un disco, que sin ser ninguna obra maestra ni aportar novedades a su música, estaba repleto de buen blues-rock setentero. Todos los temas, salvo uno, eran de su propia composición y para grabarlos se limitó a añadir a su desempeño en guitarra y voz, dos colegas: Rick Willis al bajo y Willie Wilson a la batería. Alguna tecla y voces de soporte, y punto: sencillo y eficaz. De sus cinco álbumes en solitario es el que más aprecio.

La personalísima guitarra de Gilmour es siempre un compendio de buen gusto, perfecta ejecución y emotividad cercana: