sábado, 26 de noviembre de 2011

L’Inquietudine e Il Sospetto

Antonio Vivaldi añadía a su profunda querencia teatral, un temperamento apasionado y fogoso. Esta feliz simbiosis dotaba a su música, dentro de una solo aparente sencillez, de un brillante reflejo de los estados anímicos más variados; con sensualidad y pasión esculpía las sensaciones más seductoras.

Como virtuoso del violín encontró, en sus aproximadamente 240 conciertos para este instrumento, uno de sus medios expresivos más adecuados a su fenomenal capacidad; impulsando hacia la modernidad la concertación del violín solista, primus inter pares, con el tutti. Veamos dos ejemplos elocuentes:

L’Inquietudine RV 234 Concierto para violín, cuerda y continuo en Re mayor, donde nos habla de desesperación, angustia, inseguridad y opresión, en el despliegue espectacular de técnica violinística plagada de saltos, ataques de arco, velocidad, fogosidad, ... Carmignola y Sonatori de la Gioiosa Marca

(vídeo TheGravicembalo)

Il Sospetto RV 199 Concierto para violín, cuerda y continuo en do menor: sutilmente nos hace rondar la sospecha entre el tema melódico de los primeros violines y el ritmo ostinato de los segundos, cuajado de contrastes y de un cromatismo refinado e inasible. Onofri y la Academia Montis Regali

(vídeo macdonald59)

Yo no sé a ustedes pero a mi el fulgor diamantino de la música del prete rosso siempre me adelanta la primavera...

sábado, 19 de noviembre de 2011

Invierno en Mallorca (1838)

Fryderyk Chopin, quebrantado por la enfermedad, reconfortado por el amor de Aurore Dudevant, abrigado por su querido piano Pleyel, terminó, durante su retiro invernal en Valldemossa, sus Veinticuatro Preludios opus 28

Chopin ES el piano.

Un piano de estirpe clasicista, hijo de Mozart, de Haydn, nieto de JSBach.

Un piano que vive en el cantabile, que bebe de la voz humana, su registro, su delicadeza, su altura.

Un piano recogido, intimista, de salón más que de teatro.

Un piano de polifonía cercana, de pureza humana, envolvente y redondo como un abrazo de amor necesario.

Un piano de ritmo implacable, de izquierdas.

Un piano de exquisito legato de una sola mano, de derechas...

Escuchemos la gracia aérea, la infinita introversión de la calidez de los sentimientos más humanos, tan elevados que no dejan de serlo.

Cuatro perlas del opus 28: cuatro Preludios a sí mismos.

Preludio n. 4 en mi menor. Claudio Arrau

(vídeo capetond)

Preludio 17 en La bemol mayor. Arthur Rubinstein

(vídeo ArRubMusic)

Preludio 19 en Mi bemol mayor. Maurizio Pollini

(vídeo ArioniaTellus)
.
Preludio 24 en re menor. Ivo Pogorelich

(vídeo capetond)

viernes, 11 de noviembre de 2011

Golaud

Gustav Klimt - El Árbol de la Vida- (detalle)

"ont ne dit pas, on suggère"
(Mallarmé)

Golaud: de esta rotunda y musical manera he pensado en ocasiones que merecía haberse titulado la única y magistral incursión de Claude Debussy (1862-1918) en el mundo de la ópera.

Pelléas et Mélisande fue el título escogido, pues ellos dos son los protagonistas, la pareja; pero Golaud es el motor dramático, el ser fieramente humano que soporta el peso de la historia y la evoluciona entre el sufrimiento y la violencia, mientras los enamorados se enrocan en su mundo onírico, sin tiempo ni espacio, envueltos en el dulce cabello de la niña-madre, atrapados entre el sombrío bosque y el inmenso mar, en un misterio sin escapatoria: congelados susurrando.

¿Podría a alguien ocurrírsele llamar Desdémona a la tragedia de Otelo, dibujada por Shakespeare y coloreada por Verdi?

¿Y quién soy yo para cambiarle el título a la pieza simbolista de Maurice Maeterlinck? Ese mismo autor que inflamó a un Debussy a la busca y captura de un libreto diferente que colmara sus expectativas, su idea: “el de las cosas dichas a medias; dos sueños asociados: he ahí el ideal. Sin país, sin fecha, sin escena... Sueño poemas cortos, escenas móviles, diversas por lugar y carácter... personajes sufriendo la vida...”. El mismo autor complacido con el músico, que le dio amplio permiso para adecuar su obra literaria a las necesidades de la lírica. El mismo autor que, por amor hacia la soprano rechazada, Georgette Leblanc, acabó atacando y renegando de la ópera, del compositor, y de sí mismo.

Lo cierto, lo indudable, es que la obra teatral se ajusta como un guante a la novedosa y bellísima puesta en música que realizó Debussy. Tanto en la monótona (?) declamación sin artificios “como personas naturales”, alejada de la senda melódica; como en el encanto lunar, etérea ensoñación, opresivo dramatismo, fascinante ambientación orquestal de claroscuros, siempre presente, siempre evocador, en sus interludios evanescentes: impresionista malgré lui.

Pura sugerencia, misterio y armonía, prodigio de arte debussyano, fantasma que aún recorre el bosque de un castillo sin sol... Susurros.

Debussy comenzó la composición por la Escena IV del Cuarto Acto; a modo de prueba de su viabilidad escogió la gran escena pasional de los amantes con su dramático fin. Yo, para ilustrar la entrada, escojo la Escena I del Acto Tercero, la más melódica y onírica; cuando nace el Amor y asciende en forma de Besos:

¡Tus cabellos,
tu melena desciende hacia mí!
Toda tu cabellera, Melisande
¡toda tu cabellera,
está cayendo por la torre!...
La tengo entre las manos,
la tengo en la boca...
La tengo en los brazos,
me rodeo el cuello con ella...


Elisabeth Söderström, Mélisande
George Shirley, Pelléas
Donald McIntyre, Golaud
ROH - Pierre Boulez

sábado, 5 de noviembre de 2011

El Cisne negro y el Fauno

Alphonse Mucha -detalle-
.
El Cisne de Tuonela (1894) constituye la segunda parte, el movimiento lento, de la Suite de Lemminkainen op. 22 (Cuatro Leyendas para Orquesta) de Jan Sibelius, basadas en episodios del poema épico nacional finés Kalevala.
.
“Uno de los cantos más bellos sobre la muerte jamás compuestos en música” (Marc Vignal) nos describe con apacible melancolía el majestuoso cisne que habita el negro río de Tuonela, el reino de la Muerte.
.
El largo monólogo melódico del corno inglés inunda la pieza con su irreal tímbrica sobre las ondulantes superficies de las cuerdas más agudas, y una oscura y sorda llamada de los timbales nos sitúa ante la solemne eternidad. Escuchemos la obra bajo la dirección de Paavo Järvi:


(video mangott)
.
Contemporáneo, análogo y antitético a la vez, nacía el Fauno de Claude Debussy. Preludio a la Siesta de un Fauno (1894) es una ilustración musical del poema homónimo de Stéphane Mallarmé.
.
Una voluptuosa y muelle pieza orquestal de refinado timbre cristalino; siendo esta vez la flauta el hilo conductor con su cromático tema del fauno, a la luz del sotobosque. Oigamos la versión del maestro Stokowski:

“Sylvain d’haleine première
Si la flûte a réussi
Ouïs toute la lumière
Qu’y souflera Debussy”
(S. Mallarmé)
.

(video agustigula4)