La Séptima Sinfonía en mi mayor de Anton
Bruckner (1824-1896) se ha convertido en la más conocida y admirada del
compositor, superando a la muy apreciada Cuarta. Por sus indudables cualidades
musicales que fueron popularizadas por la extraordinaria película de Visconti,Senso (1954)
Fue
estrenada en diciembre de 1884 en Leipzig, bajo la batuta de Arthur Nikisch,
recogiendo el evento el siguiente comentario laudatorio: “Al comienzo, Curiosidad, luego Interés, más tarde Admiración, y al
final Entusiasmo”
El
segundo movimiento, Adagio “Sehr
feierlich und sehr langsam” (con una muy lenta solemnidad) es una sima
profunda y hermosa de la literatura sinfónica, y fue escrito como homenaje In Memoriam a su admirado Maestro,
Richard Wagner, desaparecido mientras completaba la partitura. No solo en el
intenso lirismo wagneriano de sus cuerdas sino también con la inclusión, en los
momentos cumbre, de cuatro trompas wagnerianas.
Dicho
movimiento comienza con la desolación más profunda e intensa, pero contenida,
en las cuerdas bajas y en las tubas, para ir ganando el consuelo en los
violines del segundo tema. Tras un amplio desarrollo cuntrapuntístico de ambos
temas, termina en un amplio crescendo
muy emotivo.
Un
sentido homenaje en una página de absoluta maestría.
Escuchemos
la divina versión de Sergiu
Celibidache con la Filarmónica de Munich:
Rainer Ptacek fue un músico para
músicos; un cantante, compositor y guitarrista de excelente técnica
que alcanzó el respeto y admiración de sus colegas. Alejado, muy
alejado, del mercado comercial, consiguió ganarse a grandes del
show-business y a un público escaso pero fiel, quienes
reconocían en él a un músico poco convencional.
Nacido en Berlín Este,
emigró de niño a los Estados Unidos y aprendió la técnica de la
guitarra slide y el dobro. Comenzó su carrera musical entre las arenas de Arizona, siendo cofundador de la banda Giant Sandy del trío Rainer
and Das Combo. Recluido en sus propios e íntimos temas, de un blues
muy personal, recogería cierto éxito gracias a colaboraciones con
afamados nombres como Robert Plant, PJ Harvey, Billy Gibbons … Instalado en la pista
de despegue hacia el éxito, sufrió el embate de la enfermedad que
llevó a sus amigos a grabar un disco de homenaje y ayuda llamado The
Inner Flame(1997) que pagó sus deudas y le dejó el reconocimiento de la
profesión. Murió en 1997 a los cuarenta y seis años.
De su álbum en
solitario Worried Spirits (1992): “Life is
Fine”
(vídeo
litterboxmusic)
De
Barefoot Rock with Rainer and Das Combo (1986): “The
Unseen Enemy”
Se ha
ido B.B. King. Se ha ido una historia viva del Blues. Una leyenda.
El
largo camino desde el Blues añejo y rural de los campos de algodón de Misisipi,
hasta la electrificada sofisticación urbana de Memphis y Chicago, y el mestizaje con las
nuevas generaciones del Rock& Roll y Rhythm&Blues, sin olvidar el Jazz
y el Gospel, para la renovación del género.
Infatigable
corredor de fondo, siempre en la cúspide, siempre con Lucille como amante, ha
dejado una infinidad de discípulos y aficionados huérfanos y a una guitarra
viuda y sin vibrato.
Tres minutos de silencio, para escuchar uno de sus primeros éxitos:
Pocos escritores, y
cuando digo pocos debiera decir ninguno, han podido superar a Marcel
Proust en la capacidad para expresar emociones a través de la
paleta de palabras; estamos evocando En Busca del Tiempo
Perdido y a su protagonista Charles Swann.
Emociones aprehendidas a
través de los sentidos, un placer sensual por tanto, que se
convierten en un ideal estético que trae al presente el pasado, y se
proyecta sin límites temporales, a través del propio ser,
convirtiéndose sin saberlo siquiera en alguien distinto.
Sentidos como el gusto,
en el asunto “magdalena”, o la vista, como los campanarios de Martinville, son un buen ejemplo de evocación temporal. Pero el
clímax sensorial llega a través de una pequeña frase musical,
surgida de una Sonata para piano y violín escuchada en el salón de Mme. Verdurin, que se convierte en la
banda sonora de la novela, centro y atención de su amor por Odette
de Crécy. Viene y va, etérea como su materia, a través de toda la
obra para recobrar el tiempo, haciéndolo desaparecer.
Nunca ha quedado claro,
ni siquiera en la correspondencia del escritor, cuál es la fuente musical y
el nombre real del personaje ficticio de Vinteuil. Wagner, Schubert,
Saint Saëns, Hahn… ? creo que todavía sigue en cabeza la opción
Franck: César Franck y su Sonata para violín y piano
en la mayor. Una cumbre, un soporte y la evolución de la música de cámara
francesa del XIX; esta Sonata cíclica y cuatripartita (Allegro ben moderato - Allegro - Recitativo Fantasia - Allegro poco mosso) es sin duda el lugar más adecuado para buscar la frase proustiana.
Pero mejor me callo ya,
y dejo hablar al genio:
“Le gustó mucho ver cómo de pronto, por bajo la línea del
violín, delgada, resistente, densa y directriz, se elevaba, como en líquido
tumulto, la masa de la parte del piano, multiforme, indivisa, plana y
entrecortada, igual que la parda agitación de las olas, hechizada y bemolada
por la luz de la luna. Pero en un momento dado, sin poder distinguir claramente
un contorno, ni dar un nombre a lo que le agradaba, seducido de golpe, quiso
coger una frase o una armonía. No sabía exactamente qué era lo que, al pasar,
le ensanchó el alma, lo mismo que algunos perfumes de rosa que rondan por la
húmeda atmósfera de la noche tienen la virtud de dilatarnos la nariz. Quizá por
no saber música le fue posible sentir una impresión tan confusa, una impresión
de esas que acaso son las únicas puramente musicales, concentradas,
absolutamente originales e irreductibles a otro orden cualquiera de
impresiones.”
(...)
“Y así, apenas expiró la deliciosa sensación de Swann, su
memoria le ofreció, acto continuo, una trascripción sumaria y provisional de la
frase, pero en la que tuvo los ojos clavados mientras que seguía
desarrollándose la música, de tal modo, que cuando aquella impresión retornó ya
no era inaprensible. Se representaba su extensión, los grupos simétricos, su
grafía y su valor expresivo; y lo que tenía ante los ojos no era ya música
pura: era dibujo, arquitectura, pensamiento, todo lo que hace posible que nos
acordemos de la música. Aquella vez distinguió claramente una frase que se
elevó unos momentos por encima de las ondas sonoras. Y en seguida la frase esa
le brindó voluptuosidades especiales, que nunca se le ocurrieron antes de
haberla oído, que sólo ella podía inspirarle, y sintió hacia ella un amor
nuevo.”
(...)
“La frase despertaba en él la sed de una ilusión
desconocida; pero no le daba nada para saciarla. De modo que aquellas partes
del alma de Swann en donde la frasecita iba borrando la preocupación por los
intereses materiales, por las consideraciones humanas y corrientes, se quedaban
vacías, en blanco, y Swann podía inscribir en ellas el nombre de Odette. Además,
la frase infundía su misteriosa esencia en aquello que podía tener de falaz y
de pobre el afecto de Odette. Y al mirar el rostro que ponía Swann, cuando la
oía, hubiérase dicho que estaba absorbiendo un anestésico que le ensanchaba la
respiración. Y, en efecto, el placer que le proporcionaba la música, y que
pronto sería en él verdadera necesidad, se parecía en aquellos momentos al
placer que habría sentido respirando perfumes, entrando en contacto con un
mundo que no está hecho para nosotros, que nos parece informe porque no lo ven
nuestros ojos, y sin significación porque escapa a nuestra inteligencia y sólo
lo percibimos por un sentido único.” Si les parece bien pueden hacer la búsqueda en esta versión de David Oistrakh, violín, y Svjatoslav Richter, piano:
Con este curioso,
atractivo y gracioso nombre se formó hace unos pocos años en mi
ciudad la Asociación Cultural de Amigos del Órgano, con el
noble objetivo de extender el amor por este instrumento, su
conocimiento y conservación, y el deleite por su fascinante
sonoridad. Pocos instrumentos pueden presumir de tal solemnidad y
arquitectura; también de un catálogo de obras dedicadas, de tanta
altura y abundancia.
Hace apenas una semana
dicha Asociación programó su Concierto de Primavera en una de las
Iglesias de mayor abolengo de la ciudad: Santa Eufemia.
El Programa, atractivo
de verdad, incluía obras para órgano y trompeta, y piezas para
teclado solo. Los intérpretes eran dos profesores del Conservatorio
Profesional de Música, con sólido bagaje como concertistas.
Marisol Mendive
Zabaldica, organista discípula de González Uriol y Montserrat
Torrent, une a su labor docente una amplia actividad concertística
en innumerables ciudades españolas y europeas, y actualmente
participa en el equipo encargado de la Catalogación completa de
Órganos de Galicia, siendo además la Presidenta de la comentada
Asociación.
Rubén Freire
Bermúdez, profesor de trompeta, ha trabajado con prestigiosas
orquestas españolas como la Nacional o la Sinfónica de Galicia.
Para el programa del concierto utilizó una Trompeta piccolo,
ejecutando los dos bises con un Fiscorno.
Con la Iglesia
abarrotada, el Concierto comenzó con Henry Purcell, una
transcripción de su Sonata nº1 en re menor; un músico
brillante que hizo vibrar a la trompeta especialmente en su
movimiento maestoso.
(vídeo Tempo de Lecer Ourense)
La segunda pieza fue el
Pasacaglia en do menor para órgano de F.
Mendelssohn; todo un homenaje en virtuosismo y monumentalidad a
su querido JS Bach.
Siguieron, en conjunto,
con la transcripción del Concierto en re menor para trompeta y
cuerdas de Leopold Mozart; vivo clasicismo melódico
que se resaltó con una compleja cadenza del solista escrita
por el propio intérprete.
(vídeo Telemiño
Ourense)
Volvió el órgano solo
con una impresionante obra: la Toccata en si menor de
Eugène Gigout, organista francés discípulo de Saint-Saens.
Un obra de gran virtuosismo, muy hermosa e intensa que vivió una
fantástica lectura.
Se cerró el programa
previsto con la preciosa Sonata en Fa Mayor, obra
cuatripartita de GF Händel, que sirvió para explicitar las
excelentes dotes interpretativas de ambos músicos.
Los dos bises
requeridos por un público exigente fueron coloreados por el
metal del fiscorno, y, siendo muy diferentes en estilo, supusieron
el hermoso broche a una velada perfecta.
El primero, una de las
Canciones Populares de Manuel de Falla embelesó a
la concurrencia. El cierre, como no podía ser de otra manera, corrió
a cargo del padre de la Música: el Coral Schubler "Wachet auf, ruft uns die Stimme"BWV 645 de JS Bach.