domingo, 27 de marzo de 2016

Susana Santos Silva


La experiencia de la música en vivo, especialmente a pie de músico, resulta siempre satisfactoria e impagable. Cualquiera que sea el estilo, el repertorio, la instrumentación, el simple hecho de recibir en la cara el golpe sonoro provoca una empatía con el hecho artístico y un mayor placer sensorial. Ya sabemos que la música es sonido, y éste sencillamente ondas que desplazan el aire; y no solo estimulan el sentido del oído sino también toda nuestra piel.

Golpes directos a la mandíbula y al corazón, pasando por el nervio acústico, recibimos, y encajamos de buen grado, todos los asistentes, poco más de medio centenar, al concierto de Susana Santos Silva y su Quinteto de Jazz en el local cultural elcercano de Ourense, el pasado 18 de Marzo.

La reconocida trompetista portuguesa se acercó a presentar su reciente grabación “Impermanence” (2015) acompañada de un excelente plantel de instrumentistas:
Hugo Raro, con un piano discreto pero necesario.
Marcos Cavaleiro, percusionista de altas prestaciones, muy rico en recursos. Joao Pedro Brandao, saxo alto y flauta, solista y acompañante adecuado para los sobresaltos metálicos de Susana.
el contrabajista Torbjörn Zetterberg, excelente en texturas, agilidades y soportes, una gozada.

Susana, joven y talentosa, derrochó técnica y brío, experimentación y sentimiento, en una amalgama sonora de alto calibre, a través del más explosivo de los metales, la trompeta. Su música se mueve entre las texturas etéreas del ambient-jazz y la más libre experimentación sonora del free-jazz y l'avant-garde. Sus largos desarrollos permiten la evolución del tema, de su melodía y de sus ritmos, saliendo siempre bien parada en ese juego.

El resultado es una inmediatez sonora y un paseo musical hermoso y emotivo, que van recorriendo todos y cada uno de los solistas, dejando en la audiencia satisfacción y más apetito.

Apenas a un par de metros de los músicos, impactado por sus sonidos, me dejé llevar por la evocación, desde Miles Davis hasta Frank Zappa pasando por las modernas escuelas nórdicas.

No, esta vez no nos faltó piel.

(vídeo elcercano)


domingo, 20 de marzo de 2016

La Passione, de Antonio Caldara


Nuestro siempre predilecto compositor veneciano Antonio Caldara (1670?-1736) nos asoma este año al balcón de la Semana Santa con su Oratorio “La Passione di Gesù Cristo Signor Nostro”, una obra de madurez, sobre un libreto del afamado poeta P. Metastasio, estrenado el 3 de Abril de 1730 en la Hoftburgkapelle imperial de Viena.

Caldara, todo un maestro en el arte vocal del tardobarroco, nació e hizo sus primeras armas en Venecia, bajo el influjo musical de G. Legrenzi, trabajando para la capilla de San Marcos. En 1699 marchó a Mantua, como maestro di capella en la corte del Duque, y tras regresar a Venecia, cambió de aires con su mudanza a Roma en 1707. Roma era en esa época uno de los más atractivos y bulliciosos centros artísticos del orbe, bajo el mecenazgo del Papa, el Sagrado Colegio Vaticano y numerosas familias de la nobleza. Allí coincidió con nombres como GF Händel, D. Scarlatti, B. Pasquini, A. Corelli, Stradella, y muchos otros. Tras un año en Barcelona, en la corte de Carlos III, retornó a Roma para ser maestro di capella del Príncipe de Cerveteri, donde desarrolló un amplio trabajo dejando no menos de 150 Cantatas, cuatro Óperas y nueve Oratorios, optimizando su escritura vocal hasta grandes niveles de virtuosismo y refinamiento.

En 1715 se trasladó a la corte imperial de Viena como Vice Kapellmeister, con compositores como A. Ziani o JJ. Fux, donde su estilo adquirió la solemnidad y el esplendor de la corte de los Habsburgo. De su actividad vienesa quedaron escritas treinta y cuatro Óperas y veinticinco Oratorios, extendiéndose su fama hasta la corte sajona de Dresde.

De su maestría artística da buena muestra el hecho de que muchos de los más grandes músicos manejaron, copiaron o se inspiraron en composiciones suyas: JS Bach, GP Telemann, FJ Haydn, WA Mozart, Lv Beethoven, J. Brahms, ...

Antes de que los capirotes de los nazarenos inunden las calles, escuchemos unos fragmentos del arriba mencionado Oratorio, una azione sacra dotada de intenso dramatismo en la voz de cuatro personajes: Magdalena, Juan, José de Arimatea y Pedro.

De la primera parte de la obra, el Aria de Juan "Come, a vista di pense si fiere":


Correspondiente a su segunda parte, el Aria de Magdalena "A' passi erranti":

(vídeo Barbebleuei)

Patricia Petibon, Maddalena
Francesca Pedaci, Giovanni
Europa Galante
Fabio Biondi

domingo, 13 de marzo de 2016

Concierto para la Mano Izquierda


Hace bien poco, a propósito de Brahms, citábamos al gran filósofo austríaco Ludwig Wittgenstein, en cuya casa familiar de la alta burguesía vienesa, el Arte, especialmente la Música, era algo más que un entretenimiento. Había una instrucción, un deleite, en aquel continuo ir y venir de luminarias musicales de la Viena de principios del siglo XX, como G. Mahler, R. Strauss o el propio Brahms, por aquel punto de encuentro cultural.

No resultó casual, pues, que Paul Wittgenstein (1887-1961), un hermano menor del filósofo, se convirtiese en un talentoso pianista profesional, con una gran carrera por delante. Desgraciadamente durante la Primera Gran Guerra, en el frente polaco, sufrió graves heridas que llevaron a la amputación de su brazo derecho. Terminada la contienda, superado el desánimo, incansable y luchador, decidió continuar su carrera pianística para lo cual solicitó partituras adaptadas a su minusvalía física, que no a su talento interpretativo. R. Strauss, P. Hindemith, F. Schmidt, B. Britten, S. Prokofiev, E.W. Korngold, y M. Ravel escribieron obras para él.

El Concierto de Piano para la Mano Izquierda en re mayor de Maurice Ravel es sin duda la más conocida, una cumbre de expresividad muy original, en la cual el compositor nos hace olvidar la inexistencia de una mano, en este caso la principal para los no zurdos. "En una obra de este tipo, lo esencial es no dar la impresión de un tejido sonoro ligero, sino más bien de un partitura escrita para las dos manos" había declarado el compositor.

Ravel escribió la pieza al mismo tiempo que su otro Concierto para piano, en Sol mayor. Ambos comparten un cierto lenguaje de mestizaje, influenciado levemente por el Jazz que llegaba desde el océano. Pero el Concierto para una mano despliega una vehemencia trágica que marca su origen, un dolor profundo como el síndrome del miembro fantasma, sin perder toda una explosión de virtuosismo y una amplia sonoridad, solista y orquestal.

El Concierto fue estructurado en un solo movimiento, sin pausas ni demoras, aunque se aprecien distintos tempi, bien engarzados, indicados Lento y Allegro. El comienzo grave y oscuro en los contrabajos y el contrafagot va introduciendo temas y pasajes de distinto dramatismo, pasando de la sarabanda al jazz, hasta la virtuosa cadenza final, la cual, atropellada por la intromisión brutal de la orquesta concluye de forma abrupta la obra.

(vídeo Canal de Josep489)

Fue estrenado en Viena en 1932, con importantes modificaciones en la partitura a cargo de Wittgenstein, lo que llevó a una enemistad entre el pianista y el compositor, con la prohibición de este último para su estreno en París. Finalmente, pasados casi seis años, la capital francesa conoció la ejecución de la obra, en su versión original, en la mano de Jacques Février, bajo la batuta de Charles Munch. Pasados los años, Wittgenstein reconocería públicamente su error.

No deja de resultar curioso que Ravel nos haya legado también una versión de la partitura para piano a cuatro manos.

domingo, 6 de marzo de 2016

Fanny Mendelssohn, Música


Si todavía hoy, entrado ya el siglo XXI, una mujer, por el hecho de serlo, tiene más dificultades para desarrollar una profesión, cualquiera que ésta sea, imaginemos, si es posible, el sinfín de escollos que  encontraría a comienzos del XIX, más aún en el selectivo universo del Arte, concretamente en el androcéntrico mundo musical.

Fanny Mendelssohn vino al mundo en 1805, cuatro años antes que su famoso hermano Felix, al que unió un amor más allá de toda norma y razón. Dotada de unas cualidades musicales muy destacadas, no tuvo para desarrollarlas plenamente, ni el apoyo ni la comprensión de su padre Abraham ni siquiera el de su hermano, quien tampoco veía bien que publicase obras bajo su nombre; aunque él mismo no tenía empacho en hacerlo bajo el suyo, teniendo al menos la elegancia de reconocerlo una vez la obra ganaba el favor del público.

Fanny no gozó de esa comprensión ni ese apoyo que sí tuvieron Nannerl Mozart, la hermana de Wolfgang Amadeus, o su coetánea Clara Wieck, la esposa de Robert Schumann. Al menos obtuvo la complacencia, y autorización, de su marido, el pintor Wilhelm Hensel, para proseguir una carrera musical menor, con algunos conciertos públicos y la edición de obras bajo su nombre, que hoy llegan a una docena.

El Trío con Piano en Re mayor opus 11, publicado en 1850, tres años después de su fallecimiento, es una muestra del talento y formación de una artista madura.

Su primer y amplio movimiento, Allegro molto vivace, revela una coherente estructura interna donde el piano revolotea, animoso, al lado de un violín ávido, y de un violonchelo sutil. Una obra estilísticamente muy de su tiempo, un primer Romanticismo ingenuo y febril, donde flotan abundantes y poderosos aromas de su muy valorado Schubert:

(vídeo ElisabethKropfitsch)

El Andante espressivo, mucho más linfático, sosiega el aire con su pausada melodía manchada con un goterón de tristeza:

(vídeo YggiT4)