domingo, 22 de febrero de 2015

Kafka - Kurtág


“Nos arrastrábamos a través del polvo, un par de serpientes”

Breves y selectos  fragmentos de escritos privados de Franz Kafka (diario, cartas) sirvieron de inspiración y guía al compositor György Kurtág para su obra Kafka-Fragmente op 24.  Escuetos como una sencilla frase algunos y lapidarios otros, todos son relámpagos en un cielo kafkiano:

“Dormido, despierto; dormido, despierto, ¡miserable vida!”

“Mi prisión, mi fortaleza”

“El coito como castigo a la felicidad de estar juntos”

“Ahora a la noche, después de estar estudiando desde las seis de la mañana, me doy cuenta de que mi mano izquierda, por compasión, envolvía con los dedos a la derecha, durante un momento”

G. Kurtág (1926) flamante Premio 2015 de Música Contemporánea de la Fundación BBVA, entró en el mundo literario de Kafka a través de su novela Metamorfosis; para llevar al pentagrama escogió escritos más íntimos y personales, casi teológicos en un sentido de religiosidad como refugio, donde el sentimiento (tristeza, desesperación, melancolía, soledad) cobra vívida expresividad en su música.

Una música para violín solo y voz de soprano, sin bajos, sin anclajes terrenales, en un guiño al repertorio yiddish. En un alarde de libertad interpretativa la voz se convierte en instrumento fieramente humano, al tiempo que el violín, queriendo ser voz, recorre las más complejas sendas de su íntima personalidad valiéndose de toda la gama de recursos expresivos y técnicos: glissandi, pizicatti, dobles cuerdas, golpes de arco, saltos imposibles, …  Expresionismo.

La obra se compone de 40 Fragmentos, algunos de apenas unos segundos de duración, estructurados en cuatro Partes.

Se trata de escuchar, y a la vez recordar las luminosas palabras de W. Benjamin, a propósito de Kafka, que bien pueden hacerse extensivas a esta obra de Kurtág: “rasga el cielo en cada gesto, como El Greco”

Parte I Fragmento 11: 
DOMINGO 19 DE JULIO DE 1910 (BERCEUSE II )
"Dormido, despierto; dormido, despierto, ¡miserable vida!"




Parte IV Fragmento 8:
NOS DESLUMBRABA LA NOCHE DE LUNA CLARA …
"Nos deslumbraba la noche de luna clara. Pájaros cantaban en los árboles. En los campos silbaba el viento. Nos arrastrábamos a través del polvo, un par de serpientes."



(vídeos Barbebleuei)

Juliane Banse, soprano
András Keller, violin
en una muy recomendable grabación del sello ECM

domingo, 15 de febrero de 2015

Excitante


Pocas combinaciones producen un sonoridad más excitante que la trompeta y el órgano, teniendo en cuenta, además, que hablamos de tan solo dos instrumentos. 

La potenciación del envolvente universo orquestal del continuo, con veleidades de solista, del órgano con el desparpajo extrovertido, y cierta dosis de tristeza circense, de la trompeta con su especial tímbrica, transmite pasión intrigante,  ansiedad endocrina, movimiento hipertensivo, alegría con tristeza, solemnidad y frescura al unísono; en especial si el sonido aprovecha la reverberación de una catedral o basílica, o cualquier templo de esos de altos techos y profundos espacios.

Entonces eres parte del Sonido. Pura Física.

En el fértil período musical del Barroco, el más fértil de la Historia, era bien conocido y utilizado para excitar los sentidos, tanto en composiciones ad hoc como en multitud de transcripciones.

Muchos son los autores que supieron sacarle partido, desde Vivaldi a Telemann.  Y entre tantos nombres ilustres hoy elegimos a uno menos conocido:  Jean Baptiste François Loeillet  (1653-1728) y su magnífica Sonata para órgano y trompeta en do mayor, escrita en la vieja arquitectura formal de sonata da chiesa, en cuatro movimientos Adagio-Allegro-Largo-Allegro:


(vídeo Barbebleuei)

Maurice André, trompeta
Hedwig Bilgram, órgano Detlef-Kleuker de la Iglesia Evangélica Alemana de París

domingo, 8 de febrero de 2015

Una cierta forma de silencio


Y si la Música
ayudase a olvidar?
mi querida memoria
se ha perdido entre
los adoquines de una vieja ciudad,
donde los niños se entendían
en el rodar de un balón.
Ahora ya no recuerdo
cuándo pisé el mar
por vez primera.

Y si las Sombras
fuesen el Mundo?
Lejos de la luz
soy una sombra, quieta,
que nadie ve
ni entiende;
en el reino del Amor,
soy el Olvido.

Desde la vejez
a la infancia,
nos movemos
entre la Necesidad y
el Orgullo
Por qué el mármol es más bello
al quebrarse?

Dicen que lo peor de la muerte
es el Silencio…

Los últimos años de la vida de J. Brahms conocieron un regreso a la obra pianística, al recogimiento del piano solo. Así fueron surgiendo en un plazo de un par de años: Siete Fanstasías para piano op.116, Tres Intemezzi para piano op. 117, Seis Piezas para piano op. 118 Cuatro Piezas para piano op.119.

Partituras alejadas del virtuosismo, muestran un alto grado de introspección y pureza de sentimientos; una luz esencialista. Varias colecciones fueron dedicadas a Clara Schumann, quien comentaría: “en estas piezas, por fin siento de nuevo agitarse la vida musical en mi alma”

Brahms tan solo escribió posteriormente  sus  Sonatas para clarinete y piano, los Cuatro Cantos Serios y los Once Preludios de Coral para órgano. Luego, el Silencio…

Escuchemos  la  exquisita lectura que hace  Radu Lupu  del  Intermezzo número 2   -Andante teneramente- perteneciente a las  Seis Piezas para piano op. 118:


(vídeo Beckmesser2)


fotografía "Laelia anceps" y poema "Silencio de Brahms": Barbebleue

domingo, 1 de febrero de 2015

Un extraño entre nosotros


En anteriores ocasiones hemos hablado en el Castillo sobre esa categoría de artistas cuyo éxito es escaso o nulo, pero cuya influencia es descomunal; se les llama artistas de culto, por su poca trascendencia mediática. A algunos también se les conoce como malditos, o incluso perdedores; nada más lejos de la realidad, pues sobreviven a sí mismos.

Nick Drake es otro buen ejemplo. Un cantautor hermético, introvertido, proclive a la depresión y bordeando el fatalismo. Contando apenas 20 años abandonó los estudios de Literatura Inglesa en Cambridge para dedicarse a la Música, grabando su primer disco Five Leaves Left (1969), una colección de canciones profundamente melódicas con letras desoladas.

Ésa sería su impronta: temas muy personales con melodías de ocaso e historias de soledad y sueños, susurradas con una voz acogedora, como un instrumento de viento madera. Había también una guitarra y un aire de folk doloroso.

Solo tres obras discográficas, que fueron de fracaso en fracaso, apenas defendidas ante el público, hasta su propia desaparición en 1974 –no está claro si por suicidio o error con los antidepresivos- y su posterior reivindicación como genio incomprendido. "A Stranger among Us" como bien titulaba el documental biográfico realizado en 1998.

Su segundo álbum Bryter Layter (1970) creo que es el más logrado pues maximiza todas sus cualidades con unos arreglos de cuerda y viento, de sabor jazzy, que armonizan admirablemente con la atmófera drakiana

El último, Pink Moon (1972), sería una especie de testamento musical muy personal sin apenas más elementos que la voz y la guitarra; una obra aún más intimista y recogida, minimal.

Les propongo escuchar tres bellísimos temas de su segundo álbum:

"One of These Things First": es un balanceo rítmico que cobra vida en la poderosa línea del piano…

(video txomin1985)

"Fly":  es un suave desgarro que sangra en la viola de John Cale…

(video Musinefilo359SubtiulosEspañol)

"Northern Sky": es una brisa del norte sobre un cielo azul purísimo…

(video txomin1985)