domingo, 25 de noviembre de 2012

El Color del Sonido: el excitante piano de Scriabin 2


Aún siendo casi inclasificable el estilo y su evolución en Alexander Scriabin, intentamos sistematizar su obra en etapas e influencias.

Tras un primer período romántico chopiniano-lisztiano, en una segunda fase evolutiva podemos rastrear la descomunal influencia de Richard Wagner (la dinámica, el cromatismo, el misticismo) así como, no tan lejana a la anterior, la escuela impresionista francesa (con Claude Debussy a la cabeza) en la técnica de atmósfera irreal, hipnótica, ensoñadora, deconstuída...

La Sonata para piano n. 4 en Fa sostenido Mayor op.30 compuesta en 1903 es buen ejemplo de lo antedicho, con ese carácter de romanticismo decadente necesitado de nuevas vías expresivas, donde la tonalidad se va desvaneciendo. La más breve de sus Sonatas, está escrita en dos movimientos:

Andante sosegado pero expresivamente seductor, erótico para algunos críticos; un vuelo lírico que finaliza en el attacca al Prestissimo volando de impulso beethoveniano y que alcanza su culminación orgiástica en la restitución del tema del Andante.

Vivamos esas sensaciones de la mano de Vladimir Sofronitsky, gran intérprete de Scriabin:

(vídeo daredash2005)

domingo, 18 de noviembre de 2012

A Certain Sadness


Tratando de aligerar el Castillo, vamos levantando brumas y despejando ambientes, dejando en el aire un cierto sentido de Tristeza (Saudade) en atmósferas más diáfanas que surgen del ritmo más vital: el Latido.

En los años sesenta tenía lugar la exportación mundial, vía Estados Unidos, de un viejo arte musical que se hacía llamar nuevo, la Bossa Nova, reformulación intimista y culta de la Samba. A través de su exitosa fusión con el Jazz norteamericano llegaría crear uno de los pilares fundamentales del Jazz Latino. Nombres como AC Jobim, Vinicius de Moraes, Joao Gilberto... eran la punta de lanza de esta refinada estética musical.

La cantante Astrud Gilberto (1940) tras su colaboración neoyorquina, casi accidental, con el saxofonista Stan Getz, envolvía su voz plateada y directa con el celofán del rico y profundo organista de Recife Walter Wanderley (1932-1986) para editar en el prestigioso sello Verve “A Certain Smile – A Certain Sadness”  (1966) demostrando, de nuevo, que para el talento uno más uno pueden ser mucho más que dos.

Basado en el ritmo, contenido, imparable, vitalista, primario, sensual, Astrud y Walter nos enseñan la música como vida, en sentido estricto y  amplio.

Los que sepan, o se atrevan, ya están tardando en mover el esqueleto... con soave tristeza de fondo.

Goodbye Sadness (Tristeza) (Lobo-Niltinho-Gimbel)
(Rodri Go)

So Nice (Summer Samba) (Valle-Valle-Gimbel)
(vídeo RoundMidnightTV)

Astrud Gilberto, voz
Walter Wanderley, órgano, piano
José Marino, bajo
Claudio Slon, batería
Bobby Rosengarden, percusión
Joao Gilberto, guitarra

domingo, 11 de noviembre de 2012

Las Bacantes: de Eurípides a Henze



Como Orfeo, toco
en las cuerdas de la vida la muerte,
y ante la belleza de la tierra
y de tus ojos, que administran el cielo,
sólo sé decir cosas sombrías.

No olvides que también tú, de pronto,
aquella mañana, cuando tu lecho
todavía estaba húmedo de rocío y el clavel
dormía junto a tu corazón,
viste el río oscuro
pasar a tu lado.

La cuerda del silencio,
tensada sobre la ola de sangre,
puso manos en tu corazón sonante.
Transformado quedó tu rizo
en la cabellera de sombras de la noche,
los copos negros de las tinieblas
nevaron tu semblante.

Y mi lugar no está a tu lado.
Ahora nos lamentamos los dos.

Pero como Orfeo, sé
junto a las cuerdas de la muerte la vida,
y en mí reverbera el azulado
de tu ojo por siempre cerrado

-INGEBORG BACHMANN-  Sólo Cosas Sombrías

Nunca tan de actualidad ha estado la tragedia griega, la diaria y la Inmortal. En medio de la hecatombe de una civilización, no tan sólo económica, no resulta ocioso y sí muy coherente volver la vista hacia los orígenes, allí donde fue creado el pensamiento que aún podemos llamar moderno ¿por cuánto tiempo?

Sírvanos la reciente desaparición del gran compositor Hans Werner Henze (1926-2012) como sentida excusa para volver a Eurípides, el amigo de Sócrates, y a una de sus tragedias: Las Bacantes. La lucha entre la racionalidad (Penteo, rey de Tebas) y las pasiones (el dios Dionisio, ó Baco); pero no solo, sino también, el conflicto entre el autoritarismo y la libertad, la convivencia entre la norma y el sentimiento, el espíritu libertario y la degeneración dogmática, la intolerancia en el individuo y la histeria social, con moralidad de fondo, que nos lleva a preguntarnos con el maestro Henze “¿qué es la libertad? ¿qué significa la represión, la revuelta, la revolución? Eurípides es llevado hasta nuestro tiempo” y tanto, diría yo...

A partir del libreto escrito en inglés por WH Auden y C Kallman “The Bassarids” (1966) Henze recoge la tradición operística de Richard Strauss pasada por la mente de Alban Berg (algunos críticos apuntan al sinfonismo de Mahler) dando rienda suelta a una partitura luminosa y poderosa, lírica y dramática por igual, pura narrativa musical tan corrosiva y áspera como la poesía de su musa Ingeborg Bachmann, y servida con el eclecticismo del sabio “me parece más interesante y más generoso ser ecléctico que no serlo” . El estreno tuvo lugar en el Festival de Salzburgo 1966 en traducción al alemán, Die Bassariden.


Así el maestro, con orquestación lujuriosa, se mueve con soltura en los confines de la tonalidad para crear los claroscuros que tanto contribuyen a las tensiones dramáticas, el conflicto perenne, de la ópera; obra en un solo acto que está subdividida, a la manera sinfónica clásica, en cuatro movimientos que, basándose explícitamente en JSB, comienza en la forma Sonata y termina en un sensacional Passacaglia, tras haber recorrido el Scherzo-Trío y el Adagio-Fuga. Un viaje monumental, para que allí en medio de la histérica bacanal de las Bacantes (seguidoras humanas de Dionisio) la propia madre, Ágave, despedace al hijo, Penteo.

Escuchemos dos momentos gloriosos del sensacional cuarto movimiento:
Coro de Bacantes y percusión


(vídeo Barbebleuei)

El lírico lamento de Penteo:


(vídeo Barbebleuei)

RIAS Kammerchor
Berlin Radio Symphony Orchestra
Gerd Albrecht

domingo, 4 de noviembre de 2012

En el Generalife

En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
Federico García Lorca –Romance de la luna, luna-

Como bien dejó demostrado el poeta más hermoso, la poesía es la música de la literatura; pues bien, el Generalife es la música de los jardines. 

Adorable residencia veraniega de los sultanes nazaríes, un asombro que simboliza el jardín de oasis, el jardín umbrío, cerrado e íntimo que colma la verticalidad de los cipreses-columnas, y donde canta el agua, en los surtidores, en las fuentes, en las escaleras, en las albercas, ... dejando una etérea y vaga sensación de agradable tristeza. 
La recreación del Paraíso musulmán. 
El Jardín del Amor hecho Arte. El Arte hecho Amor.
La música de los jardines.

Un paraje donde es más fresco el aire, más pura el agua, y el Suspiro del Moro, más cercano y audible ¡pobre rey chico! 

Un lugar de quietud y placer, o en palabras del imprescindible Baudelaire: lujo, calma y voluptuosidad.

Esta evocación se hace música en la primera Impresión Sinfónica de Noches en los Jardines de España: I. En el Generalife, para orquesta y piano de Manuel de Falla. Un Nocturno con aires de misterio y luna, luna... mora.

Falla nos ofrenda una orquestación táctil, de textura y timbre impresionistas, que simula el frescor de la brisa veraniega en la ondulación del trémolo de la cuerda y las ráfagas del arpa, a la par que permite al piano gotear entre todos los matices del verde, aquí y allá; y saturado el oído, ponerse a fluir libremente para introducir el segundo tema que mana en unos metales in crescendo, reflejos de luz lunar, manteniendo siempre la unidad melódica, perfumada de azahar. Sublime

(video Barbebleuei)