domingo, 31 de enero de 2016

Cinco Cuerdas

El violonchelista - Paul Gauguin

No deja de resultar sorprendente la relativa escasez de literatura musical para un instrumento tan sensacional como el Violonchelo, reconocido por la calidez de sus agudos, la riqueza y plenitud de sus notas bajas, la variedad de sus modos expresivos o la enorme extensión e igualdad de su registro sonoro.

Una de las obras cimeras, si bien no la primera para el instrumento en solista, lleva la firma de Johann Sebastian Bach: las Seis Suites para Violonchelo Solo BWV 1007-1012. Olvidadas durante años, tras la muerte del compositor, es al gran Pau Casals a quien debemos su recuperación moderna y el ya consolidado puesto preponderante e incluso desafiante para cualquier intérprete de violonchelo; también para cualquier enamorado del sonido de dicho instrumento.

Se cree que fueron compuestas durante la estancia de nuestro maestro en la corte de Cöthen, con dos de los violonchelistas de la orquesta de dicha corte en mente: Bernard Linigke y Karl Ferdinand Abel. Y digo “se cree” pues no nos ha llegado manuscrito autógrafo de Bach.

Dichas Suites, como indica su nombre, son una sucesión de danzas en distintas expresividades, Gigue, Sarabande, Courante, Bourrée, Menuet, Alemande, Gavotte, … precedidas por un amplio Preludio. Es precisamente en dichos Preludios donde reside gran parte de las cualidades musicales más destacables y complejas de la escritura bachiana; también su gran profundidad. No siendo, en conjunto, una obra en exceso complicada para un ejecutante avezado, sí logra revisar gran parte de la sonoridad instrumental y repasar un amplio catálogo de modos expresivos.

Más sorprendente resulta conocer que la Sexta Suite BWV 1012 en Re Mayor, fue escrita para un instrumento de cinco cuerdas. Todavía hoy no se sabe si un Violonchelo Piccolo de cinco cuerdas, una Viola Pomposa, un Violonchelo normal con cuerda adicional, o cualquier otro engendro museístico perteneciente al destinatario de tan extraña composición. Su sonoridad, más aguda, aporta nuevo valor y variedad al conjunto de Suites, y su Preludio es un fascinante ejemplo señero de toda la Belleza del mundo: la de JS Bach y un Violonchelo Solo.

Una obra embriagadora, interpretada aquí por Paul Tortelier:

(vídeo Barbebleuei)

7 comentarios:

pfp dijo...

una obra hipnótica, creo que escuchándola con los ojos cerrados se puede levitar...

un abrazo barbazul, gracias por este regalo

Mara dijo...

Y una extraordinaria pintura.
Gracias también por ella.
¡Buena semana!

Barbebleue dijo...

levitar, un verbo muy apropiado.

un abrazo, pfp

Barbebleue dijo...

A tal señor, tal honor!

Buena semana, Mara

Unknown dijo...

Barbe,
Con Bach me abruman las contradiccions pero entiendo que es estratosférico. Se trata de darle un adjetivo superior. Me gusta oírle en recintes sagrados, me gustan sus pasiones y cantates. Y me encanta su salmo sobre el sublime "Stabat Mater" del joven y delicado y malogtrado Pergolesi.

Petons!

Unknown dijo...

¡Uy! El Gauguin es magnífico. Diría que es el mismo pintor con sus rasgos peruanos.

Barbebleue dijo...

Fíjate, Glòria, que el viejo Bach es el único compositor del cual me gusta todo, absolutamente todo; lo he escuchado.

Bicos!