El Museo del Prado acaba de inaugurar una nueva modalidad de exposición basada en una única obra. Se denomina "La Obra Invitada" y es algo así como una obra en residencia: una presentación intensiva y extensiva de una obra maestra para su disfrute y comparación. Como primera invitada ha sido seleccionada la Magdalena Penitente de Georges de La Tour (1593-1652), proveniente del Louvre. Excelente elección de un maestro y un artista maldito y desconocido hasta los años veinte del pasado siglo.
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Tenía previsto una pequeña evocación del cuadro pero el excelente artículo de Antonio Muñoz Molina en el suplemento Babelia de El País me ha disuadido. Hago mías sus hermosas frases:
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"La luz es la fugacidad de la vida; la calavera, el recordatorio de la cercanía de la muerte; los libros cerrados, la vanidad del conocimiento humano."
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Y añade:
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"George de La Tour reduce al mínimo el vocabulario obligatorio de la representación para concentrarse en la plenitud de la presencia, en una contemplación ensimismada que es la de esa mujer en la habitación en la que sólo arde una llama y la que se nos contagia a nosotros cuando miramos el cuadro, examinando el modo en que esa luz toca cada superficie, la piel joven, el pelo tan liso, la camisa blanca, los dedos, las uñas, el hueso de la calavera, la soga, el contraste entre el máximo de claridad y los grados diversos de penumbra, y luego de negrura."
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Leer aquí el artículo completo.
Como contrapunto musical traigo al Castillo la Maddalena ai piedi di Cristo, Oratorio del magnífico y prolífico compositor Antonio Caldara (1670?-1736). Estrenado hacia 1700, es un hermoso ejemplo de sus cuarenta y dos oratorios sacros. Pertenece a su período veneciano, siendo Maestro de Capilla del Duque de Mantua. Su frescura compositiva e imaginación melódica brillan en toda la obra, así como su capacidad para transmitir el dramático sufrimiento: otro grandísimo genio también bastante olvidado. Gracias a los videos de OedipusColoneus, quien tuvo la misma idea de unir ambos creadores, pasemos a escuchar dos arias de la misma Magdalena, en interpretación de Maria Christina Kiehr y la Orquesta de la Schola Cantorum Basilensis, dirigidos por René Jacobs:
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"Voglio piongere sin che frangere"
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"Per il mar del pionto mio"
4 comentarios:
Es toda serenidad... María de Magdala. La luz y la sombra, la vida y la muerte, la contemplación, en un suave y bello abandono del pensamiento, al latido del único secreto conocimiento que perdura desde y para siempre y por encima de todo…
Preciosa compañía la música que acaricia la figura que, más que penitente, me parece según me habla el corazón, es la de “la Discípula Amada”…
Puedo reconocerme en esa postura, en esa actitud, en muchas ocasiones en que, superada por los acontecimientos, apenas puedes hacer otra cosa que sentarte y mirar sin ver y sin saber qué hacer. Es posible que la serenidad que dices Josefina venga de esa impotencia.
Enorme admiración por ese cuadro. Me gustaría verlo. Gracias Barbebleue.
nos ha colgado Vd, Sr. del Castillo dos maravillas, bueno tres contando la voz maravillosa de Christina Kiehr.
La historia del Arte describe el encadenamiento sucesivo de estilos diversos, las obras de La Tour y Caldara a pesar de no coincidir en tiempo y lugar coinciden en armonía y belleza, centro de gravedad para los sentidos y la sensibilidad.
Que preciosidad el "Per mar del pianto mio" de Caldara. Fijaos como llora el acompañamiento orquestal en una finísima,como siempre, dirección de Jacobs y claro, la Kiehr en su salsa.
Precioso
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