jueves, 21 de mayo de 2009

Dos adolescentes allegros

Rosario Olarte: "Adolescencia"
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Con la producción sinfónica de WA Mozart podemos recorrer la evolución del género durante todo el siglo XVIII y más allá. Desde su independencia del modelo italiano, la escuela de Mannheim, el desarrollo del estilo galante, la apoteosis clasicista con FJ Haydn y el horizonte del pre-romanticismo, directamente o por Beethoven interpuesto.
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Hoy propongo visitar dos movimientos de apertura, dos allegros, de dos Sinfonías de adolescencia, que además suponen jalones en el desarrollo de su genio y oficio. Una reveladora muestra de primor y frescura, ímpetu y dominio, gracia y seducción, con toda la insolencia y el desparpajo de la adolescencia pugnando por sentar cátedra. Ambos en versión de la Philharmonia Orchestra dirigida por Otto Klemperer, ese personalísimo director, genial y austero, de excelentes logros mozartianos.
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Sinfonía n.25 en sol menor K 183 (1773) Allegro con brio: el primer tema se precipita sobre un ritmo impulsivo en las cuerdas, mientras cantan los oboes. El segundo tiende a contrastar con el anterior y su impetuosidad, intentando relajar tensiones:
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Sinfonía n.29 en la mayor K 201 (1774) Allegro moderato: desarrollado de forma ambiciosa en tres temas principales comandados por las cuerdas, es un evidente ejemplo de su potencia compositiva:
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2 comentarios:

Josefina dijo...

En ese puente colgante que va de la niñez a la juventud y pasa sobre insondables abismos, Mozart fue dando a luz la expansión de su don inigualable: virtuosismo y potencia musical con manifestaciones ciertamente insolentes y provocativas, pero altamente seductoras, que produjeron y producen una atracción irresistible y hasta cierto sentimiento de“envidia” porque la trayectoria de su vida, ya desde el principio, fue un privilegio de insospechadas repercusiones para el Arte, con su música… Digo envidia psicológicamente hablando, de un ser que supo mostrarse tal cual era, pareciendo tan normal ser un genio, que ni siquiera lo pensó, y no dejándose manipular, tal vez sólo exteriormente, lo cual acabó con su existencia pero, por ello mismo, ya se hizo hijo de la Eternidad…
¡Bendita adolescencia la de Mozart!
Que belleza irradian estos dos Allegres de sus sinfonías…

pfp dijo...

con Mozart es que la vida es otra cosa...