Quinto
concierto de abono de la Sinfónica de Galicia, y nuevo programa de
escándalo. Johannes Brahms y Franz Liszt compartiendo atriles y
auditorio. Dos majestuosas cumbres de la música del Romanticismo,
tan descomunales como diferentes.
Se
juntaban en un escenario único un erizo rojo y un gato plateado,
como bien indicaban las excelentes notas al programa, de Estíbaliz
Espinosa. Dos perfiles de madurez tan contrastantes, dos maneras de
evolucionar el Arte. Pero, trazando los paralelismos y las
divergencias, no deja de resultar curioso cómo el «clasicote» Brahms fue reconvertido en «progresista» por parte de la
modernidad del siglo siguiente, dejando al «moderno» Liszt en
símbolo preeminente del clasicismo romántico. Paradojas e ironías
de la evolución.
El «gordito» nos trajo su Concierto para violín y orquesta en re
mayor op.77, una partitura colosal como un monte alpino,
virtuosística como el solista que lo encargó, Joseph Joaquim,
intensa como su referente, Beethoven. Vadim Gluzman fue el violinista
encargado de luchar con la endiablada escritura, sostenido por una
orquesta sinfónica en sentido estricto. Belleza y virtuosismo,
modernidad y clasicismo, técnica y emoción, fueron los resultados.
Un solista a la altura de la obra y de la orquesta, una música sin
fronteras estilísticas.
El «larguirucho» nos dejó su Sinfonía Dante S.109, un inmenso
fresco, casi un poema sinfónico, sobre la Divina Comedia. Y no la
pudo dejar en mejores atriles, pues el estreno de la partitura por
parte de la orquesta gallega conoció una lectura de asombro y
fascinación. En los primeros metales del Inferno, y su caótica
precipitación hacia el inframundo, saturada de golpes de sonido de
una desorganizada organización. En los tenues cúmulos de esperanza
y melancolía de las arpas que tiñen el Purgatorio. En la placidez
onírica de las voces femeninas que saturan el Magnificat final, para
dejarnos a las puertas del Paraíso. Al menos al musical sí
llegamos, gracias a una interpretación fastuosa que enardeció al
auditorio, dejó orgullosos a orquesta, coro y director titular Dima
Slobodeniouk ¡magnífica labor la suya!, y a los dos compositores
charlando amigablemente en una esquina oscura.
(vídeo
fervask)
Netherlands
Philharmonic Chorus & Netherlands Philharmonic Orchestra
Hartmut Haenchen
4 comentarios:
dos clásicos, "el gordo y el flaco"...
"el clásico nos interroga cada vez que lo abordamos. Desafía nuestros recursos de conciencia e intelecto, de mente y de cuerpo [...] El clásico nos preguntará: ¿has comprendido? [...]
George Steiner
siento abreviar la cita de Steiner; un placer escuchar la interpretación, del genio de Dante, por el genio de Liszt.
Gracias, Barbebleue.
no hay nada más clásico, y valioso, que la comprensión y el conocimiento...
Liszt y Dante también iban abreviados!
De nada, Mara.
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