Ante
la insistencia de Serguéi Diáguilev a Manuel de Falla (1876-1946)
para obtener una obra suya
para los Ballets Rusos, el compositor gaditano le entregó la
pantomima «El Sombrero de Tres Picos». Después del gran éxito de
la obra en el Alhambra Theatre de Londres en 1919 con una coreografía
de Massine y decorados y figurines de Picasso, Falla se instaló en
Granada hasta su exilio en Argentina.
La
tranquila vida en la ciudad nazarí, rodeado de buenos amigos como
Federico García Lorca, llevó al compositor a una creación mucho
más íntima y personal. Alejándose poco a poco de las fuentes
populares andaluzas, fue creando una producción más original y
variada, bebiendo con mayor asiduidad en la exuberante música
barroca de corte e iglesia.
Paradigma
máximo de esta nueva fase creativa es su Concierto para clave, de
1926, estrenado por la gran Wanda Landowska.
Un
año antes había estrenado en el Palau de la Música Catalana la obra
«Psyché».
Una partitura
para soprano con acompañamiento de flauta, arpa, violín, viola y
violonchelo, sobre un texto en francés de George Jean-Aubry, con la
cual Falla intentaba evocar una pequeña cantata barroca.
Una
delicia con cierto perfume a Debussy.
2 comentarios:
a ojos cerrados, nunca hubiera dicho que fuera de Falla... una delicia... Gracias barbazul
eso mismo pensé yo!
bicos, pfp
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