Las vacaciones estivales, por razones misteriosas y en contra de lo
que creemos, son espacios temporales en los cuáles Chronos parece estar
activado, moverse con soltura y cintura. Los buenos propósitos y las tareas
aplazadas a dicho período se desvanecen como esas minúsculas nubes que,
atrevidas e ingenuas, se asoman de vez en cuando al infinito azul.
Pero, pese a los cambios de humor, ubicación y meteorología, el verano
tampoco puede transcurrir ausente de la música de JS Bach. Aunque sea en dosis más pequeñas, es preciso encontrar ese
momento de infinitud personal; tal vez al caer la tarde, o al despuntar algún
lucero.
Y ya que estamos en lo pequeño y en lo bello, les propongo el Adagio (ma non tanto e dolce) del Concierto
Triple, para Flauta, Violín, Clave y Cuerdas en la menor BWV 1044
En este segundo movimiento, basado en la Sonata en trío para órgano en
re menor, la cuerda desaparece y son los tres solistas quienes edifican el
juego musical a cuatro voces. JS Bach retoma las dos voces de la Sonata y,
aprovechando la capacidad del clave para cantar a dos voces, le añade otras tantas.
El cálido revoloteo melódico de la flauta sobre el armazón orgánico
del clave, es compartido por el violín solista, en cuya labor de acompañamiento
se decide por el pizzicato, para que
la sorpresa se incorpore a la Belleza.
4 comentarios:
un goteo de estrellas ...
La música de Bach llega en este día del verano como una caricia a mi corazón dolorido y la sorpresa que se incorpora a su belleza es como el perfume que suaviza el ansia de infinitud.
sumamos la tuya, pilar pfp
Josefina, en la Música de Bach, que tanto compartimos, te esperaba.
Un beso grande.
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