Y no es
precisa la excelencia, el virtuosismo extremado, para reconfortar el ánimo y calmar el anhelo.
Basta una solvencia técnica, y un grado mínimo de capacidad para transmitir
sentimientos, para catalizar el proceso balsámico en el interior de cada uno de
nosotros. Es suficiente la Calidez y la Musicalidad. Calidez como sensación de acogimiento, de bienestar espiritual, de confort sensorial; Musicalidad, sonoro fluir indescriptible y sin obstáculos, a través del tiempo, que tanto reclamaba Leopold Mozart a su celebérrimo hijo.
Estas
cualidades aparecieron en el Concierto “Nella terra in ciel” del contratenor Xavier
Sábata y el grupo instrumental Vespres D’Arnadí, dentro del actual IX Festival
Via Stellae, felizmente vivo.
El
contratenor de Avià, aún sin una emisión fácil, ni una luminosidad vocal, ni
una gran capacidad para las agilidades era capaz de aplicar terapia musical a partir
de un centro rico y redondo (él mismo se define como contratenor contralto), y
de unas excelentes facultades para el lamento vocal y psicoemocional. El grupo
Vespres D’Arnadí, dirigido en esta ocasión desde el primer violín por Manfredo
Kraemer, aún en la delgadez de su sonido, atrapaba y envolvía sutilmente al
cantante, en el balanceo de sus arcos. El mensaje: una selecto ramillete de
arias operísticas de GF Händel, entre las que sobresalió una deliciosa y
delicada “Cara Sposa” de Rinaldo, para cerrar con una perla (otra más) de
Nicola Porpora.
Puede
que no rodasen las lágrimas, pero los ojos permanecieron húmedos por algún tiempo…
2 comentarios:
Qué sería de nosotros sin la sublimación... A mi me pasa lo mismo y ahora más que nunca me gusta ser "de sublimar" Me gusta mucho Rinaldo. Un sublime beso.
Y mientras, hemos perdido el sublime "Esdedesear", en contra de mi deseo...
Un excelso beso.
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