A finales de julio de 1783 WA Mozart y Constanze Weber
iniciaron una estancia de tres meses en la ciudad natal del compositor,
Salzburgo. El propósito de la visita era doble: por una parte presentar a su
padre Leopold y a su hermana Nannerl a
Constanze, con quien se había casado el verano anterior. Por otra, estrenar
su Misa en do menor KV427, en honor a su esposa.
Aprovechando la estadía quiso rendir visita a su viejo amigo
Michael Haydn, el hermano más joven de Franz Joseph. Desgraciadamente se encontró
a su colega enfermo y terriblemente disgustado debido a la presión del tiránico
arzobispo Colloredo. Éste le había encargado la composición de seis Dúos para
violín y viola, y en vista del retraso en la entrega -debido a su enfermedad
tan solo tenía completadas cuatro piezas- había suspendido su sueldo. Conmovido
por el doble sufrimiento de Michael, y también atraído por un cierto sabor de venganza
hacia el arzobispo que tanto le había amargado la vida hasta 1871, en un par de días le
entregó, de su inspiración, los dos Dúos que faltaban para completar la colección.
Aún en un género menor dentro de la música de cámara, Mozart
regaló a su amigo dos partituras de amplia elaboración e inusitada belleza: los
Dúos para Violín y Viola en Sol mayor KV423 y en Si bemol mayor KV424, ambos en
tres movimientos, dos rápidos que engloban uno lento.
Mucho más elaborados que los del joven Haydn, siendo además
un reputado intérprete de viola, Mozart asigna un papel destacado a este
instrumento, a la altura del violín; remedando su Sinfonía Concertante para las
mismas cuerdas. La más aguda de ellas dialoga en todo momento con su
subsecuente: unas veces con la ternura de una madre con su hija, otras con la
confidencia de dos hermanas, y en algunas ocasiones con la pasión de dos amantes.
El Dúo en Sol mayor despliega un bello trabajo
contrapuntístico, sin duda reflejo del estudio del gran Bach. El Allegro
inicial con sus tres temas melódicos es buen ejemplo de contrapunto elaborado e
imitaciones modulantes. Sigue un Adagio de fuerte aliento lírico repartido
sucesivamente entre las ocho cuerdas. Termina con un Rondeau (allegro) una
galanteríe francesa en forma rondó-sonata, en cuyo desarrollo repetitivo se cuelan dos cánones.
Escuchemos la obra completa en la interpretación de Arthur
Grumiaux –violín- y Arrigo Pellicia –viola-
(vídeo Barbebleuei)
(vídeo Barbebleuei)
6 comentarios:
un despota Colloredo, ilustrado pero déspota¡ y Mozart, capaz de hacer esta maravilla para ayudar a un amigo?¡... viva la amistad¡
un abrazo
el Amor, y la Amistad es una de sus variantes, siempre produce maravillas...
otro abrazo, pfp
Maravillas maravillosas. Me encantó.
Gracias Barbe,amigo.
Esdedesear un beso, maravillándome...
Precioso el gesto de Mozart que tan sobrado andaba siempre de inspiración.
¿Qué serrá que Colloredo me suene siempre a ser siniestro?
Gracias, barbe.
Sobrado, inspirado, generoso y manirroto... justo lo contrario que el príncipe-arzobispo.
De nada, Glòria
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