fotografía: copying beethoven
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Así nominó Wagner a la Séptima Sinfonía op. 92 de Beethoven. Yo me atrevería a ir más allá de don Ricardo proponiendo el sobrenombre de “Apoteosis del Ritmo”. Es ésta la cualidad musical más sobresaliente, auténtico leitmotiv de tan sensacional sinfonía. Ritmo en todas sus variantes, ritmo continuo, ritmo obstinado, ritmo energético, ritmo desbocado, ritmo infinito, ritmo vital…
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La Séptima fue compuesta entre 1811 y 1812, siendo estrenada al año siguiente en Viena con el propio compositor en la dirección. Es un portento de escritura, un pálpito vital, un latido de fondo. Una obra sin desmayo ni descanso, ni para pies ni para manos, una música dinámica y tensional, desde el Poco sostenuto introductorio hasta el galopante Allegro con brio final. Sin duda, una Apoteosis.
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El segundo movimiento, un Allegretto que no lo es, es el más conocido; también el más hondo y perfecto. Viene a ser una lenta marcha, o danza, elegíaca con ritmo ostinato que va pasando por los distintos atriles. Comienza en las cuerdas bajas, para saltar a los segundos violines, mientras violas y violonchelos desgranan el lírico primer tema melódico henchido de nobleza. Un segundo tema, más contenido, íntimo y recogido, aparece en clarinetes y fagotes, manteniéndose el ritmo de inicio. La maestría beethoveniana lleva el tema hasta los confines del contrapunto, con un fugato en las cuatro voces de la cuerda, hasta retomar fortissimo el obstinado inicial. Tras el regreso del segundo tema, en maderas y metales, el movimiento se extingue suavemente, adormeciendo el ritmo, en el pizzicato de la cuerda hacia el acorde final.
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¡Demonios! ¡Qué bien hacía estas cosas don Luis!
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Pensaba dejar la ilustración musical de este Alegretto en la lectura de Giulini pero me encontré un video de Carlos Kleiber, y no he podido evitar la tentación… sabrán disculparme la reiteración pero vale la pena ver y escuchar de nuevo a este genial director, todo un espectáculo:
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La Séptima fue compuesta entre 1811 y 1812, siendo estrenada al año siguiente en Viena con el propio compositor en la dirección. Es un portento de escritura, un pálpito vital, un latido de fondo. Una obra sin desmayo ni descanso, ni para pies ni para manos, una música dinámica y tensional, desde el Poco sostenuto introductorio hasta el galopante Allegro con brio final. Sin duda, una Apoteosis.
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El segundo movimiento, un Allegretto que no lo es, es el más conocido; también el más hondo y perfecto. Viene a ser una lenta marcha, o danza, elegíaca con ritmo ostinato que va pasando por los distintos atriles. Comienza en las cuerdas bajas, para saltar a los segundos violines, mientras violas y violonchelos desgranan el lírico primer tema melódico henchido de nobleza. Un segundo tema, más contenido, íntimo y recogido, aparece en clarinetes y fagotes, manteniéndose el ritmo de inicio. La maestría beethoveniana lleva el tema hasta los confines del contrapunto, con un fugato en las cuatro voces de la cuerda, hasta retomar fortissimo el obstinado inicial. Tras el regreso del segundo tema, en maderas y metales, el movimiento se extingue suavemente, adormeciendo el ritmo, en el pizzicato de la cuerda hacia el acorde final.
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¡Demonios! ¡Qué bien hacía estas cosas don Luis!
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Pensaba dejar la ilustración musical de este Alegretto en la lectura de Giulini pero me encontré un video de Carlos Kleiber, y no he podido evitar la tentación… sabrán disculparme la reiteración pero vale la pena ver y escuchar de nuevo a este genial director, todo un espectáculo:
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Video de xedos 1
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Ayer tarde, mientras el Barça jugaba el partido del siglo de esta semana, nos visitó la legendaria Academy of Saint Martin in the Fields, tan sólo faltaba la coletilla “dirigidos por Neville Marriner”, pero no, esta vez con el noruego Terje Mikkelsen a la batuta. Vinieron para interpretar este movimiento y sus otros tres hermanos, y edificar así una Séptima de lectura elegante y contenida, apolínea; más cercana al clasicismo que al romanticismo, para entendernos. Con ese sonido cálido y hermoso que como una pátina indeleble, un barniz de antaño, mantienen las grandes orquestas, sea cual sea su estado de forma: una unidad amorosa para una cuerda de caricias…
Video de xedos 1
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Ayer tarde, mientras el Barça jugaba el partido del siglo de esta semana, nos visitó la legendaria Academy of Saint Martin in the Fields, tan sólo faltaba la coletilla “dirigidos por Neville Marriner”, pero no, esta vez con el noruego Terje Mikkelsen a la batuta. Vinieron para interpretar este movimiento y sus otros tres hermanos, y edificar así una Séptima de lectura elegante y contenida, apolínea; más cercana al clasicismo que al romanticismo, para entendernos. Con ese sonido cálido y hermoso que como una pátina indeleble, un barniz de antaño, mantienen las grandes orquestas, sea cual sea su estado de forma: una unidad amorosa para una cuerda de caricias…
8 comentarios:
Tuve la suerte de escuchar a Carlos Kleiber en directo dirigiendo esta sinfonía. Sin duda uno de los regalos que me ha hecho la vida.
No me había dado cuenta de que le habías hecho este post y he escrito un comentario antes en el Blog de Maac. Adoro el allegreto, creo que es la progresión más perfecta y más armónica que he escuchado en mi vida.
Grazie mille Barbebleue!
Conseguir que lo sea, acertar con el tiempo, hacer que avance de forma fluida ese dialogo entre las distintas familias de instrumentos me parece dificilisimo de conseguir, aunque en la mano del elegantísimo kleiber parezca un juego de niños.
Reitero lo que he dicho en el blog de Maac, si tuviera que elegir una sinfonía de Beet -con exclusión de la 9ª- sin duda elegiria la 7ª y si fuera un director quizá en recuerdo de aquella noche tan maravillosa, me quedaria con Kleiber.
Grazie mille Barbebleue!
Me ha debido de gustar tanto que releyendo lo escrito creo que te ha dado dos veces las graciasja ja ja, bueno "se non è vero, è ben trovato"
¡Qué bien suena, además, lo que tú has escrito, Barbebleue!
Gracias.
No sé como lo haría el noruego Mikkelsen, pero Kleiber no deja de maravillarme cada vez que veo un vídeo suyo, y si es dirigiendo Beethoven más todavía.
Maravilloso director y orquesta para esta Sinfonía de Beethoven.
Tu presentación y reflexión son también una caricia sobre esa pátina y comulga con la exquisitez y elegancia de la música.
La escucharé otra vez y otra, gracias Barbebleue.
Sensacional Kleiber, con su punto de locura, en la apoteosis del ritmo (me gusta esa clasificación).
La versión de Thielemann, al que últimamente estoy venerando, también me gusta muchísimo, aunque pueda parecer más previsible, pero es puro nervio teutón.
música apoteósica¡¡¡
Se habrá dicho un billón de veces: Uno de los fragmentos sinfónicos más bellos que jamas se haya escrito. Cierro los ojos y veo el universo, su infinitud galáctica, siento su ritmo de reloj preciso coordinando el sistema planetario.
Tu escrito: Inmejorable.
Muchas gracias Barbe.
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