Existen piezas o fragmentos musicales que nos impregnan muy profundamente, dejando honda y persistente huella. Su reminiscencia siempre nos causa un penetrante placer. Felicidad no sólo por evocación, sino pura e inmediatamente física. Una delicia urgente de síntomas que alcanzan el vello, y una saturación de endorfinas que satisface y sosiega. Y todo ello sin necesidad de conocer la explicación racional del motor etiológico, ni falta que nos hace. Yo les llamo “nirvanas musicales”.
Uno de ellos es el primer movimiento Allegro non troppo de la Sonata para piano y violonchelo en mi menor op 38 de Johannes Brahms, así como a él le gustaba decirlo, con el piano por delante. Una amalgama de :
. insondable hondura expresiva
Uno de ellos es el primer movimiento Allegro non troppo de la Sonata para piano y violonchelo en mi menor op 38 de Johannes Brahms, así como a él le gustaba decirlo, con el piano por delante. Una amalgama de :
. insondable hondura expresiva
. sobrecogedora intensidad emocional
. amplísimas dinámicas edificadas en la ansiedad
. melodismo desatado colmado de un lirismo energético
. pianismo protagónico y fundamental
. una cuerda abisal pero corpórea y mimosa
Queda aquí constancia en la fastuosa interpretación de Mstislav Rostropovich y Rudolf Serkin
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. amplísimas dinámicas edificadas en la ansiedad
. melodismo desatado colmado de un lirismo energético
. pianismo protagónico y fundamental
. una cuerda abisal pero corpórea y mimosa
Queda aquí constancia en la fastuosa interpretación de Mstislav Rostropovich y Rudolf Serkin
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… ya la entrada al primer tema se produce en los territorios profundos del violonchelo, remontando sobre acordes del piano que recoge la melodía y, generoso, la comparte con la cuerda. Ambos protagonistas la llevan hacia el segundo y hermosísimo tema, expuesto en el chelo, con una dinámica demoledora. Vuelve la paz negociada por el teclado volcándola hacia el tema inicial. Uno y otro son desarrollados y reexpuestos en un mano a mano que nos pasma…
5 comentarios:
Maravilloso. No sé si yo le encontraría mucho más allá de la sobrecogedora intensidad emocional, que es lo que encuentro en gran parte de las obras de Brahms. Soy bastante menos analítica... y tengo menos afán descriptivo :-)
Has bordado la entrada, Barbebleue.
Brahms siempre es MARAVILLOSO, y además, entre otras muchas, tiene la virtud de ponerme pedante ;-)
La conexión de la música con el alma es algo habitual para los melómanos, pero pocas veces esa unión surge de forma tan pura como cuando se escucha a Brahms.
Añado una frase del compositor: "Componer no es difícil, lo complicado es dejar caer bajo la mesa las notas superfluas"
Tus palabras me han impresionado, Barbebleue.
emocionante,
tus palabras, la música y las orquídeas
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