Todos conocemos la opulencia de la cuerda de Richard Strauss, un auténtico brocado de seda aterciopelada. Tan válida, por útil y necesaria, para la voluptuosidad de Salome como para la descarnada locura de Elektra. En esta ocasión vehicula una de las músicas más tristes y desoladoras que se hayan escrito: Metamorphosen
Partitura escrita en 1945, refleja su particular dolor por la destrucción de las ciudades y centros de cultura del abortado Tercer Imperio alemán: Munich, Berlin, Dresde, Viena, …
Un estudio para 23 cuerdas solas (diez violines, cinco violas, cinco violonchelos y tres contrabajos) que expone la continua metamorfosis, léase variación, de cuatro temas de inusitada profundidad y belleza. Un continuo cambio que va más allá de la clásica variación pues los temas se entrelazan, ramifican y disuelven entre sí creando un magma sonoro ininterrumpido. Hacia el final Strauss apuntó la locución In Memoriam! sobre una frase ya aludida desde el comienzo, y que no es otra que la marcha fúnebre que inicia el segundo movimiento de la Tercera Sinfonía de Beethoven.
Partitura escrita en 1945, refleja su particular dolor por la destrucción de las ciudades y centros de cultura del abortado Tercer Imperio alemán: Munich, Berlin, Dresde, Viena, …
Un estudio para 23 cuerdas solas (diez violines, cinco violas, cinco violonchelos y tres contrabajos) que expone la continua metamorfosis, léase variación, de cuatro temas de inusitada profundidad y belleza. Un continuo cambio que va más allá de la clásica variación pues los temas se entrelazan, ramifican y disuelven entre sí creando un magma sonoro ininterrumpido. Hacia el final Strauss apuntó la locución In Memoriam! sobre una frase ya aludida desde el comienzo, y que no es otra que la marcha fúnebre que inicia el segundo movimiento de la Tercera Sinfonía de Beethoven.
Dedicada a Paul Sacher y al Collegium Musicum de Zurich, quienes la estrenaron el 23 de enero de 1946. El estreno español tuvo lugar en la residencia del maestro Joan Altisent en Barcelona en junio de 1956. Escuchémosla en la intensa versión del gran straussiano (y wagneriano) Rudolf Kempe con la Staatskapelle Dresden:
2 comentarios:
Ideal para empezar a adentrarnos en la inminente Elektra.
La versión es preciosa.
Preciosa de verdad, llena de una tristeza que me recuerda a la del concierto para chelo de Elgar, éste escrito tras la primera guerra mundial. En ambos casos los autores, ya cerca del final de sus vidas, parecen lamentar haber vivido unos tiempos tan crueles como los que les tocó vivir. Y, esto ya es una sensación personal, parecen decirle al oyente: "No creas que el futuro va a ser diferente".
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