Terezín - Dibujo de Margit Koretzova
Terezín, al norte de Praga, fue fundada a finales del siglo XVIII por el emperador José II, en honor a su madre la emperatriz María Teresa, a partir de una peculiar fortaleza militar. Durante el régimen nazi fue convertida en gueto judío y campo de concentración bajo el nombre alemán de Theresienstadt.
Dicho campo fue utilizado por la
propaganda nazi como modelo de ciudad para el pueblo judío; un
paradisíaco lugar donde florecían las artes. Para dicho fin
llegaron a realizar un documental bajo el ilustrativo título “El
Führer regala una ciudad a los judíos”, e incluso organizaron
visitas abiertas a la comunidad internacional. Por eso concentraron a
multitud de artistas en dichas instalaciones, con cierta libertad
para organizar eventos artísticos, desde teatro hasta conciertos y
óperas. Pero en realidad se trataba de un campo de paso hacia los
verdaderos campos de exterminio, Auschwitz especialmente.
Hablando tan solo de músicos, por
Terezín pasaron y trabajaron compositores como Elkan Bauer, Rudolf
Karel, Viktor Ullmann (estrenó aquí su ópera Der Kaiser von
Atlantis), Pavel Haas, Hans Krása (estrenó su ópera para niños,
Brundibár) o Heinz Alt. También intérpretes como la pianista Alice
Herz-Sommer, o el director de orquesta Karel Ancerl, supervivientes
ambos.
Pero, ahondando en el horror del
horror, de la humillación y el exterminio nos han llegado también
poemas de niños que elevaron su sensibilidad más allá de esos
muros: Pavel Friedmann, Franta Bass, M. Kosek, H. Lowy, Bachner, y
otros, entre los más de quince mil niños que pasaron por Terezín.
Obras que se conservan en el Museo Judío de Praga.
La compositora Lori Laitman (1955)
escribió entre 1995-1996 un ciclo de seis canciones sobre seis
poemas de algunos de estos niños, titulado “I Never Saw Another
Butterfly”. Tal vez el más emotivo de todos es el primero, poema
homónimo de Pavel Friedmann, que pasamos a escuchar en la profunda y desoladora versión
para soprano y clarinete solo. Transcribo la versión en inglés del
poema, tal como se utilizó para la canción; no me he atrevido a
traducirla.
The last, the very last
So richly, brightly, dazzlingly
yellow.
Perhaps if the sun's tears would
sing
against a white stone…
Such, such a yellow
Is carried lightly 'way up high.
It went away I'm sure because I
wished to
kiss te world good-bye.
For seven weeks I've lived in
here,
Penned up inside this ghetto.
But I have found what I love
here.
The dandelions call to me
And the white chestnut branches
in the court.
Only I never saw another
butterfly.
That butterfly was the last one.
Butterflies don't live in here,
in the ghetto.
2 comentarios:
El holocausto judío siempre hiere como si se acabara de descubrir. Hay un libro precioso de Sebald, "Austerlitz". No sé si lo conoces, es una lección de estilo y él aparece Terezin. Siempre tendré asociados el campo, Austerlitz, las mariposas y Sebald.
Un bico.
La visión, tan documentada, del Mal absoluto sobrecoge una y otra vez, y es bueno que así sea. Nunca he querido profundizar demasiado en los detalles macabros de los campos y aledaños, pero Terezín atrajo siempre mi atención por su cínica utilización y la concentración de músicos que los verdugos llamaron "degenerados". Una generación perdida, sin duda, pero el Arte y la Vida se abren paso incluso entre la abyección.
Un petó.
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