Poco imaginaba ¿o
sí? Hector Berlioz (1803-1869) que una visita en 1856, en
compañía de F. Liszt, a la Princesa de Sayn-Wittgenstein habría de
poner en marcha la composición de su más grande ópera: Les
Troyens.
Así lo cuenta él
mismo:
“... Hallándome
en casa de la Princesa (amiga devota de Liszt, mujer de corazón y de
ingenio, que me sostuvo en mis horas más tristes), hablé de mi
admiración por Virgilio y de la idea que tenía de una gran ópera
tratada por el sistema shakesperiano, cuyo argumento serían los
libros III y IV de la Eneida. Añadí que conocía demasiado las
amarguras y complicaciones que forzosamente habría de causarme
semejante empresa, para que se me ocurriese intentar llevarla a cabo.
En efecto -replicó la Princesa- de su pasión por Shakespeare, unida
a ese amor a la Antigüedad, debe salir algo grandioso y nuevo. No
tiene usted más remedio que hacer esa ópera ¡Hay que empezarlo y
terminarlo! Como yo continuara defendiéndome, la Princesa añadió:
¡Oígame bien! Si retrocede usted ante los trabajos y penalidades
que esa obra puede y debe causarle, si tiene la debilidad de tener
miedo y no arriesgarlo todo por Dido y por Casandra, no vuelva usted
a presentarse ante mí, pues no quiero verle más”
Picado en su amor
propio, Berlioz ya no pudo contener aquella idea de llevar a Virgilio
al teatro de ópera. De regreso a París tras aquel viaje, comenzó a
escribir los versos del libreto de Les Troyens; después vendrían
dos años y medio de composición musical para finalmente iniciar los
no menos dolorosos preparativos para llevarla a escena.
“Desaliento... Alegría... Disgusto... Placer... Furor... Avanzo
despacio, muy despacio” así proseguía la labor. Sería a
finales de 1863 cuando se estrenase en el Théâtre Lyrique de París,
convenientemente amputada de su primera parte, la Toma de Troya.
Berlioz nunca vería representada su obra tal cual la había
concebido; habría que esperar al año 1957 en el Covent Garden bajo
la batuta de Rafael Kubelik.
Esta opera magna
de Berlioz fue concebida como un díptico, La Toma de Troya y
Los Troyanos en Cartago, estructurado en cinco amplios Actos,
por donde desfilan los grandes eslabones de la Eneida: el fantasma de
Hector, la muerte de Casandra, la caída de Troya, los amores de Dido
y Eneas, la partida hacia Roma o el suicidio de Dido. Todo ello
enmarcado en una intensa y brillante música, excelentemente
orquestada como es norma en el autor, donde toda la épica de la
narración deja lugar al lirismo del amor imposible, y aún a las
danzas de toda Grand Opera.
Uno de los momentos más
hermosos y culminantes de la obra es el gran dúo de amor de Dido y
Eneas del Acto IV "Nuit d'ivresse et d'extase infinie", escrito en 1856 en “plena fiebre de
composición”
(vídeo Meyerbeer
Smith)
Josephine Veasey
Jon Vickers
Orchestra of the Royal Opera House, Covent Garden
Colin Davis
Josephine Veasey
Jon Vickers
Orchestra of the Royal Opera House, Covent Garden
Colin Davis
“Es hermosa porque
es Virgilio, es conmovedora porque es Shakespeare”
(H. Berlioz: Carta a
la Princesa)
4 comentarios:
evidente que se tomó el tiempo necesario para crear esta gran ópera ..., "sin tiempo no hay nada, sin tiempo ni siquiera existiríamos"
efectivamente: somos Tiempo... la Música también.
Hermoso texto sobre el nacimiento de esta ópera gigante. Berlioz es un compositor al que debò tiempo -hablabamos de tiempo-. Aparqué como una quinceañera en sus belles "Nuits d'été" y me he conformado solo con fragmentos de sus óperas. Llegará nuestro momento, el de Berlioz y mío.
Feliz romance, Glòria... y fantástico!
Publicar un comentario