Declaraba
a la prensa el barítono Juan Jesús Rodríguez, pocos días antes del estreno, que
el reparto de este Trovatore de la Temporada Lírica de A Coruña, era hoy por hoy,
insuperable. Después de escuchar la segunda función, el día 6 de septiembre, no
sólo corroboro dicha opinión, tal vez interesada en origen, sino que la
remacharía añadiendo que supera a muchas del pasado glorioso.
Al fin
y al cabo, como decía Toscanini ¿o era Caruso? para esta ópera “tan sólo se necesitan los cuatro mejores
cantantes del mundo”… y ésta es la única y simple razón del éxito de estas
funciones: todas y cada una de las cinco voces principales fueron absolutamente
óptimas para sus roles, por volumen, por color, por técnica, por fiato, por squillo, por filato, por canto verdiano… Cada cual, lo suyo, lo
justo y necesario, y en algunos, la excelencia.
Gregory Kunde, el tenor dejó un trovador altivo, pelín
alocado como procede. Timbre altanero, emisión poderosa, squillo ad hoc para una “Pira”;
pena de una dicción algo más clara...
Angela Meade: Leonora de dulcísima voz y técnica
apabullante: coloratura maestra y filati
de vértigo. Una gozada de soprano.
Juan Jesús Rodríguez: barítono de “bronce y rasga” dotó de vida y credibilidad al Conde de Luna,
atormentado personaje. Su presencia vocal fue apabullante, tan solo con unas
gotas más de elegancia sería un barítono verdiano de referencia.
Marianne Cornetti: Azucena racial, desatada,
demente, de voz amplia y generosa, que no dúctil, arrimó una fuerza dramática
fuera de lo común. Gitana de rompe y
rasga, ¡ésta sí! Un animal operístico que se llevó la mayor ovación.
Dmitri Olyanov: Ferrando de auténtico lujo. Voz profunda de
bajo paternal, untuoso como un abrazo largo y profundo.
El Ruiz
de Badel Albelo resultó cumplidor y
animoso, pero la Inés de Alba López
Trillo evidenció un preocupante vibrato.
El Coro Gaos estuvo muy acertado en las
preciosas partes que Verdi le dejó escritas. Una grata sorpresa.
La
siempre preciosista Orquesta Sinfónica
de Galicia estuvo dirigida por la directora canadiense Keri-Lynn Wilson, con fiereza metronómica, hábil en el
acompañamiento a los cantantes pero escasa en vuelo sinfónico.
Montaje
de Mario Pontiggia: un geométrico
marco cambiante que sin gran belleza plástica no llegó a molestar como sí lo
hizo la desastrosa iluminación, especialmente la de los personajes.
Lo
importante, excepcional, de campanillas. Un placer para los sentidos.
En homenaje a la más aplaudida, cerramos con la conocida aria de Azucena “Stride la Vampa!” a cargo de Marianne Cornetti hace ya nueve años (ahora está mejor):
En homenaje a la más aplaudida, cerramos con la conocida aria de Azucena “Stride la Vampa!” a cargo de Marianne Cornetti hace ya nueve años (ahora está mejor):
6 comentarios:
¡Cómo disfruté!Una gran suerte.Un beso
¡Pero qué envidia Dio mio, qué envidia! Es una de mis óperas predilectes y Stride una de mis arias predilectes. La primera vez que escuché el aria , hace ya muchos años, yo no estaba nada acostumbrada a la ópera, pensaba que me era inaccessible, lo que decía, la escuché hace muchos años en una retransmisión televisiva desde el Liceo. Cantaba trágica y rebelde Fiorenza Cossotto. Fue un impacto. No sabia que podían componerse canciones así y que me llegarían al alma.
Espero verla el próximo Octubre en NYC que, de vez en cuando, debo darme homenajes
¡No te vi, Conchita! claro que no cabía un alfiler...
Besos.
De la trilogía popular verdiana, mi predilecta siempre ha sido el Rigoletto, pero Verdi, como todos los grandes, encandila en todas sus obras.
Glòria, en NYC seguro que disfrutarás de esta misma soprano ¡feliz homenaje!
Rigoletto también me entusiasma. En realidad no sabria cual elegir. No veré a meade sinó a Netrebko. A Meade la escuché en un ensayo general en Barcelona y me pareció exquisida.
Beso!
Y bien que lo sentí. Yo tambien Rigoletta
Publicar un comentario