Decíamos ayer…
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... que las óperas barrocas son el Tourmalet del Festival Via Stellae. Intensas, elevadas, decisivas, demoledoras… un Rubicón donde un buen festival se juega éxito y reputación.
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Un año más (y van …) el Via Stellae compostelano ha acertado de pleno: obras, repartos, orquestas, directores… En esta edición nos proponían dos títulos: la Agrippina de GF Händel, y el Orlando Furioso de A Vivaldi.
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El segundo Orlando vivaldiano es una obra desatada, rebosante de excesos, escaparate de affetti, colmada de recursos dramáticos: magia, locura, ternura, desesperación,… Compuesta en 1727 para el teatro San Angelo de Venecia, contó con un gran reparto en su época, al igual que el que se subió a las tablas del Teatro Principal de SdC en versión de concierto: un elenco redondo, homogéneo, adecuado, musical, y una orquesta, la Venice Baroque, con toda la magia y el brillo veneciano en todos sus atriles; al mando, un experto: un Andrea Marcon animado, positivo, contento, generoso…
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Orlando: Marie-Nicole Lemieux: bajo un look y un lenguaje corporal a lo Rosa de España, asomaba un carácter indómito e incontenible que, desde la sobreactuación, oscilaba entre el puro infantilismo ingenuo hasta la demencial fiereza, realzada por una expansiva voz más de mezzo que de contralto, fecunda en armónicos, bien gobernada y homogénea, cordial coloratura, inmensa riqueza musical, como un abrazo de corcheas. Su escena de locura fue de ídem, al igual que el recibimiento del público en los saludos.
... que las óperas barrocas son el Tourmalet del Festival Via Stellae. Intensas, elevadas, decisivas, demoledoras… un Rubicón donde un buen festival se juega éxito y reputación.
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Un año más (y van …) el Via Stellae compostelano ha acertado de pleno: obras, repartos, orquestas, directores… En esta edición nos proponían dos títulos: la Agrippina de GF Händel, y el Orlando Furioso de A Vivaldi.
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El segundo Orlando vivaldiano es una obra desatada, rebosante de excesos, escaparate de affetti, colmada de recursos dramáticos: magia, locura, ternura, desesperación,… Compuesta en 1727 para el teatro San Angelo de Venecia, contó con un gran reparto en su época, al igual que el que se subió a las tablas del Teatro Principal de SdC en versión de concierto: un elenco redondo, homogéneo, adecuado, musical, y una orquesta, la Venice Baroque, con toda la magia y el brillo veneciano en todos sus atriles; al mando, un experto: un Andrea Marcon animado, positivo, contento, generoso…
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Orlando: Marie-Nicole Lemieux: bajo un look y un lenguaje corporal a lo Rosa de España, asomaba un carácter indómito e incontenible que, desde la sobreactuación, oscilaba entre el puro infantilismo ingenuo hasta la demencial fiereza, realzada por una expansiva voz más de mezzo que de contralto, fecunda en armónicos, bien gobernada y homogénea, cordial coloratura, inmensa riqueza musical, como un abrazo de corcheas. Su escena de locura fue de ídem, al igual que el recibimiento del público en los saludos.
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Marie-Nicole Lemieux: aria de Orlando "Nel profondo cieco mondo"
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Alcina (Marina Prudenskaya): típica mezzo eslava, más larga que un día sin pan, de voz entubada y escasos matices. Muy nerviosa y algo ausente dramáticamente de la función, leyó sus atractivas arias de una forma un tanto académica, sin salsa, ni grasa, ni personalidad.
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Bradamante (Romina Basso): en un papel adecuadísimo a sus cualidades supo brillar Romina, demostrando categoría y entrega, belleza y pasión, juventud y arrebato. Bravo!
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Angelica (Inga Kalna): comienzo heterogéneo y titubeante para ir consolidando el personaje más tierno, con unas aterciopeladas arias intimistas, y una voz que se fue ajustando como un guante al rol.
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Medoro (Martín Oro): equilibrio, buen gusto, profundidad, empaque…
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Ruggiero (David D. Q. Lee): una excelente impresión dejó este contratenor de exquisito gusto en el fraseo, bello timbre y sonoro instrumento.
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Astolfo (Luca Tittoto): barítono atenorado de vocalidad brillante y creíble, buena y agradable emisión.
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La orquesta veneciana estuvo maravillosa: de sonoridad untuosa en cuerdas y maderas, brillante y soleada, suculenta de dinámicas, amplias pero bajo control. Andrea Marcon desde el clave pilotaba con buen tino la nave a través de esos mundos feéricos y encantadores que el bueno del Prete Rosso nos dejó de regalo.
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Grazie, signor Antonio!
Marie-Nicole Lemieux: aria de Orlando "Nel profondo cieco mondo"
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Alcina (Marina Prudenskaya): típica mezzo eslava, más larga que un día sin pan, de voz entubada y escasos matices. Muy nerviosa y algo ausente dramáticamente de la función, leyó sus atractivas arias de una forma un tanto académica, sin salsa, ni grasa, ni personalidad.
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Bradamante (Romina Basso): en un papel adecuadísimo a sus cualidades supo brillar Romina, demostrando categoría y entrega, belleza y pasión, juventud y arrebato. Bravo!
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Angelica (Inga Kalna): comienzo heterogéneo y titubeante para ir consolidando el personaje más tierno, con unas aterciopeladas arias intimistas, y una voz que se fue ajustando como un guante al rol.
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Medoro (Martín Oro): equilibrio, buen gusto, profundidad, empaque…
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Ruggiero (David D. Q. Lee): una excelente impresión dejó este contratenor de exquisito gusto en el fraseo, bello timbre y sonoro instrumento.
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Astolfo (Luca Tittoto): barítono atenorado de vocalidad brillante y creíble, buena y agradable emisión.
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La orquesta veneciana estuvo maravillosa: de sonoridad untuosa en cuerdas y maderas, brillante y soleada, suculenta de dinámicas, amplias pero bajo control. Andrea Marcon desde el clave pilotaba con buen tino la nave a través de esos mundos feéricos y encantadores que el bueno del Prete Rosso nos dejó de regalo.
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Grazie, signor Antonio!
9 comentarios:
¿te imaginas subir el Tourmalet escuchando a Vivaldi?
un abrazo Barbazul y gracias por tu estupenda crónica
Por fin Barbe!, me temía que el heavy hubiera noqueado el castillo.
¡Que lástima la Prudenskaya!, es muy buena, alguna cosa le habrá pasado o no le sentó bien el marisco que seguro que se zampó antes de vestirse de Alcina.
Feliz regreso
!Bienvenido Barbebleue!
Magnífica crónica, de tan rica expresión que haces vivir la música...
Gracias.
¡Bienvuelto, Barbebleue!
Por lo que veo lo pasaste muy bien, de lo cual me alegro. Sobre el papel todo apuntaba a que iba a ser así, grandes artistas y un muy buen conjunto con su excelente director.
Marie-Nicole Lemieux a veces me parece sublime y otras, en cambio, la encuentro excesiva. Si dices que al final se decanta más hacia lo primero te creo.
Función memorable. No le hagan ni caso a su ilustrísima, que aquí todos estuvieron espectaculares. La Prudenskaja le echó un buen par de ovarios en un repertorio que no es el suyo, pero ahí hay cantante, sin duda. En Lemieux, una personalidad apabullante (quizá demasiado); los dos contratenores, espléndidos, el bajo, barítono o lo que sea, con una bonita voz....
Y Gggggggggggggggggrrrromina Basso..... LA ADOROOOOOO. Cuando pone esas caras de tigresa ninfómana....wow....
GRAN FUNCIÓN!!!
feliz día del Santo Patrón¡¡¡
Pilar: el Tourmalet este año lo han subido con Massenet...
Joaquim: la Prudenskaya estaba fuera de función y de rol. Más bien sería el Albariño...
Josefina has dado con el secreto: la música se vive...
Titus: entre ambos extremos osciló Lemieux, pero ganó la artista.
Amigo Galaico: como no podía ser de otra manera, veo que coincidimos completamente en la valoración.
Pilar, de nuevo: mejor sin santo ni patrón...
Yo también te echaba de menos, Barbe. Me ha encantado tu crónica. Lemieux me gusta mucho y sobretodo haciendo Vivaldi. Todo el espectáculo parece haber sido estupendo y me alegro.
Gracias, Glòria. Sí, la Lemieux es un espectáculo...
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