Como puede resultar obvio, tras mi fugaz desplazamiento a Oviedo con motivo de una función de Thaïs, he vuelto preñado de las almibaradas melodías de Massenet. Puede incluso resultar harto empalagoso y superficial salvo cuando se decide a encender el motor rítmico y aquello cobra vida. La célebre Meditación de Thaïs no para de revolotear en mi cerebro, neurona arriba, neurona abajo; por lo que, como terapia por impregnación, me decido a dejar diversas lecturas de esta página, tan diferentes que hay para todos los paladares.
Como postre, un audio de Renée Fleming cantando el Aria del espejo.
Como postre, un audio de Renée Fleming cantando el Aria del espejo.
Janine Jansen
Anne-Sophie Mutter
Anne-Sophie Mutter
Maxim Vengerov
El gran Nathan Milstein
Renée Fleming: Aria del espejo
3 comentarios:
Caramelo, mucho caramelo.
¿Cómo han ido las funciones de Oviedo?
Lo mejor fue la excelente e idiomática lectura que le imprimió el director Alain Guingal a la orquesta de la capital; y lo peor, un hiperecléctico montaje donde pretendían convivir egipcios de la XVIII Dinastía, con la lección de baile de Degas, nenúfares de Monet, la Venus de Boticelli, una Eva de Klimt y musulmanas con chador moviéndose entre restos de Salzillo. Un horror.
Ángel Ódena (Athanaël) llegó al notable y Pamela Armstrong (Thaïs), se quedó en el aprobado, pese a unos bellos agudos. Stefano Palatchi (Palémon), cumplidor y Reinaldo Macías (Nicias), meritorio en su ingrato papel.
Gracias barbebleue.
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