Es
muy posible que el compositor-hijo más famoso de la historia haya
sido un Strauss, concretamente Johann Strauss II. Perteneciente a esa
gran familia de músicos austríacos de tan distinguido apellido,
para siempre asociados al vals y al Danubio.
Richard
Strauss, el bávaro, sin
tener relación alguna con los mencionados, sí compartió apellido,
y al igual que ellos también tuvo padre: padre y músico llamado
Franz Joseph Strauss. En este caso, compositor e instrumentista de
trompa en la Orquesta de la Corte de Munich durante cuarenta años.
Mentor y primer maestro de su hijo, a quien ayudó en gran medida a
llegar a la inmensa cumbre donde hoy se sitúa Richard, sin duda
entre los más grandes.
Como
buen y agradecido hijo, también por las influencias domésticas, la
trompa es instrumento destacado en la obra de Richard Strauss. A la
temprana edad de 19 años escribió su Primer Concierto para Trompa y
Orquesta en mi menor op. 11, dedicado a su progenitor. Una obra
clásicamente romántica, donde ya apuntaba maneras de gran
compositor.
La
friolera de sesenta años más tarde, Richard volvería a la trompa
solista escribiendo su Segundo
Concierto para Trompa y Orquesta,
también en la tonalidad de mi menor. Fue escrito en 1942 en plena
Segunda Guerra Mundial, en su retiro en los Alpes bávaros, y
terminado en Viena, poco
después del exitoso estreno en Munich de su última ópera
Capriccio, y estrenado en el Festival de Salzburgo de 1943 con
la Filarmónica de Viena dirigida
por Karl Böhm.
Estamos
ante una obra muy diferente a la primera para esta misma formación.
Huyendo del virtuosismo extremo, de la tiranía de la técnica, y de
las exuberancias de juventud, Richard esparce un sencillo fluido
de melodías de gran lirismo y vuelo poético; casi un cantabile
contemplativo, sin
atisbos de tristeza o desolación.
Buen
ejemplo es el segundo movimiento del Concierto: un Andante
con moto en el que el
solista, sin sobresalir en exceso de entre el resto de metales, nos
va haciendo olvidar que estamos respirando...
(vídeo Barbebleuei)
Peter Damm, trompa
Staatskapelle Dresden
Rudolf Kempe
5 comentarios:
A veces, Barbeblue, no interpreto bien los textos y menos aún aquellos acabados en puntos suspensivos. De ahí mi pregunta: ¿Estás bien?
Espero que así sea.
Buena semana.
Mis textos han ganado una justa fama de oscuros, lo cual no me desagrada.
Todo bien, Mara! Respirando, que no es poco.
ni respirar... solo interpretar la abstracción de esas pequeñas marcas blancas y negras que discurren a lo largo de las cinco paralelas más extraordinarias que el genio del hombre ha sabido crear...
¿fue el séptimo día, que el hombre creó la MUSICA?
gracias barbazul, Respiremos.
Sostiene Barbebleue que la Música no fue creada por el hombre, sino que le ha sido concedida, como necesidad; como la respiración.
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