domingo, 17 de abril de 2016

Carducci, 4


Uno de los ingenios domésticos de los que me siento más orgulloso es mi equipo de reproducción musical. Mejorado pacientemente a lo largo de muchos años en base al paladar personal, enormemente subjetivo, en la recepción psicosensorial de las ondas sonoras en las que se fundamenta la Música. Siendo muy alto el grado de satisfacción en la escucha particular, cada vez que comparezco en una actuación en directo, con buen intérprete y en adecuada sala, la superioridad acústica es mucho más que evidente. En otras palabras: no hay color.

Pensaba esto mismo, por enésima vez, el pasado jueves 7 de Abril, al percibir la tridimensionalidad de las cuerdas mientras el Cuarteto Carducci comenzaba a caldear instrumentos y audiencia, en el coqueto Teatro Principal de mi ciudad, con un Mozart galante, refinado, goloso y glorioso: su Cuarteto de cuerda KV 458 “La Caza”.

A continuación el Cuarteto anglo-irlandés atacó el Cuarteto de cuerda nº 11 opus 122 de Shostakovich, posiblemente el responsable de la mejor colección de cuartetos de cuerda del siglo XX. Una obra ecléctica, que explora, curiosa, la sonoridad de las cuerdas que edifican un Cuarteto, la esencia misma de la música. Una variada conversación a cuatro.

Tras el descanso ya no hubo tregua; era el turno de Beethoven. Entraron sin desmayo con su Cuarteto de cuerda opus 59 n.2, el segundo de los Razumovsky. Aún sin llegar a esa cota sublime de sus últimas partituras, como los opus 131, 132 o 135, este cuarteto, perteneciente a su etapa media, es una obra portentosa en sus cuatro movimientos. Una partitura de amplio aliento, compleja y desarrollada, y muy avanzada para su época. Escuchemos, a falta del Carducci, la interpretación que de su precioso segundo movimiento, Molto Adagio, hace el Cuarteto Alban Berg:

(vídeo postfateresurgo)

El Cuarteto Carducci asombra por la vitalidad que imprimen a sus lecturas. Vitalidad e intensidad que contribuyen a un dramatismo a flor de piel que se transmite sin dificultad al asombrado y cómplice público. Vitalidad que nace de un rigor técnico y una absoluta precisión, en el juego de cada instrumento, y en el empaste entre los distintos atriles para conformar una unidad interpretativa. Vitalidad que se nutre de una claridad expositiva descomunal. Vitalidad que es pura espontaneidad. Vitalidad que golpea la piel con espasmos del arco, de los arcos.

Magnífico Cuarteto. Magnífico programa. Magnífica velada. Vital.

(vídeo OperaOmniaFilms)

4 comentarios:

pfp dijo...

al hilo de tu comentario sobre los Carducci, y como yo también tuve el placer de compartirlo, dejar constancia del lugar, el Teatro Principal, esa bomboneritq ourensana; del tan bien escogido programa; de la sensibilidad y maestría en su interpretación; del entusiasta y mayoritariamente joven público... Todo un compendio de lo que los musicólogos calificarían el "buen hacer" de la música en director... !!!Bravo por los Carducci!!


un auténtico disfrute, barbazul.

par de besos

Unknown dijo...

No conocía al Cuarteto Carducci. Es una maravilla escucharles, perderse entre los afilados violines y dejarse engullir.
Gracias, Barbe.

Barbebleue dijo...

sí, pfp, la verdad es que no faltó detalle!

otro par.

Barbebleue dijo...

El Carducci es bueno de verdad, Glòria, y a cuatro metros, espectaculares!