Uno
de los ingenios domésticos de los que me siento más orgulloso es mi
equipo de reproducción musical. Mejorado pacientemente a lo largo de
muchos años en base al paladar personal, enormemente subjetivo, en
la recepción psicosensorial de las ondas sonoras en las que se
fundamenta la Música. Siendo muy alto el grado de
satisfacción en la escucha particular, cada vez que comparezco en
una actuación en directo, con buen intérprete y en adecuada sala,
la superioridad acústica es mucho más que evidente. En otras
palabras: no hay color.
Pensaba
esto mismo, por enésima vez, el pasado jueves 7 de Abril, al percibir la tridimensionalidad de las cuerdas mientras
el Cuarteto Carducci
comenzaba a caldear instrumentos y audiencia, en el coqueto Teatro
Principal de mi ciudad, con un Mozart
galante, refinado, goloso y glorioso: su Cuarteto
de cuerda KV 458 “La Caza”.
A
continuación el Cuarteto anglo-irlandés atacó el Cuarteto
de cuerda nº 11 opus 122
de Shostakovich,
posiblemente el responsable de la mejor colección de cuartetos de
cuerda del siglo XX. Una obra ecléctica, que explora, curiosa, la sonoridad de
las cuerdas que edifican un Cuarteto, la esencia misma de la
música. Una variada conversación a cuatro.
Tras
el descanso ya no hubo tregua; era el turno de Beethoven.
Entraron sin desmayo con su Cuarteto
de cuerda opus 59 n.2,
el segundo de los Razumovsky. Aún sin llegar a esa cota sublime de
sus últimas partituras, como los opus 131, 132 o 135, este cuarteto,
perteneciente a su etapa media, es una obra portentosa en sus cuatro
movimientos. Una partitura de amplio aliento, compleja y
desarrollada, y muy avanzada para su época. Escuchemos, a falta del
Carducci, la interpretación que de su precioso segundo movimiento, Molto Adagio, hace el Cuarteto Alban Berg:
(vídeo
postfateresurgo)
El
Cuarteto Carducci asombra por la vitalidad que imprimen a sus
lecturas. Vitalidad e intensidad que contribuyen a un dramatismo a
flor de piel que se transmite sin dificultad al asombrado y cómplice
público. Vitalidad que nace de un rigor técnico y una absoluta
precisión, en el juego de cada instrumento, y en el empaste entre
los distintos atriles para conformar una unidad interpretativa.
Vitalidad que se nutre de una claridad expositiva descomunal.
Vitalidad que es pura espontaneidad. Vitalidad que golpea la piel con
espasmos del arco, de los arcos.
Magnífico
Cuarteto. Magnífico programa. Magnífica velada. Vital.
4 comentarios:
al hilo de tu comentario sobre los Carducci, y como yo también tuve el placer de compartirlo, dejar constancia del lugar, el Teatro Principal, esa bomboneritq ourensana; del tan bien escogido programa; de la sensibilidad y maestría en su interpretación; del entusiasta y mayoritariamente joven público... Todo un compendio de lo que los musicólogos calificarían el "buen hacer" de la música en director... !!!Bravo por los Carducci!!
un auténtico disfrute, barbazul.
par de besos
No conocía al Cuarteto Carducci. Es una maravilla escucharles, perderse entre los afilados violines y dejarse engullir.
Gracias, Barbe.
sí, pfp, la verdad es que no faltó detalle!
otro par.
El Carducci es bueno de verdad, Glòria, y a cuatro metros, espectaculares!
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