La voz del cantante de Dresde es suave calidez, no solo por
su tesitura de bajo barítono o bajo
cantante, como por la riqueza de armónicos que atesora su timbre y la
homogeneidad que expresa. Su canto, el uso artístico que hace de ella, es el
complemento adecuado y natural: profundamente expresivo, se mueve desde lo
dramático a lo lírico sin malgastar una gota de esencia ni perder cualidades
sonoras.
Su aparición por la Temporada Lírica coruñesa, acompañado
por el pianista Camillo Radicke,
dejó sabores de madera en invierno
entre la afición musical. En cartera un espectacular programa de lied y canción sobre
la Trascendencia, que había presentado en septiembre en el Met y que llevará
próximamente a La Scala. El coqueto Teatro Rosalía de Castro de A Coruña se
hacía así su hueco entre dos templos descomunales…
El recital se abrió con los Gellert-Lieder op.48 de L. v. Beethoven: seis textos
seleccionados del poeta Christian Fürchtegott Gellert, de profundo sabor
religioso, que el genio de Bonn dedicó al conde von Browne-Camus. Una
exposición austera que resultó impresionante en sentido literal, incluso hasta
el temor.
De un A. Dvorak
americano presentaron su ciclo Biblical Songs op.99 Oscuras canciones basadas en el Libro de
Salmos de la Biblia de Kralice (1613), cuya profundidad fue humildemente
sobrecogedora.
La segunda parte se inició con Three Shakespeare Songs op.6
de Roger Quilter, compositor
británico del siglo XX. Sencillas obras hechas poesía pura por una melodía de acentos tristes.
Para el final dejaron la Gloria: los cuatro Cantos
y Danzas de la Muerte de M.
Mussorgsky, sobre textos de Golenishchev-Koutuzov. La omnipresente Muerte recorre, casi amigablemente, diversas
escenas con un dramatismo fieramente humano, en un paroxismo que bordea la
demencia (tan cara a Mussorgsky), y que Pape supo interpretar de manera
conmovedora.
Escuchemos la tercera de ellas: Trepak
Reina el silencio, los bosques están
desiertos,
Tormentas de nieve gimen y aúllan.
Parece como si, a lo lejos, en la noche
oscura,
Pasara un cortejo fúnebre.
(…)
(vídeo Valen Cienne)
Dos Lieder y L’Ultima
Canzone de Tosti despidieron,
entre bravos, a un enorme cantante de post-gusto generoso.
¿El pianista? Luminoso y expresivo, imprescindible!
6 comentarios:
Velada de muy grato recuerdo al volver a escucharlo.
Tambien muy bien ayer Attila. Un abrazo, Barbe.
un buen vino!
Cálida velada, sí!
Me alegra lo del huno.
Un beso, Conchi
igual era un Rioja, y yo distraído...
besos, pfp
... seguro que era un tinto de tu tierra!
besos, barbazul
... no creo; poco cuerpo!
besos, pfp
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