domingo, 18 de enero de 2015

René Pape en AC


En lo primero que uno piensa al escuchar, en directo, a René Pape es en un vino, en un buen vino; un tinto con cuerpo y crianza, de esos que superan el estado líquido pero que corren gloriosamente, como caricias de madrugada.

La voz del cantante de Dresde es suave calidez, no solo por su tesitura de bajo barítono o bajo cantante, como por la riqueza de armónicos que atesora su timbre y la homogeneidad que expresa. Su canto, el uso artístico que hace de ella, es el complemento adecuado y natural: profundamente expresivo, se mueve desde lo dramático a lo lírico sin malgastar una gota de esencia ni perder cualidades sonoras.

Su aparición por la Temporada Lírica coruñesa, acompañado por el pianista Camillo Radicke, dejó sabores de madera en invierno entre la afición musical. En cartera un espectacular programa de lied y canción sobre la Trascendencia, que había presentado en septiembre en el Met y que llevará próximamente a La Scala. El coqueto Teatro Rosalía de Castro de A Coruña se hacía así su hueco entre dos templos descomunales…

El recital se abrió con los Gellert-Lieder op.48 de L. v. Beethoven: seis textos seleccionados del poeta Christian Fürchtegott Gellert, de profundo sabor religioso, que el genio de Bonn dedicó al conde von Browne-Camus. Una exposición austera que resultó impresionante en sentido literal, incluso hasta el temor.

De un A. Dvorak americano presentaron su ciclo Biblical Songs op.99 Oscuras canciones basadas en el Libro de Salmos de la Biblia de Kralice (1613), cuya profundidad fue humildemente sobrecogedora.

La segunda parte se inició con Three Shakespeare Songs op.6 de Roger Quilter, compositor británico del siglo XX. Sencillas obras hechas poesía pura por una melodía de acentos tristes.

Para el final dejaron la Gloria: los cuatro Cantos y Danzas de la Muerte de M. Mussorgsky, sobre textos de Golenishchev-Koutuzov. La omnipresente Muerte recorre, casi amigablemente, diversas escenas con un dramatismo fieramente humano, en un paroxismo que bordea la demencia (tan cara a Mussorgsky), y que Pape supo interpretar de manera conmovedora.

Escuchemos la tercera de ellas: Trepak

Reina el silencio, los bosques están desiertos,
Tormentas de nieve gimen y aúllan.
Parece como si, a lo lejos, en la noche oscura,
Pasara un cortejo fúnebre.
(…)

(vídeo Valen Cienne)

Dos Lieder y L’Ultima Canzone de Tosti despidieron, entre bravos,  a un enorme cantante de post-gusto generoso.

¿El pianista? Luminoso y expresivo, imprescindible!

6 comentarios:

Esdedesear dijo...

Velada de muy grato recuerdo al volver a escucharlo.
Tambien muy bien ayer Attila. Un abrazo, Barbe.

pfp dijo...

un buen vino!

Barbebleue dijo...

Cálida velada, sí!
Me alegra lo del huno.
Un beso, Conchi

Barbebleue dijo...

igual era un Rioja, y yo distraído...

besos, pfp

pfp dijo...

... seguro que era un tinto de tu tierra!

besos, barbazul

Barbebleue dijo...

... no creo; poco cuerpo!

besos, pfp