domingo, 14 de diciembre de 2014

Z Mrtvého Domu ¿anti-ópera?

MET 2009

Si todo ser vivo teme a la Muerte, su anti-yo, ¿qué se puede decir de la muerte en vida?  La aniquilación con latido; la desaparición con consciencia.

Leos Janácek, el señor que congelaba las cuerdas altas, trabajó durante los últimos meses de su vida (1928) exclusivamente sobre esa temática componiendo la que sería su última y genial ópera: Z Mrtvého Domu “Desde la Casa de los Muertos”

Tomando como base una novela autobiográfica, un documento humano en ruso, de F. Dostoyevski, Recuerdos desde la Casa de los Muertos, escribió personalmente un libreto en checo, muy lacónico, sobre un auténtico campo de concentración y aniquilamiento: una colonia penitenciaria en Siberia. En el más extremo medio de Soledad y Aislamiento, se produce la auténtica muerte en vida, la opresión, la tortura, la reclusión, la indiferencia; surgiendo como único consuelo y escapatoria, la locura y, por último, felizmente la muerte real. Profunda expresividad que busca la empatía del oyente.

En la obra no hay acción, no hay historia, es la antítesis del drama, la anti-ópera; sencillamente, situados en un medio intemporal, hay pasajes, relatos, historias de cada muerto. Cada uno de los personajes tiene su momento de gloria, de vida, enmarcados entre la llegada y partida del noble Alexander Petrovich Goryanchikov, preso político, y del águila herida, símbolo de libertad. Tan solo la Pantomima del día festivo del segundo acto introduce la sociabilidad que precisa la humanidad.

La música, muy rica en tímbrica, se contagia de la historia; Janácek se condensa, se vuelve más y más conciso y expresivo, manteniendo un alto grado de refinamiento. Concentra disonancias de la frontera asonante con melodías populares. Con una orquestación brillante y reducida, casi figurativa, describe el “testimonio de los locos” bajando desde la vida social de las cuerdas y la tortura en las maderas, hasta la demencia en los metales y la muerte en la percusión, incluyendo el arrastre de cadenas. La partitura, con su carga de dureza y frialdad, es capaz de expresar violencia pero también lirismo. La vocalidad del canto recitado ennoblece a los personajes en su emotividad; todos son masculinos salvo el joven Alyeya, el cual permite un guiño a la voz más aguda para la representación de la pureza (Kamila?)

Contemporánea, y de algún modo equivalente al Wozzeck de Berg, Janácek mira sin embargo hacia el mundo eslavo: Tolstoi, Dostoyevski, Mussorgsky… En sus últimas cartas a Kamila Stösslová, narra el proceso creativo, que finalmente concluye con su propia muerte, y escribe las últimas correcciones a través de su propia mano.

Tres Actos, breves, cada uno con la historia de algún preso, un acto social festivo en su parte central, todo desarrollado entre la llegada y tortura del noble Petrovic y su partida libre. En el penal, todo se queda inalterado e inalterable.

Así comienza la obra:

(vídeo mixalos)


(vídeo CzarDodon)

2 comentarios:

pfp dijo...

El burgués que lee "Crimen y Castigo" y que echado en el sofá extrae un agradable escalofrío de este mundo fantasmagórico, no es el verdadero lector de este escritor, tan poco como el erudito y sabio que admira la psicología de sus novelas y escribe buenos ensayos sobre su visión del mundo. Tenemos que leer a Dostoievski cuando nos sentimos afligidos, cuando hemos sufrido hasta el límite de nuestra capacidad de sufrimiento y cuando sentimos la vida como una sola herida ardiente abrasadora, cuando respiramos desesperación y hemos padecido muertes de desesperanza. Entonces, cuando miramos desde la miseria la vida, solitarios y paralizados, y ya no comprendemos en su crueldad salvaje y hermosa, y ya no queremos nada de ella, entonces estamos abiertos a la música de este poeta terrible y espléndido. [...]
Dostoievski y el mal.
Hermann Hesse

parece que Janácek, si supo leer a Dostoievski¡



Barbebleue dijo...

magníficos escritos,pfp... para después de un otoño.

Janácek lo leyó, lo entendió y lo sublimó!