domingo, 14 de abril de 2013

Trilogía magistral



La última obra maestra de John Huston se basa fidelísimamente en otra obra maestra, diría que incluso superior: el cuento o novela corta The Dead (Los muertos) integrada en la colección de relatos Dubliners (Dublineses) de James Joyce.

Los Muertos es una historia de sutilezas y soledades sombrías, de folios permanentemente en blanco y de hojas que crecen siempre lejos de las miradas del sol. Propone un amplio prólogo que sitúa y ancla la situación, el estado de las cosas, la tradición: la inmovilidad de la muerte, representada por la presencia simbólica de la nieve que todo lo cubre y envuelve. Los personajes, magistralmente perfilados, configuran los relieves de la misma quietud mortal. Pero es en su breve escena final, a la luz del descubrimiento de sentimientos desconocidos u ocultos, cuando se desencadenan las tensiones, dramáticas, líricas, épicas… y Huston, consciente de que Joyce aporta los detalles, los matices, termina acertadamente su obra cinematográfica con Literatura Pura.

Gabriel, en un momento de lucidez, y lirismo extremo, toma consciencia no solo de la muerte de una sociedad, de una época, de un país, sino también de la suya propia, de una relación que consideraba su vida, de ser una sombra sin sol que ignora algo que “debe ser Amor”. Demasiado tarde… todo se desmorona, se disuelve y se cubre de nieve.

Haciéndose extracorpóreo, recita, en un soberbio monólogo en off , un pasaje de inconmensurable belleza emotiva

“… La nieve está cubriendo toda Irlanda, cae sobre toda la oscura llanura central, sobre las colinas despobladas, suavemente sobre los pantanos de Allen, y más lejos, hacia el oeste, cae suavemente sobre las oscuras y revueltas aguas del Shannon. Uno a uno, todos nos convertiremos en sombras. Es mejor pasar a ese otro mundo impúdicamente, en la plena euforia de una pasión, que irse apagando y marchitarse tristemente con la edad. Cuánto tiempo has guardado en tu corazón la imagen de los ojos de tu amado diciéndote que no deseaba vivir? Yo no he sentido nada así por ninguna mujer, pero sé que ese sentimiento debe ser Amor…”


(vídeo Jesús Miramón)

Es también en el lirismo desatado de Bellini, que tia Julia destroza macilentamente al comienzo del film, donde se concentra la liturgia de una época desaparecida; escuchemos su aria “Son vergin vezzosa” de I Puritani, en una interpretación ligeramente superior, hija también de otra época, la Divina:


(vídeo Zura Balanchivadze)

Una Trilogía magistral...

4 comentarios:

pfp dijo...

trilogía importante, tres veces importante!!!

Barbebleue dijo...

imprescindible, tres veces imprescindible !!!

Esdedesear dijo...

Quizás nosotros tres podamos ser otra trilogía, tres sombras de la palabra compartida, sobre las que también cae la nieve inexorablemente. ! Qué diálogo, Barbe, gracias por extraerlo! Vi la película tantas veces y nunca lo disfruté tanto. Un abrazo.

Barbebleue dijo...

Conchita, tal vez la palabra viva mejor a la sombra, como las plantas delicadas que tanto se disfrutan.

Abrazo.