sábado, 28 de julio de 2012

Poema del Éxtasis

“Os llamo a la vida, fuerzas misteriosas, 
Ahogadas en las profundidades oscuras del espíritu creador. 
Tímidos proyectos de vida, 
Os aporto la audacia.” 

Sirvan estos versos para captar el ideario que anima el poema mesiánico que el poeta-compositor-creador Alexander Scriabin (1872-1915) escribió como plataforma literaria para su Poema del Éxtasis op. 54 estrenado en Nueva York en 1907. 

Scriabin compuso dos poemas sinfónicos, siendo ambos puntos de inflexión en su lenguaje musical. Un compositor, que como todos pero más que nadie, quiso y supo trasladar al lenguaje musical su propia personalidad, temperamento e ideas filosóficas. Tratándose de un hombre muy cercano a la Teosofía, y además un sinestésico reconocido, resulta incluso natural su desempeño musical. Una personalidad extraña –bizarre- quien desde un Simbolismo artístico, alejado del folclorismo o nacionalismo, supo ser ruso de otra manera, tal vez el padre de la música futura (Dane Rudhyar), y un dios pequeño (Barbebleue) 

Si bien con el Poema del Fuego-Prometeo op 60 inició un lenguaje atonal y, en plena lucidez sinestésica, un deseo irrefrenable por hacer evidente el color en la Música, con el presente Poema del Éxtasis recorrió la penúltima senda, de la mano de Wagner –Tristan- y Debussy, feliz unión. 

Odile Redon  -El Sueño-

Una partitura donde la trompeta se convierte en instrumento conductor de un poema musical arrebatador por la riqueza temática –tema de la Languidez en flautas y violines, tema de la Voluntad en las trompetas, tema del Sueño en los clarinetes, ...-; por la complejidad y riqueza armónicas; por la densidad orquestal. 

Forjado en un único movimiento que le da forma y función, lleva el cromatismo musical hasta las fronteras de la tonalidad, arrasando a la audiencia con un sentido trascendente del Éxtasis a través de una energía formidable y descomunal:

 
(vídeo RichardHilo)

sábado, 21 de julio de 2012

El piano transparente de Mozart: Sonatas (5)


"...
Que entre en el ojo la sencillez, como una mesa sobre la que nada ha sido puesto, como una mesa que ni siquiera es una mesa todavía."  (Nocturno del poeta que amaba a la luna)
Mark Strand

En pleno proceso vital de depuración aparece en 1788 la Sonata en do mayor, denominada facile (o semplice) KV 545; una obra semididáctica y semialimenticia en palabras de los Massin, pensada para principiantes, pero que aporta todo el Clasicismo en estado puro, por construcción y desarrollo. En su sencillez técnica explota la claridad meridiana y el humilde color de la Belleza. 

Asentada sobre el denominado Bajo de Alberti, la mano izquierda nos lleva desde el Allegro inicial, ingenuo y diáfano, pasando por un Andante reposado digno de la siguiente centuria, hacia un  Rondó allegretto, juguetón y apretado, como conclusión

Una maravilla que pasamos a escuchar completa en las manos de Mitsuko Uchida:

 
(carrangelpianofan1)

viernes, 13 de julio de 2012

“Io t’abbraccio”


Una distinguida edición del Festival Via Stellae de SdC no puede estar huérfana de una ópera barroca de alto standing; digamos que de un punto álgido en el programa. Bastó, en esta ocasión, con retroceder tan sólo tres años desde el concierto inaugural del Festival, y cambiar Viena por Londres, para cumplir la premisa precedente. 

Efectivamente, el 13 de febrero de 1725, estrenó GF Händel en el King’s Theatre de Haymarket uno de sus mayores éxitos de escena: Rodelinda, regina de’Longobardi HWV 19. 

Ópera seria en tres amplios actos sobre un libreto en italiano de NF Haym, enrevesado como era tradicional, pues tras la huida de Bertarido y la usurpación del trono por parte de Grimoaldo, con innobles intentos de llevar al altar a la no-viuda Rodelinda, uno ya se pierde… Para dicha trama, desarrollada en seis personajes, compuso Händel una colección de bellísimas arias en un continuo fluir de hermosura musical y despliegue de affetti, sin desmayos. 

En esta ocasión en el Via Stellae los encargados de devolver a la vida esta obra de atmósfera melancólica y resignada, fue la agrupación barroca Vespres d’Arnadí, con su director titular, desde el clave, Dani Espasa. Un ensemble de atractiva y cálida sonoridad, valvulera y empastada, donde el continuo de las cuerdas graves era una pura delicia. 

A pesar de los recortes presupuestarios y la ausencia de nombres mediáticos, el elenco vocal constituyó todo un acierto: homogéneo, brillante, consistente, adecuado, musical… 

El Bertarido del contratenor Maarten Engeltjes fue todo un prodigio de belleza tímbrica, luminosidad vocal y matización sensible. 

María Hinojosa, la coqueta soprano catalana, le dio la réplica desde su papel de atormentada Rodelinda. Sin estar dotada de una gran belleza de timbre, y con cierta tendencia al amaneramiento, se movió a gusto y de forma creíble por el rol. 

La Eduige de la mezzo Marta Infante, dotada de un fenomenal instrumento, llevó a gran altura a su secundario personaje. 

Impetuoso, dramático, barroco florido, estuvo el tenor Juan Sancho, dando vida y pasión a Grimoaldo, el malo-bueno. Sin pasar de ser, por dotación, un tenorino, supo manejarse de manera altamente eficaz desde la furia salvaje hasta el recogido pastoreo. Así su postrer aria “Pastorello d’un povero armento” constituyó una maravilla de musicalidad en estado puro. 

Jordi Domènech, contratenor de voz entubada y gesto forzado, no resistía la comparación con su colega principal, pero el oficio y ciertas dotes musicales innatas, le permitieron salir airoso de las hermosísimas arias de Unulfo

El bajo Simon Kirkbride cerraba el cast con su voz algo cascada pero con la suficiente nobleza para el verdadero malo de la trama, Garibaldo

Si bien, como decíamos, la obra no admite descanso en su sucesión de preciosos números musicales, conviene destacar el sensacional duetto de amor de la pareja protagonista –Rodelinda y Bertarido- que cierra el segundo acto -y también nuestros ojos al abrazo musical-: “Io t’abbraccio”

 
(vídeo civileso) 
Magdalena Kozena
David Daniels
Kammerorchester Basel Ensemble
Paul Goodwin

viernes, 6 de julio de 2012

La Cetra Manuscrita


El pasado lunes día 2 comenzó la singladura del Festival Via Stellae en su séptima edición; una edición para tiempos austeros. Con las administraciones públicas endeudadas hasta las cejas, siendo además las principales patrocinadoras de dicho festival, algunos temíamos la desaparición del evento artístico que dinamiza musicalmente el mes de julio en SdC. 

Felizmente no tan sólo ha mantenido el cartel sino que, aún huérfano de figuras de relumbrón, ha sabido cerrar un programa digno y atractivo, en espera de que la riqueza nos inunde de nuevo, esta vez de verdad… 

El Concierto de Inauguración estuvo a cargo del Conjunto Barroco italiano La Magnifica Comunità liderado por el violinista Enrico Casazza; en el programa La Cetra de Antonio Vivaldi

La realidad sobre las tablas fue algo más prosaica: dos Conciertos para cuerdas y continuo RV 156 y 157, y cuatro Conciertos para violín, cuerdas y continuo de La Cetra Manuscrita (RV 360-286-271 y 277), una colección de doce conciertos para violín entregada en 1728, tan sólo un año después de La Cetra opus IX (otra colección de doce conciertos para violín editada en 1727). Ambas colecciones dedicadas al emperador Carlos VI. 

La interpretación de La Magnifica Comunità puede calificarse, coincidiendo con los tiempos, como de Austera, debido a la ausencia de las amigas íntimas de la Opulencia, la Intensidad y la Emoción. Sin hacer grandes reproches a la ejecución, ésta pecó de un exceso de comedimiento, del cual no brotan esos momentos de incendio emotivo. A unas dinámicas muy contenidas huérfanas de tensión, debemos sumar (mejor sería decir restar) el minimalismo de voces: apenas dos violines, una viola, un violonchelo, contrabajo y clave, además del solista. El sol vivaldiano brillaba pero velado. Tan solo en los bises, especialmente en el Tempo impettuoso d’Estate lograron poner al auditorio al borde del trance emotivo. 

Del programa propuesto destacó el conocido Concierto en mi menor RV 277 nominado Il Favorito (se cree debido a la predilección del Emperador) editado al año siguiente -1729- como Opus XI n.2. Escuchemos dicha partitura en la penetrante interpretación de Viktoria Mullova con Il Giardino Armonico:

   
(video davekly)