Ahogadas en las profundidades oscuras del espíritu creador.
Tímidos proyectos de vida,
Os aporto la audacia.”
Sirvan estos versos para captar el ideario que anima el poema mesiánico que el poeta-compositor-creador Alexander Scriabin (1872-1915) escribió como plataforma literaria para su Poema del Éxtasis op. 54 estrenado en Nueva York en 1907.
Scriabin compuso dos poemas sinfónicos, siendo ambos puntos de inflexión en su lenguaje musical. Un compositor, que como todos pero más que nadie, quiso y supo trasladar al lenguaje musical su propia personalidad, temperamento e ideas filosóficas. Tratándose de un hombre muy cercano a la Teosofía, y además un sinestésico reconocido, resulta incluso natural su desempeño musical. Una personalidad extraña –bizarre- quien desde un Simbolismo artístico, alejado del folclorismo o nacionalismo, supo ser ruso de otra manera, tal vez el padre de la música futura (Dane Rudhyar), y un dios pequeño (Barbebleue)
Si bien con el Poema del Fuego-Prometeo op 60 inició un lenguaje atonal y, en plena lucidez sinestésica, un deseo irrefrenable por hacer evidente el color en la Música, con el presente Poema del Éxtasis recorrió la penúltima senda, de la mano de Wagner –Tristan- y Debussy, feliz unión.
Odile Redon -El Sueño-
Una partitura donde la trompeta se convierte en instrumento conductor de un poema musical arrebatador por la riqueza temática –tema de la Languidez en flautas y violines, tema de la Voluntad en las trompetas, tema del Sueño en los clarinetes, ...-; por la complejidad y riqueza armónicas; por la densidad orquestal.
Forjado en un único movimiento que le da forma y función, lleva el cromatismo musical hasta las fronteras de la tonalidad, arrasando a la audiencia con un sentido trascendente del Éxtasis a través de una energía formidable y descomunal:
(vídeo RichardHilo)
2 comentarios:
Yo ando entre la música de Scriabin totalmente perdido, no sé si porque no capto su trasfondo teosófico, porque me supera su sinestesia o porque soy muy malo orientándome. Pero, pese a todo, me gusta mucho.
No es mala opción, Titus, "desnortarse" con Scriabin; tal vez, en el fondo, no pretendiese otra cosa.
¡y no es poco!
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