Una distinguida edición del Festival Via Stellae de SdC no puede estar huérfana de una ópera barroca de alto standing; digamos que de un punto álgido en el programa. Bastó, en esta ocasión, con retroceder tan sólo tres años desde el concierto inaugural del Festival, y cambiar Viena por Londres, para cumplir la premisa precedente.
Efectivamente, el 13 de febrero de 1725, estrenó GF Händel en el King’s Theatre de Haymarket uno de sus mayores éxitos de escena: Rodelinda, regina de’Longobardi HWV 19.
Ópera seria en tres amplios actos sobre un libreto en italiano de NF Haym, enrevesado como era tradicional, pues tras la huida de Bertarido y la usurpación del trono por parte de Grimoaldo, con innobles intentos de llevar al altar a la no-viuda Rodelinda, uno ya se pierde… Para dicha trama, desarrollada en seis personajes, compuso Händel una colección de bellísimas arias en un continuo fluir de hermosura musical y despliegue de affetti, sin desmayos.
En esta ocasión en el Via Stellae los encargados de devolver a la vida esta obra de atmósfera melancólica y resignada, fue la agrupación barroca Vespres d’Arnadí, con su director titular, desde el clave, Dani Espasa. Un ensemble de atractiva y cálida sonoridad, valvulera y empastada, donde el continuo de las cuerdas graves era una pura delicia.
A pesar de los recortes presupuestarios y la ausencia de nombres mediáticos, el elenco vocal constituyó todo un acierto: homogéneo, brillante, consistente, adecuado, musical…
El Bertarido del contratenor Maarten Engeltjes fue todo un prodigio de belleza tímbrica, luminosidad vocal y matización sensible.
María Hinojosa, la coqueta soprano catalana, le dio la réplica desde su papel de atormentada Rodelinda. Sin estar dotada de una gran belleza de timbre, y con cierta tendencia al amaneramiento, se movió a gusto y de forma creíble por el rol.
La Eduige de la mezzo Marta Infante, dotada de un fenomenal instrumento, llevó a gran altura a su secundario personaje.
Impetuoso, dramático, barroco florido, estuvo el tenor Juan Sancho, dando vida y pasión a Grimoaldo, el malo-bueno. Sin pasar de ser, por dotación, un tenorino, supo manejarse de manera altamente eficaz desde la furia salvaje hasta el recogido pastoreo. Así su postrer aria “Pastorello d’un povero armento” constituyó una maravilla de musicalidad en estado puro.
Jordi Domènech, contratenor de voz entubada y gesto forzado, no resistía la comparación con su colega principal, pero el oficio y ciertas dotes musicales innatas, le permitieron salir airoso de las hermosísimas arias de Unulfo.
El bajo Simon Kirkbride cerraba el cast con su voz algo cascada pero con la suficiente nobleza para el verdadero malo de la trama, Garibaldo.
Si bien, como decíamos, la obra no admite descanso en su sucesión de preciosos números musicales, conviene destacar el sensacional duetto de amor de la pareja protagonista –Rodelinda y Bertarido- que cierra el segundo acto -y también nuestros ojos al abrazo musical-: “Io t’abbraccio”
(vídeo civileso)
Magdalena Kozena
David Daniels
Kammerorchester Basel Ensemble
Paul Goodwin
4 comentarios:
preciosísimo, aunque creo que me gusta más la versión de Jaroussky...
abrazo, barbazul
son muy diferentes; no sabría con cuál quedarme...
abbraccio, pfp
Precioso el duo Kozená Daniels. Me encanta.
Te saludo Barbe
Ya has hecho tu elección, Joaquim. Me encanta.
Otro abrazo.
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