“Il sera l’assasin de son père,
Et pour multiplier sa race meurtrière
Il sera l’époux de sa mère
Le frère de ses filles
Le père de ses frères”
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George Enescu (1881-1955), violinista virtuoso, compositor casi olvidado, dejó, en palabras de su discípulo Yehudi Menuhin, su alma en esta ópera: obra cumbre de su carrera y de todo el siglo XX. Veinticinco años de elaboración hasta su estreno en París en 1936, desarrolla el fundamental mito de Edipo, sobre un libreto en francés de Edmon Fleg basado en la tragedia de Sófocles, que recoge la vida del rey de Tebas, en sus cuatro actos: desde su nacimiento a modo de prólogo hasta su despedida de la vida en el Cuarto o epílogo.
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Siguiendo el gusto neoclásico de las primeras décadas del pasado siglo, retomando la mitología clásica, Electra, Ariadna, Penélope, Orfeo, Las Bacantes, Antígona… Enescu produce una ópera que, en su nobleza elevada, profundo lirismo, grandiosidad y trascendencia, deja relucir un sentido de modernidad. Es por la suntuosidad de su rica orquestación de claroscuros muy matizados, su eficaz cromatismo vital, la sutileza neoclásica de sabor orientalizante (sin duda de base folclórica rumana), y sobre todo por la profunda humanidad de sus personajes y la solemnidad de unos coros de heterofonía bizantina, por los que llega al fondo de la grandiosidad del mito.
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Acto I: en el Palacio Real de Tebas se celebra la fiesta por el nacimiento del hijo del rey Layo y de la reina Yocasta. El adivino Tiresias advierte del castigo de los dioses por la desobediencia del rey a la exigencia de Apolo de no tener descendencia: su hijo, Edipo, matará a su padre y desposará a su madre. Horrorizado el rey ordena a un súbdito que abandone al recién nacido en la montaña.
El oscuro preludio orquestal, con el tema del Destino, conduce a la sombría predicción de Tiresias, dejando en medio y de lado la fiesta helenística del coro, y la Danza de los pastores :
Et pour multiplier sa race meurtrière
Il sera l’époux de sa mère
Le frère de ses filles
Le père de ses frères”
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George Enescu (1881-1955), violinista virtuoso, compositor casi olvidado, dejó, en palabras de su discípulo Yehudi Menuhin, su alma en esta ópera: obra cumbre de su carrera y de todo el siglo XX. Veinticinco años de elaboración hasta su estreno en París en 1936, desarrolla el fundamental mito de Edipo, sobre un libreto en francés de Edmon Fleg basado en la tragedia de Sófocles, que recoge la vida del rey de Tebas, en sus cuatro actos: desde su nacimiento a modo de prólogo hasta su despedida de la vida en el Cuarto o epílogo.
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Siguiendo el gusto neoclásico de las primeras décadas del pasado siglo, retomando la mitología clásica, Electra, Ariadna, Penélope, Orfeo, Las Bacantes, Antígona… Enescu produce una ópera que, en su nobleza elevada, profundo lirismo, grandiosidad y trascendencia, deja relucir un sentido de modernidad. Es por la suntuosidad de su rica orquestación de claroscuros muy matizados, su eficaz cromatismo vital, la sutileza neoclásica de sabor orientalizante (sin duda de base folclórica rumana), y sobre todo por la profunda humanidad de sus personajes y la solemnidad de unos coros de heterofonía bizantina, por los que llega al fondo de la grandiosidad del mito.
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Acto I: en el Palacio Real de Tebas se celebra la fiesta por el nacimiento del hijo del rey Layo y de la reina Yocasta. El adivino Tiresias advierte del castigo de los dioses por la desobediencia del rey a la exigencia de Apolo de no tener descendencia: su hijo, Edipo, matará a su padre y desposará a su madre. Horrorizado el rey ordena a un súbdito que abandone al recién nacido en la montaña.
El oscuro preludio orquestal, con el tema del Destino, conduce a la sombría predicción de Tiresias, dejando en medio y de lado la fiesta helenística del coro, y la Danza de los pastores :
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vídeo cosman247
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Acto II. Este extenso y central acto se desarrolla transcurridos veinte años, en tres escenas diferentes.
La primera en el Palacio Real de Corinto, el joven Edipo, quien ha sido criado como el hijo del rey Polibio y la reina Merope, es conocedor por el oráculo de Delfos, de su trágico destino; decide abandonar Corinto para escapar de la maldición. Escena melancólica, sutilmente trágica.
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La segunda Escena presenta a Edipo ante un cruce de caminos, en dirección a Tebas. Estalla la tormenta presagiando la tragedia. Aparece el rey Layo en su carro, y en la discusión por el paso, Edipo mata a quien desconoce que es su verdadero padre. El pastor que en su día salvó al niño presencia aterrorizado los acontecimientos.
Musicalmente estamos ante uno de los momentos más inspirados de la obra: introducida por el arabesco de la flauta del pastor sobre un fondo de tormenta, (que nos recuerda al pastor-vigía del Tristán) Edipo desarrolla su monólogo in crescendo hasta la culminación en el asesinato en pleno arrebato tronante en la orquesta: "Est-ce dejà le roi?"
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vídeo cosman247
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La tercera Escena le sitúa ante las puertas de Tebas, donde habita la Esfinge y sus enigmas. Advertido de su crueldad y del premio para quien la someta: el trono tebano y la mano de la reina viuda Yocasta; Edipo se enfrenta al monstruo: ¿quién es más grande que el Destino? – El hombre es más fuerte. Derrotada, la Esfinge muere con una enigmática frase: “El futuro te dirá si la esfinge al morir llora su derrota o ríe su victoria”.
Un interludio irreal introduce musicalmente la escena en la cual Enescu es deliberadamente suntuoso y ensoñador en la orquestación, delicuescente según Halbreich, llegando al clímax con la muerte del monstruo y su grito sobreagudo sobre el sobrenatural sonido de la sierra musical (hoja sonora). "Je t’attendais"
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vídeo operazaile
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Acto III. Otros veinte años han transcurrido con Edipo como rey de Tebas, pero ahora la ciudad está sumida en la peste. Llegado de Delfos, Creonte el hermano de Yocasta, advierte de que la solución es encontrar al asesino de Layo quien todavía habita Tebas; Edipo le castigará con el exilio. El viejo Tiresias, apremiado por el rey, confiesa a éste su origen y su autoría. Cuando Yocasta le introduce en los pormenores de la muerte del antiguo rey, y el pastor declara que los reyes de Corinto no son sus verdaderos padres, Edipo comprende al fin… Yocasta se suicida, y Edipo se arranca los ojos. Apremiado por Creonte y los tebanos para que parta al exilio, tan solo su hija-hermana Antígona se ofrece para cuidarle.
Lamentaciones corales inician el acto más noble, hasta el momento cumbre del conocimiento de su destino, auténtico shock orquestal que da paso al largo monólogo impotente, que encuentra contraste en el lirismo de Antígona. coro "Hélas, hélas"
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vídeo cosman247
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"Reconnais-tu cet home?"
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vídeo cosman247
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Acto IV. Paraje natural a las afueras de Atenas, llega Edipo y su fiel Antígona. Éste reconoce el lugar de su última morada. Aparece Creonte y algunos tebanos para pedir al Edipo que retome el trono y salvarles del peligro que acecha de nuevo a la ciudad. Edipo rechaza exaltado el ofrecimiento, y cuando Creonte quiere llevarse a Antígona como rehén, llega el rey Teseo con un grupo de atenieneses. Edipo, finalmente, parte seguido tan solo de Teseo. hacia su muerte y transfiguración en medio del florido paraje, sobre el canto de las Euménides benévolas.
Musicalmente cercano a la atmósfera de Parsifal con sus ensoñaciones hasta el canto de inocencia del desdichado rey, para finalizar entre la majestuosidad orquestal en un clima sublime realzado por el coro de Euménides. "Adieu, douce Antigone"
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vídeo cosman247
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Todos los fragmentos musicales corresponden a la imprescindible versión de Lawrence Foster con la Filarmónica de Montecarlo y el Orfeón Donostiarra (EMI 1989) con un reparto de infarto: José Van Dam, Brigitte Fassbaender, Barbara Hendricks, Marjana Lipovsek, Nicolai Gedda, …
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Fascinante Mito, Extraordinario Músico…
vídeo cosman247
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Acto II. Este extenso y central acto se desarrolla transcurridos veinte años, en tres escenas diferentes.
La primera en el Palacio Real de Corinto, el joven Edipo, quien ha sido criado como el hijo del rey Polibio y la reina Merope, es conocedor por el oráculo de Delfos, de su trágico destino; decide abandonar Corinto para escapar de la maldición. Escena melancólica, sutilmente trágica.
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La segunda Escena presenta a Edipo ante un cruce de caminos, en dirección a Tebas. Estalla la tormenta presagiando la tragedia. Aparece el rey Layo en su carro, y en la discusión por el paso, Edipo mata a quien desconoce que es su verdadero padre. El pastor que en su día salvó al niño presencia aterrorizado los acontecimientos.
Musicalmente estamos ante uno de los momentos más inspirados de la obra: introducida por el arabesco de la flauta del pastor sobre un fondo de tormenta, (que nos recuerda al pastor-vigía del Tristán) Edipo desarrolla su monólogo in crescendo hasta la culminación en el asesinato en pleno arrebato tronante en la orquesta: "Est-ce dejà le roi?"
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La tercera Escena le sitúa ante las puertas de Tebas, donde habita la Esfinge y sus enigmas. Advertido de su crueldad y del premio para quien la someta: el trono tebano y la mano de la reina viuda Yocasta; Edipo se enfrenta al monstruo: ¿quién es más grande que el Destino? – El hombre es más fuerte. Derrotada, la Esfinge muere con una enigmática frase: “El futuro te dirá si la esfinge al morir llora su derrota o ríe su victoria”.
Un interludio irreal introduce musicalmente la escena en la cual Enescu es deliberadamente suntuoso y ensoñador en la orquestación, delicuescente según Halbreich, llegando al clímax con la muerte del monstruo y su grito sobreagudo sobre el sobrenatural sonido de la sierra musical (hoja sonora). "Je t’attendais"
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Acto III. Otros veinte años han transcurrido con Edipo como rey de Tebas, pero ahora la ciudad está sumida en la peste. Llegado de Delfos, Creonte el hermano de Yocasta, advierte de que la solución es encontrar al asesino de Layo quien todavía habita Tebas; Edipo le castigará con el exilio. El viejo Tiresias, apremiado por el rey, confiesa a éste su origen y su autoría. Cuando Yocasta le introduce en los pormenores de la muerte del antiguo rey, y el pastor declara que los reyes de Corinto no son sus verdaderos padres, Edipo comprende al fin… Yocasta se suicida, y Edipo se arranca los ojos. Apremiado por Creonte y los tebanos para que parta al exilio, tan solo su hija-hermana Antígona se ofrece para cuidarle.
Lamentaciones corales inician el acto más noble, hasta el momento cumbre del conocimiento de su destino, auténtico shock orquestal que da paso al largo monólogo impotente, que encuentra contraste en el lirismo de Antígona. coro "Hélas, hélas"
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"Reconnais-tu cet home?"
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Acto IV. Paraje natural a las afueras de Atenas, llega Edipo y su fiel Antígona. Éste reconoce el lugar de su última morada. Aparece Creonte y algunos tebanos para pedir al Edipo que retome el trono y salvarles del peligro que acecha de nuevo a la ciudad. Edipo rechaza exaltado el ofrecimiento, y cuando Creonte quiere llevarse a Antígona como rehén, llega el rey Teseo con un grupo de atenieneses. Edipo, finalmente, parte seguido tan solo de Teseo. hacia su muerte y transfiguración en medio del florido paraje, sobre el canto de las Euménides benévolas.
Musicalmente cercano a la atmósfera de Parsifal con sus ensoñaciones hasta el canto de inocencia del desdichado rey, para finalizar entre la majestuosidad orquestal en un clima sublime realzado por el coro de Euménides. "Adieu, douce Antigone"
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Todos los fragmentos musicales corresponden a la imprescindible versión de Lawrence Foster con la Filarmónica de Montecarlo y el Orfeón Donostiarra (EMI 1989) con un reparto de infarto: José Van Dam, Brigitte Fassbaender, Barbara Hendricks, Marjana Lipovsek, Nicolai Gedda, …
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Fascinante Mito, Extraordinario Músico…