viernes, 16 de septiembre de 2011

Un rigoletto personalizado

Una de las facetas más atractivas, y definitorias, del ilustre recreador o intérprete, es la capacidad de llevar la obra de arte, el personaje, a su terreno; haciendo suya y creíble la historia que desgrana en una amalgama espléndida entre el respeto al creador y la propia personalidad de quien lo rememora. Ese delgado filo entre la fidelidad a la fuente y el marchamo personal es el quid, el nudo gordiano definitorio del ejecutante superior, del genio de la interpretación.

Y ese es el valor que Leo Nucci nos regaló durante el 59 Festival de Ópera de A Coruña. Un honorable representante de la vieja escuela italiana, con casi cuarenta años de carrera y cerca de quinientos rigolettos a sus espaldas, cuenta con toda esa dilatada experiencia para conseguir, en cada recreación del bufón verdiano, insuflarle la vida, carne y espíritu, metamorfoseándose en cada gesto, en cada mirada, en cada nota.

De acuerdo con que su voz carece del metal poderoso de otrora, o de otros ilustres barítonos; adolece del bruñido salvaje de un inmoral suavizado por la paternidad; pero con su lustroso vibrato nos llegaba toda su humanidad debilitada en una voz carnal, opaca, de terciopelo gastado por su propia función, todavía acariciadora.

La representación giraba a su alrededor, el público, los coprotagonistas, también la orquesta, impresionante, seguía y atendía con mimo el devenir trágico de su maldición: lenta, parsimoniosa, arropante, atenta, fiel acompañante de un rubato dramático

Todo pensado para y por Nucci, quien estaba encantado, inmerso a gusto en su otro yo. Se palpaba en su entrega, en el ademán certero, en su sonrisa franca ante los muchos vítores, excesivos durante la representación diría yo, que le llevaron a bisar el duo-cabaletta del Acto Segundo "Si, vendetta, tremenda vendetta"; aquí lo tienen:


Video de rafadmartin

A su lado, a un nivel más prosaico, la Gilda de María José Moreno; muy bella de timbre, de voz clara y atractiva de ligera competente; íntima y recogida, supo seguir con resolución al maestro Nucci.

Mikeldi Atxalandabaso, como diría mi galaico amigo, tiene las notas del Duca en su garganta; no aporta nada especial, ni asombra por su bello color pero no desmerece el nivel del reparto, enganchándose a una poderosa y rica emisión por encima del pasaje.

Muy estimable el Sparafucile de Dmitri Ulyanov, de voz potente y oscura bien emitida, y terrorífico desempeño, ciertamente atractivo en su imprescindible rol.

El resto de coprimarios resultaron más bien anodinos, sin nada reseñable salvo la belleza femenina de la contessa de Ceprano (Alina Lindquist)... La Coral polifónica El Eco, podríamos despacharla con el lugar común de cumplidora, lo cual no es poco.

Especial mención para el maestro Miguel Angel Gómez Martínez que dio una lección de concertación, de buen gusto musical, desde la batuta de la OSG, acompañando con mimo y esmero a los cantantes, con unos tempi amplios, majestuosos, dramáticos, supongo de común acuerdo con Nucci; demostrando lo que debe de ser un director de foso con gusto y oficio. Excelente la respuesta de la orquesta que dejó una muestra maestra en su desempeño durante la escena del cuarteto del tercer Acto: presencia, oscuridad, dramatismo, tragedia, dolor,... en los atriles.

La régie tradicional de Emilio Sagi contaba con un montaje tirando a feo pero efectivo; unas bases móviles inclinadas que dibujaban intrincadas callejas, que funcionaban bien en determinadas escenas y resultaban pobres en otras. Los pabellones parecían más de van der Rohe que de la propia época que desvelaba el vestuario.

El público, desaforado, con ganas de jarana y dispuestos a que el Rigo-Nucci ofreciera un bis, por encima de todo. Misión cumplida, aquí paz y después gloria, yo satisfecho con un notable alto en mi calificación personal. Para otras calificaciones y comparativas, anexo un vídeo con cinco vendettas de barítonos y sopranos renombrados:


(Vídeo de 34fgsfgsdtu48w7qtaqt)

8 comentarios:

pfp dijo...

aprovechando tu crónica Barbazul, recordar cuantos problemas acompañaron la génesis de esta ópera SENSACIONAL que quizá por la enorme popularidad de su música se han olvidado. Recordar que está inspirada en la obra de teatro "Le Roi s´amuse" del ilustre Victor Hugo,la cual fue censurada, y prohibida su representación, que Hugo no obstante consiguió imprimir el texto, el cual se difundió con rapidez y éxito, y que uno de sus lectores para nuestra suerte fue Verdi que lo incluyó rapidamente entre sus posibles libretos.
Gracias Barbazul por traerla al Castillo

Titus dijo...

¡Nucci busando el "Si, vendetta"! ¡No me lo puedo creer! ¡Lo nunca visto!

Modo ironía off.

No, en serio, me alegro por ti que lo pudiste disfrutar. Ya me habría gustado estar allí. Aunque Nucci no sea un cantante que me atraiga demasiado, lo cierto es que es el último de su especie.

Barbebleue dijo...

así es pilar, con esta genial combinación del Verdi popular y el más profundo, ahora nos divertimos todos...

gracias por la colaboración.

Barbebleue dijo...

Titus, muy de acuerdo con el modo off.

modo on: yo tampoco daba crédito.

GLÒRIA dijo...

Me gusta mucho como defines al intérprete y su don para hacer suyo un personaje. Tengo el Rigoletto de Nucci pero, pese a la entrega en la interpretación, el cantante no tiene la voz del malvado bufón.
De todos modos ¡cuánto me alegro de que lo disfrutaras!.
Y gracias por contarlo.

Barbebleue dijo...

Bueno, Glòria, Nucci tiene su bufón... lo cual no es poco.

Rodrigo de Castro dijo...

"Ma...¿perché? sono solo un povero, brutto e vecchio buffone" le dijo el Maestro Nucci -con una amplia sonrisa y guiñándole el ojo mientras le estrechaba la mano agradecido- a quien esto escribe cuando al finalizar la representación acudió a saludarlo y testimoniarle su respeto y admiración. Inconmensurable actor - cantante, este señor. Toda una experiencia poder contemplar su amplio catálogo gestual desde la cercanía de la cuarta fila.
Por otra parte, señor Barbebleue, muy de acuerdo con su notable crónica salvo en el pequeño detalle de que, en mi opinión, a la dirección le faltó un poco de vigor y fuego verdiano en determinados momentos. Pero, en cualquier caso, una representación de esas en las que uno sale con una sonrisa en los labios.

Barbebleue dijo...

Sin duda, Eminencia, faltó incendio verdiano; quise atribuirlo a exigencias de los "músicos de escena"