domingo, 29 de agosto de 2010

El Parsifal de "O Cebreiro"

"Y río, río, no puedo llorar.
Sólo grito,aúllo, gruño, deliro,
sumergida en la noche del desvarío..."
-Kundry-
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Los wagnerianos gallegos no somos pocos ni siquiera cobardes. Quedó en evidencia ante la programación del primer Parsifal en estas tierras, ni tan extrañas ni tan lejanas al mito. A pesar, o a favor, de ser en versión concierto, de la indudable extensión de la obra, y de ser víspera de laborable, el lleno y la expectación fueron antológicos. Se palpaba la excitación entre las mesas de la cafetería, durante el abastecimiento previo a tan magno espectáculo. Bien es cierto que el elenco contratado ayudaba a tal fin...
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A la hora en punto, el escenario del Auditorio de Santiago dC se llenó completamente: sillas rojas a ambos lados del podio, coro al fondo, orquesta en medio; único decorado: una reproducción dimensionada de la plaza del Obradoiro, Catedral centrada, recortada sobre un cielo negro. Apropiado y elegante..
Vasily Petrenko, el joven director ruso que ya suena para Bayreuth, se lanzó de inmediato, acallando toses y rumores, hacia un intenso y místico Preludio; de generosas dinámicas y bello fraseo. Un preludio que dio la medida de lo que fue toda su labor: intensidad, profundidad, extroversión, vitalidad, entrega; un tanto metronómico en su lectura como único defecto (en la antípodas de la celebración de un Kna). La Royal Liverpool Philharmonic Orchestra respondía de memoria, con un sonido brillante, expansivo, algo acerado, sin la dulzura de la cuerda de las más grandes pero generosa y sobre todo veraz, creíble, involucrado cada atril. Así durante todo el Festival Escénico Sacro.
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El Acto I se abrió con el oficio del experimentado Kurt Rydl, un Gurnemanz volcado en el sprachgesang de buen narrador, rico en dramatismo y proyección, buen volumen sobrado de vibrato. Con la presentación del Grial llegó el momento más místico de la representación, también el más intenso y recogido por parte del director, manejando delicadamente a la orquesta y disparando hacia el cielo al Coro de la Ópera Nacional de Brno y el de voces blancas Cantabile, entre el irreal sonido de las campanas tubulares que parecía nacer en el decorado. Finalizó el acto con una aparición ciertamente tremenda de Jukka Rasilainen, Amfortas blanco y doloroso que supo quebrar su voz con un impactante Erbarmen!, y con una ráfaga de un Titurel profundo y poderoso en la oscura voz de Ain Anger
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El Acto II resultó ciertamente bello, inserto entre las dos intervenciones de KlingsorEgils Silins, barítono de voz bella aunque escasamente maligna. Tras las tentaciones de unas hiperexcitadas muchachas-flor, insertas entre el coro, comenzó el gran dúo de Violeta Urmana, Kundry seductora, fieramente lírica, que pronto despejó todas las prevenciones sobre su actual estado vocal: voz amplia y homogénea, hermosa, cristalina, de incólumes agudos, pero sin toda la profundidad requerida para el ambivalente personaje; segura y perforante pero sin salvajismo, contenida, de risa enlatada. Aquí les queda muestra de su papel en el Parsifal de Gergiev de inminente publicación:
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Y el Parsifal de Nikolai Schukoff, tenor de voz joven y generosa, sana y real, sin un timbre bellísimo y un poco falto de metal y heroísmo, pero eficaz y atractivo, con capacidad de crecimiento. Un acto muy redondo, ampliamente recompensado.
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El Acto III nos devolvió al curtido Gurnemanz – Rydl, ahora más agotado vocalmente, entregado a Parsifal – Schukoff de amplio lirismo contemplativo; melopea orquestal y despedida intensa de Amfortas – Rasilainen tan entero como sufriente, mientras el coro y orquesta atacaban el espiritual final con una contención y recogimiento memorables.
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Apoteosis final para la primera aparición del necio y casto por las tierras del Grial (24 de agosto de 2010) en una representación a la altura del mejor teatro del mundo, Bayreuth incluido por supuesto.

sábado, 21 de agosto de 2010

La derrota de la luna

Era agosto avanzado, ese agosto que quema el verde y encoge los días. Ese agosto de nordeste afilado, que te mantiene en el interior pegado a la ventana. Hacía rato que el sol había llegado a su ocaso, como un dios. También el pintor de bóvedas del oeste había dejado su adelanto del día siguiente. Sin aviso pero con cita, emergían en un cielo de hegemonía azul, dos luminarias.
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Dos astros de belleza prestada, de luz robada. Selene creciente, filiforme, musulmana, dolorida de ese gran bocado terrestre. Próximo, un punto exultante, soberbio: Venus monocular.
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Exhibiéndose ufanos, parecían dialogar, y como una pareja antigua y vanidosa, discutir, discrepar, pelear: aburrirse en suma. Por un momento diríase que habría batalla, me mantuve atento; pero no, enseguida la luna cedió, y comenzó su derrota hacia el sudoeste, lentamente como un velero sin gobierno ni lonas. Apagado su esplendor inicial se teñía de una opacidad rubra, mitad ira, mitad vergüenza, y partía tras su fuente, señor y hermano.
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El lucero vespertino, henchido, brillaba como nunca, triunfante. Más en cuanto la línea inasible se la hubo engullido a ella, castigo hemisférico, el planeta emuló su rumbo entre estertores de fulgor; con sideral calma rastreaba a su víctima y cómplice, empujado desde el norte por la doble uve de Casiopea.
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Entre la tinta china, ahora reinaban las dueñas de luz propia; ávidamente dirigí la mirada hacia el sur, buscando a mi querida Antares, la roja. Allí estaba su centelleo evidente, en su derrota veraniega, sobre la cabeza del Escorpión, atemorizando al mismísimo cazador, Orión.

Mientras, en el cálido interior, profesando el Quadrivium, sonaban en el órgano la infinitud contrapuntística y la cósmica polifonía de los Corales Schübler del gran hacedor JS Bach.
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Aún emocionado, la Belleza me hizo sentir pequeño, intrascendente… dichoso.
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Wachet auf, ruft uns die Stimme BWV 645 - Marie Claire Alain -

lunes, 16 de agosto de 2010

Albumes de una vida (12):"Blonde on Blonde"


“el fantasma de la electricidad aúlla en los huesos de su cara”
(Visions of Johanna –Bob Dylan-)
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En plena gira mundial de conciertos, y en pleno cambio estilístico, a los gritos de "Judas" o "Traidor", en febrero de 1966 Bob Dylan y tan solo dos de sus inseparables músicos de esa época, el teclista Al Kooper y el guitarrista Robbie Robertson, se presentaron en Nashville para grabar un nuevo álbum. La ciudad de Tennessee era, y sigue siendo (que se lo pregunten a Robert Plant) la capital musical de los Estados Unidos: el centro del country acrisolado con el mejor blues de aluvión.
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En la mochila llevaba únicamente la estructura de nuevas canciones, y en mente “un sonido fino, un sonido de mercurio salvaje” (Dylan). Con ese fin se contrató al reputado músico local, Charlie McCoy, y una rica y adaptable sección rítmica eléctrica curtida en grabaciones con Elvis Presley o Roy Orbison; todos bastante ajenos al pop-rock y a la obra dylaniana. A instancias de Bob las grabaciones se realizaron en directo en el estudio, con todos los músicos tocando a la vez, como en un concierto.
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El Dylan más soberbio pasaba por su más prolífico y genial momento por lo que el resultado fue grandioso, torrencial: el primer doble LP de la historia del rock, los temas más extensos del mundillo popular, un sonido único ciertamente de mercurio salvaje, la puesta de largo de un género menor, y una belleza subyugante en textos mitad sardónicos, mitad sufrientes, siempre irónicos, siempre melancólicos, más barrocos y herméticos que nunca, surrealistas; y en música, largas peroratas repetitivas envueltas en celofán de órgano, a modo de nubes, que parecen no tener fin ni quererlo. Temas anclados en el órgano y la armónica, de raíces rhythm&blues, una mezcla de rock sicodélico y folk eléctrico tan único y personal que nunca nadie ha hecho ni hará nada parecido.
. El álbum se abre con Rainy Day Women #12 & 35: un auténtico desmadre, a ritmo de marcha militar, con trombón y trompeta incluídos, fruto de varios cócteles Leprechaun y de poner a tocar a los músicos con un instrumento diferente al suyo habitual.
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Pledging my Time: blues lento saturado de armónica.
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Visions of Johanna: uno de los mejores temas, una explosión de creatividad, de visiones y sonidos oníricos:
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One of us must know (sooner o later):
sinfonismo dylaniano para el desencuentro
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I Want You: magia pop ribeteada en guitarra y órgano, un deseo incontenible, anhelante y repetitivo, un caramelo mordaz :
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Stuck inside of Mobile: inconmensurable historia en largos párrafos cuya continuidad marca el órgano.
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Leopard-skin Pill-box Hat: blues ácido y guitarrero
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Just like a Woman: una delicadeza aérea, un remanso de quietud, la ternura oculta de Dylan, una mujer, una niña…
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Simplemente es imposible encajar
Sí, creo que es el momento de dejarlo
Cuando nos encontremos de nuevo,
Presentados como amigos,
Por favor no cuentes que me conociste cuando
Estaba hambriento y este era tu mundo.
Ah, engañas como una mujer, sí, lo haces
Haces el amor como una mujer, sí, lo haces
Luego, sufres como una mujer
Pero te echas a llorar como una niña pequeña
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Most likely you go your way and I’ll go mine: metales para un tema incluso bailable
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Temporary like Achilles: otro blues lento trazado al piano
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Absolutely Sweet Mary: contagioso tema pop
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4th Time Around: un círculo sin salida, un tema obsesivo, de belleza lunar, de guitarra acústica
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Obviously 5 Believers: machacón y punzante
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Sad-eyed Lady of the Lowlands: grandiosa canción de amor, balada inabarcable, Dylan en estado puro, emotivo, intenso; un fluir constante de versos que configuran párrafos musicales con su propio clímax. Una cara entera del LP para un tema descomunal, profundamente sentimental:
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Con tu boca de mercurio en tiempos misioneros,
Y tus ojos como humo y tus oraciones como rimas,
Y tu cruz de plata, y tu voz como campanadas,
¡Oh, quién de ellos crees que podría enterrarte?
Con tus bolsillos siempre bien protegidos,
Y tus visiones de tranvía que colocas en la hierba,
Y tu carne como seda, y tu cara como el cristal,
¿Quién de ellos crees que podría conseguir llevarte?
Dama de ojos tristes de las tierras bajas,
Donde el profeta de ojos tristes dice que ningún hombre llega,
Mis ojos de almacén, mis tambores árabes,
¿Debo dejarlos a tu puerta,
O, dama de ojos tristes, debo esperar?

Con tus sábanas como el metal y tu cinturón como un lazo,
Y tu baraja de cartas sin joker ni as,
Y tus ropas del sótano y tu cara hundida,
¿Quién de ellos piensas que podría anticiparse?
Con tu silueta cuando la luz del sol se oscurece
En tus ojos donde nada la luz de la luna,
Y sus canciones astilladas y tus himnos gitanos,
¿Quién de ellos intentaría impresionarte?
Dama de ojos tristes de las tierras bajas,
Donde el profeta de ojos tristes dice que ningún hombre llega,
Mis ojos de almacén, mis tambores árabes,
¿Debo dejarlos junto a tu puerta,
O, dama de ojos tristes, debo esperar?

Los reyes de Tiro con sus listas de presidiarios
Estás esperando en fila por su beso de geranio,
Y no sabías si sucedería así,
Pero realmente, ¿Quién de ellos quiere sólo darte un beso?
Con tus pasiones infantiles en tu alfombra de medianoche,
Y tus modales españoles y las drogas de tu madre,
Y tu boca de vaquero y tus tapones de toque de queda,
¿Quién de ellos crees que podría resistirse?
Dde ojos tristes de las tierras bajas,
Donde el profeta de ojos tristes dice que ningún hombre llega,
Mis ojos de almacén, mis tambores árabes,
¿Debo dejarlos junto a tu puerta,
O, dama de ojos tristes, debo esperar?

Oh, los granjeros y los empresarios, todos ellos decidieron
Dónde están los ángeles muertos que solían esconder
Pero, ¿por qué te escogieron para simpatizar a su lado?
Oh, ¿podrían alguna vez confundirte?
Querían que aceptaras la responsabilidad de la granja,
Pero con el mar a tus pies y la falsa alarma,
Y con el hijo de un gorila arropado en tus brazos,
¿Cómo podrían ellos alguna vez haberte convencido?
Dama de ojos tristes de las tierras bajas,
Donde el profeta de ojos tristes dice que ningún hombre llega,
Mis ojos de almacén, mis tambores árabes,
¿Debo dejarlos junto a tu puerta,
O, dama de ojos tristes, debo esperar?

Con las láminas metálicas de tu memoria de Cannery Row,
Y tu marido de revista que un día simplemente tuvo que irse,
Y tu gentileza, que no puedes dejar de mostrar,
¿Quién de ellos crees que te emplearía?
Ahora estás junto a tu ladrón, estás en su libertad condicional
Con tu medallón sagrado que doblan tus huellas,
Y tu cara de santa y tu alma de fantasma,
¡Oh, quién de ellos crees que podría destruirte?
Dama de ojos tristes de las tierras bajas,
Donde el profeta de ojos tristes dice que ningún hombre llega,
Mis ojos de almacén, mis tambores árabes,
¿Debo dejarlos junto a tu puerta,
O, dama de ojos tristes, debo esperar?
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Tal vez no sean sus temas más conocidos, pero si no es el mejor álbum del pop-rock, se le parece mucho… también el mejor de Dylan (“Blood on the Tracks” me perdone) Y yo ya no sé si es mejor poeta que músico...

jueves, 5 de agosto de 2010

A-S Mutter en el recuerdo

Que Anne-Sophie Mutter es una extraordinaria violinista no es ningún secreto, como tampoco lo es ese aura que la acompaña: no sabría bien decir si de mito, de leyenda, de excepcionalidad; en todo caso algo prodigioso, de esa etérea sustancia que estructura la genialidad, y que tanto nos atrae.
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Tal vez debido a su impresionante carrera de virtuosa, frontera límite de la excelencia; al apadrinamiento desde chiquilla del muy mediático Karajan; a la increíble belleza sonora de su Stradivarius (nombre siempre mítico). Cualquiera de ellas y muchas más, por separado, y todavía más en conjunto, hacen imposible negarse a escucharla cuando se acerca a tu propia casa. Una cuestión de apetito…
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Programada su actuación para el pasado 18 de junio en A Coruña, dentro del Xacobeo Classics, la expectación y la acogida fueron de fábula. Encajada en un sugerente, y ya habitual, vestido de sirena, en color azul, escote palabra de honor, apareció acompañada por el pianista Lambert Orkis. Y se presentó con un programa ecléctico y poco homogéneo:
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Sonata en sol menor de C Debussy: prodigio de la mano izquierda en unas nubes sonoras que semejaban circulación sin vasos...
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Sonata en fa mayor de F Mendelssohn: pasión contenida, desmelenamiento peinado, romanticismo clásico...
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Fantasía sobre Carmen, de P Sarasate: sabor popular, digitación, extroversión, colorido...
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Pero fue en la Tercera Sonata en re Mayor op 100 de J Brahms donde todo su virtuosismo musical brotó indómito:
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-Irresistible hermosura de un sonido fuera de lo común, natural, cristalino, de infinitos colores, aterciopelado, amoroso, agradecido, seductor, pura ternura para la rama coclear del octavo par craneal.
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-Técnica apabullante, asombrosa, para la que nada parece tener secretos: afinación, digitación, pizzicati, ataques de arco, fraseo, control de dinámicas, …

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-Calidez en la interpretación, interiorizada a ojos cerrados, extrayendo la esencia de la partitura con diluvios de emoción, desde el alma del instrumento hasta la de la audiencia.
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Un conjunto de cualidades al servicio de la profundidad angustiosa y arrolladoramente humana del superlativo Brahms, cuyos ocres colores fueron evidenciados sin pudor.
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Orkis fue un acompañante delicioso, dialogante, ensoñador, de fraseo exquisito y muelle: un precioso contrapunto a su altura.
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Pasemos a escucharla tocando los cuatro movimientos de la mencionada Sonata en la grabación de 1982 con Alexis Weissenberg (cortesía de TheLeonardoSaez):
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Allegro

Adagio

Un poco presto

Presto agitato

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Seducción y embeleso ante una mujer fascinante…