martes, 25 de mayo de 2010

De la técnica hacia la Emoción

Todos los buenos aficionados sabemos, también los buenos profesionales, que la perfección técnica en el Arte, en la Música, no es un fin sino un medio. Un medio, necesario, imprescindible si quieren, para alcanzar el fin último: la Emoción, el Sentimiento,… esa saturación sensorial que colapsa los centros emotivos superiores, desbridando el mundo vegetativo.
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En un mundo tan superficial y mediático como el actual, tal vez la exteriorización de unas habilidades, manuales o vocales, pueda llevar a un cierto tipo de emoción, más cercana al asombro, a la boquiabierta admiración por la dificultad; pero en sí mismas estériles en cuanto a fecundidad artística.
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Valga toda esta reflexiva introducción, bien conocida y debatida, para hacer referencia al reciente recital del famoso pianista chino Lang Lang en SdC dentro del marco del Xacobeo Classics. Gran expectación para un programa variado: dos Sonatas de Beethoven (op.2 y op.57 Appassionata), primer cuaderno de la Iberia de Albéniz y la Sonata n.7 de Prokofiev.
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Muy favorable acogida para un músico conocido ya del gran público merced a su gran exposición mediática, hasta el Hormiguero de Cuatro, y una agenda repleta.
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La Iberia, de ambientes muy alejados, más cercanos a una casa en el Honan que al puerto de Cádiz, y el resto del programa pecaron de los mismos defectos: una prodigiosa y llamativa técnica que entra más por los ojos que por el oído, para un producto artístico que suena artificial y vacío. Leyendo las partituras a su bola, manejó a su antojo una poderosa digitación fuera de serie, portentosas dinámicas, endiabladas escalas, instrumentación heroica, virtuosismo de recursos técnicos tendente al exhibicionismo pero ¡ay! sin ese control de recursos expresivos con que los grandes perfuman las obras maestras; provocando la ausencia de remansos neuronales donde solazarse. Parafraseando al programa de mano: le sobra precisión para bordear la belleza en ausencia de sabor.
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Rescataría la Sonata de Prokofiev, por su machacona y pulcra lectura, muy adecuada a tan intensa partitura.
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Su desafiante juventud nos hace mantener viva la esperanza de que, con tal base y dominio técnicos, el pianista artístico se pueda ir haciendo, a fuego lento. Mimbres hay...
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¿Recuerdan el recital Zimerman que les comenté hace unos meses? … pues justo lo contrario. Eso sí, Lang Lang con mucho más público y más bravos… yo salí más frío.
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Les dejo con el Allegro assai de la Appassionta en las versiones del propio Lang y de Wilhelm Kempff:
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Cerrando con el Allegro ma non troppo, en la emoción de Claudio Arrau:

8 comentarios:

carmen dijo...

He escuchado al maestro hace unos minutos y no hay color con el alumno.
De hecho, siento que su lectura es la que más me ha gustado -incluidas las que propones, y no quiero polemizar- al menos si se entiende que su interpretación debe de hacer honor al nombre de la sonata.

Es difícil pronosticar la evolución de un pianista, pero hay algo en él -Lang Lang- que no me gusta y ese algo tiene que ver con la diferencia entre "plano" y "frio" pero ya sabes que no sólo el derecho, sino también la música, es un campo de opinión.

Josefina dijo...

Estoy un poco confundida...
A ver: he leído unas declaraciones de Lang Lang que dicen: "Hemos de buscar la conexión de la Música con el mundo real"...
¿Qué se entiende por mundo real? ¿Acaso la música no es la expresión de un sentimiento que, como bien dices Barbebleue, toma como medio y no como fin la perfección, para llegar a hacer vibrar la emoción íntima que hace una verdadera y real conexión con la del músico que la creó?
Y esa misteriosa evocación que, al que la compuso, le hizo posible el virtuosismo y el anhelo de perfección como dones de su gracia creadora para elevar la esencia invisible de su vida interior a la gran categoría de la Música, ¿no es el mejor legado a la Humanidad, fruto de una época y de lo que en ella se inspiró?
¿a qué vida real se refiere?

Me ha gustado Wilhelm Kempff, Claudio Arrau... Lang Lang, no.
Gracias Barbebleue y disculpa el "rollo".

Esdedesear dijo...

Bueno, estoy segura de que detrás de vuestras emociones hay un volúmen grande de percepciones que habeis adquirido a través de años de cultivo de la sensibilidad musical y no me atrevo, no digo a disentir que sería ridículo por mi parte, ni siquiera a dudar de vuestras opiniones, Barbe y Josefina, pero yo debo ser ese "mundo real" que dice Lang Lang porque a mi me gusta escucharlo. (Sus "comercios" son su tema personal que no alcanzo a comprender). Muchas gracias y un abrazo.

Barbebleue dijo...

Pues si la Música debe tender hacia el mundo real, apaga y vámonos!... yo me bajo.

Titus dijo...

Yo también. Nunca he entendido las pasiones que levanta la interpretación de autómata de Lang Lang.

Amigo Galaico dijo...

Me dejó frío igualmente. Muy interesante el Prokofiev, pero Beethoven y Albéniz (aún con sus buenos momentos aislados) estaban FUERA DE ESTILOOOOOO. La Apassionata NO se puede tocar de esa manera tan BESTIAAAAAAAAAAAAAAAAAAA.

Y yo en fila dos... menudos viajes le pegaba al pedal, a la teclas y a todo el señor Lang. Lo mejor, su ténica salutatoria, al más puro estilo Humor Amarillo. Aprobado raspado. Mil veces mejor Zimermann, vamos, es que no hay color. Y quien dice Zimermann dice Sokolov, Pires, Leonskaja, Argerich, Thibaudet... y una colección interminable de pianistas en activo que son muchísimo más músicos que el chino cudeiro este.e

Barbebleue dijo...

El chico es muy educado, Galaico, algo de agradecer. En fila uno los viajes me llegaban directos...

GLÒRIA dijo...

Puede que se esconda un buen pianista detrás de este oriental enloquecido que se carga un piano cada vez que toca. Es decir: Ejecuta al piano. Su versión en youtube de Tristesse d'amour me muestra un artista sensible y dotado.
Hace un par de años, en un festival de verano, vi a Ivo Pogorelich tocando a Rachmaninnoff. El concierto duró tres cuartos de hora más de lo que el ruso había señalado. Un asistente que dijo ser moscovita, al final del concierto, le grito que aquello no era Rachmaninnoff, que hacía bien las notas pero no el espíritu.
Pianistas...
Zimmerman, Kovacevic, Argerich son maravillosos.
Estupenda crónica Mr. Bbb.