lunes, 5 de octubre de 2009

‘L’arbore di Diana’ según Johann Went

A propósito del estreno en el GTL de esta ópera de Vicente Martín y Soler (1754-1806) nos reseñaba, de manera muy lúcida, mi buen amigo Joaquim en su imprescindible In Fernem Land que estábamos ante una música ‘siempre bonita, agradable y elegante, nunca pasional ni genial’. Efectivamente a nuestros oídos de hoy en día y ante las inevitables comparaciones con el genio de Salzburgo, nos resulta una música de tinte galante, afable, atractiva pero sin el vuelo superior de obras más elevadas y maduras. Una música que en su afabilidad popular era ideal para un ejercicio interpretativo muy en boga en la época en Viena: la Harmoniemusik.
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Con esta palabreja hablamos de transcripciones, arreglos, e incluso composiciones dedicadas para conjuntos de viento (especialmente el octeto) que, puestos de moda por el Emperador José II, fueron muy populares, pues expresaban el lado dionisíaco de las partituras en su faceta más sencilla, amena y divertida. Una especie de pop portátil de antaño.
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FJ Haydn, A Salieri o el propio WA Mozart, desde la utilización que hizo en la célebre cena de su Don Giovanni presentando temas de moda, nos dejaron obras maestras en este género como la serenata Gran Partita. Un oboísta de entonces Johann Went (1745-1801) dedicó tiempo y esfuerzo al arreglo de óperas contemporáneas para estas agrupaciones.
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Así lo hizo con L’arbore di Diana de Martin y Soler, cuya versión para octeto de viento y contrabajo fue grabada hace bien poco, diciembre 2007, por el grupo Els Sonadors. Y como bien recoge Leonardo Waisman en las notas del disco: Went no se limitó a ‘traducir al conjunto de viento todas las circunstancias musicales de la ópera sino que compuso una auténtica suite para viento’
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Els Sonadors, fundado en 2003, es un grupo estable de carácter historicista cuya principal formación es el octeto de viento: dos oboes, dos clarinetes, dos trompas y dos fagotes, siendo su principal repertorio la comentada Harmoniemusik del XVIII-XIX. En su web encontraréis más información sobre ellos y su música.
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Aria 'Sento che Dea son io'
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Sobre su interpretación de la obra de Martin y Soler/Went señalaría que:
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El refinamiento es una de sus grandes bazas logrando elevar dicha música desde el noble comedor hasta la sala de conciertos de la burguesía.
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En la dulzura de sus maderas germina toda la calidez del ‘cantabile’ operístico.
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En su siempre medida y contenida lectura, manteniendo el estilo claramente galante y jovial, florece toda la exquisita proporción del Clasicismo.
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'Ah, quante volte mai'
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'Qualche diavol aui s'asconde'
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Els Sonadors son:
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Albert Romaguera, oboe modelo Grundmann & Floth (ca 1795)
Molly Marsh, oboe modelo Grundmann & Floth (ca 1795)
Diego Montes, clarinete modelo Lotz (ca 1790)
Fernando Romaguera, clarinete en do modelo Grenser (1785) clarinete en si bemol modelo Lotz (1780)
Rafael Mira, trompa modelo Lorenz (ca 1830)
Jorge Rentaría, trompa modelo Lausmann (ca 1860)
Javier Zafra, fagot original Trièbert (1804)
Carles Cristóbal, fagot original Jeune (1820)
Juan Jaime Ruiz Leite, contrabajo anónimo italiano del XVIII

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues sí que es agradable. Gracias, Barbebleue.

Josefina dijo...

Como así se expresa en su presentación, es todo exquisitez y dulzura. Acaricia los sentidos y, sin ser Mozart, es la justa medida de un clasicismo que siempre nos deleita el alma.

Apenas me atrevo a comentar, tal es el nivel de la presentación y reflexión de la música que nos regalas que, huérfana de Bach, sigo los caminos que tan delicadamente y saviamente nos ofreces, aprendiendo cada día algo nuevo,sorprendiéndome con lo aprendido y gozando como toda mi vida, de la gran manifestación y plasmación de la belleza, que es la Música.
Gracias, Barbebleue.

pfp dijo...

todavía fresca en mi memoria la representación del Árbol de Diana en Bcn. el pasado sábado, puedo decirte que si, que este tipo de interpretación le favorece y mucho a esta música. Como bien dices suena más dulce y cálida.

Interesante. Enhorabuena a los interpretes.

Titus dijo...

Muy buenas interpretaciones, el formato le sienta a la partitura como un guante.

Me duele que la tónica general de los comentarios acerca de esta obra tras su paso por el Liceu esté siendo tan negativa. El año pasado la tuvimos en Les Arts y salimos encantados, desde luego que no es Mozart, pero la prefiero antes que otras muchas obras de lo que se suele llamar "el gran repertorio". O en Les Arts salió excepcionalmente bien, o en el Liceu ha salido mal cuando los comentarios son tan dispares.