Siempre me han gustado las Misas de Franz Schubert. Desde la primera vez
que las escuché, hace ya bastantes años. No es que sean ni lo más destacado de
su producción, ni unas obras maestras del género, ni tan siquiera son piezas
novedosas ni paradigmáticas. Incluso pueden pecar de un cierto academicismo,
cuando no de una extraña mixtura estilística heterogénea.
Pero Schubert acierta al imprimirles un alto grado de fervor religioso,
enlazando con maestría su melodismo de altos vuelos, reconocido y valorado, con
la pomposidad de una escritura polifónica de sabor antiguo.
Un buen ejemplo es la fuga "Cum Sancto Spiritu" del Gloria de la Misa Nº5 en
la bemol mayor D.678, que el pasado jueves día 15 nos interpretó en el coqueto
Teatro Cervantes de Málaga, la Orquesta Filarmónica de la ciudad, bajo la
dirección de Pablo Mielgo, con la Coral Cármina Nova en estado de gracia;
completaban el programa los solistas María Espada, Esmeralda Espinos, Juan
Antonio Sanabria y Damián del Castillo.
La Orquesta malagueña, sin la brillantez ni la prestancia de orquestas
señeras, tiene empaque de buen instrumento, por oficio y golosa sonoridad en
cuerdas y maderas. Pero fue la excelente labor de la Coral la que dio altura y
liturgia a la celebración musical. Empaste, precisión, impresión, dinámica, dulzura,
redondez, presencia, impacto, son algunos de los sustantivos que rondaban la mente del público al
terminar la obra.
Para rematar el evento, como es tradición, orquesta, solistas y coral
invitaron al público a cantar con ellos el conocido “Noche de Paz”. Un momento
emotivo.
Escuchemos la pieza seleccionada de la Misa de Schubert en interpretación de N. Harnoncourt:
6 comentarios:
He cultivado poco la música religiosa si bien la valoro y, más de una vez, su misticismo me ha traspasado el corazón. Schubert es un melodista tan inspirado que su "Deutsche Messe and Magnificat" (486) me ha acompañado muchas veces i siempre consigue sobrecogerme. Tal vez sea sencilla, no lo sé pero és delicada como debería ser el amor a cualquier dios.
Representa bien a las claras esa espiritualidad doméstica que todo ser humano necesita, más allá de dogmas y fanatismo.
fue la Sexta Misa Latina D950 de F. Schubert, la que me enganchó hace ya ocho años, a Schubert y a este Castillo...
gracias mil
... y desde entonces el Castillo está en deuda con Schubert.
Schubert for ever!
Publicar un comentario