En muchas de sus óperas el siempre genial Richard Wagner diferencia claramente diversos tipos de amores, bien con un fin puramente dramático, al estar personificados en diferentes personajes, o por un convencimiento personal muy profundo. Estos amores conviven en sus obras, casi siempre enfrentados, provocando una aseveración moral.
Personalmente no creo que esta calificación y clasificación responda a la realidad, pues en una misma persona pueden coexistir diferentes arquetipos de amor, emanando todos de un mismo magma generador. Pero no es momento para discutir con el Maestro...
Lo que sí es indiscutible es el hecho de que este antagonismo nos ha regalado, de su pluma, un sinfín de bellísimas páginas musicales que podemos reconocer en muchas de sus obras, desde el Holandés hasta el Anillo o Parsifal.
Especialmente ilustrativo en este aspecto resulta la muy célebre obertura de Tannhäuser o El Torneo de Canto en el Wartburg. En ella Wagner enfrenta el amor espiritual, personificado en Elisabeth y musicado en el Coro de Peregrinos, con el amor carnal de Venus y sus tentaciones.
Desde el mismo inicio queda clara la dicotomía temática, comenzando por el tema, y sus subtemas, de la salvación o del coro de peregrinos, que van surgiendo a modo de un Coral hasta el tutti orquestal con la hermosísima figura de los violines que aporta agilidad al canto coral. Poco a poco van desapareciendo de la orquesta merced a una elección instrumental especialmente afortunada con la sucesiva desaparición de atriles, para dejar paso al Venusberg y toda su carga de cromatismo y sensualidad (subtemas de la bacanal y las sirenas) que hace clímax en el motivo de Tannhäuser o Himno a Venus. Si se trata de la versión original de Dresde (1845) retorna el coral de los peregrinos a modo de redención para cerrar esta maravillosa obertura.
Escuchemos la lectura de dicha pieza, en concierto, a cargo de un gran director wagneriano de nuestro tiempo: Christian Thielemann con la Orquesta Filarmónica de Munich
(vídeo FourthMovement)
Desde el mismo inicio queda clara la dicotomía temática, comenzando por el tema, y sus subtemas, de la salvación o del coro de peregrinos, que van surgiendo a modo de un Coral hasta el tutti orquestal con la hermosísima figura de los violines que aporta agilidad al canto coral. Poco a poco van desapareciendo de la orquesta merced a una elección instrumental especialmente afortunada con la sucesiva desaparición de atriles, para dejar paso al Venusberg y toda su carga de cromatismo y sensualidad (subtemas de la bacanal y las sirenas) que hace clímax en el motivo de Tannhäuser o Himno a Venus. Si se trata de la versión original de Dresde (1845) retorna el coral de los peregrinos a modo de redención para cerrar esta maravillosa obertura.
Escuchemos la lectura de dicha pieza, en concierto, a cargo de un gran director wagneriano de nuestro tiempo: Christian Thielemann con la Orquesta Filarmónica de Munich
(vídeo FourthMovement)
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