a mi excelsa novia,
coronada como reina del mundo...
Pues, sabes que
¡mi novia se llama Roma!
Sabemos desde muy pequeños que el futuro no está escrito (¿o sí?) pero que, siendo inasible, tiene una gobernanza (¡tan de moda!) que responde al nombre de destino (¡también conocido como dios de los mercados!). Pues el tal gobernador, siempre eficiente (¡no como MAFO!) con un sencillo quiebro, me llevó, tras una ausencia tan llorada como prolongada, hasta el Teatro Real de Mortier (¡qué bien suena!) para presenciar una ópera en concierto (sic) de Richard Wagner, repudiada por el propio compositor ¡!!! (sic, sic, sic) ... Por cierto, el regio teatro, además de subir precios ha dejado los programas de mano a la altura del bono-basura.
RIENZI era el último tribuno (de Roma) y así se llama la obra de don Ricardo, que cuenta con un libreto suyo basado en una novela de Edward Bulwer-Lytton, el inventor de la novela histórica, el hombre de la chica inapropiada. Un texto un tanto farragoso pero evolutivo; imposible como el de todas las óperas.
La partitura carece de estilo definido; huele a todo ¡incluso a Wagner! Se mueve entre la ampulosidad de la Grand Opera y el Verdi más popular, mientras apabulla con más heroísmo que tragedia con el omnipresente Coro que ejerce de narrador y actor, en actitud esquizoide. Si le añaden una orquesta casi siempre en tutti, casi siempre en ff, el efecto es demoledor: uno se siente de túnica vestido, laureada la cabeza y salvador de doncellas y capitales de la civilización...
Entre tanta efe y palabrería, más de vez en vez que de cuando en cuando, asoma el wagner del porvenir... En ciertos pasajes de la Obertura, y especialmente en la Plegaria de Rienzi del Acto Quinto, aparece ese lirismo místico, que como una espina dorsal, recorre todo el organismo wagneriano desde Lohengrin hasta Parsifal. Escuchen atentamente si no (¡es Windgassen!):
(vídeo OperaDepot)
Modo Crítico (conciso): función del 24 de mayo de 2012, triunfaron los Colonna...
Claudia Mahnke: un Adriano Colonna vigoroso e íntimo a la vez, flexible y hermoso.
Stephen Milling: Steffano Colonna de bella profundidad maligna y untuosa.
Andreas Schager: Rienzi de noble timbre, irregular en fiato y metal pero compasivo y creíble en su plegaria, de mejorable fraseo.
Anja Kampe: difícil cometido con el papel siempre crispado e inclemente de Irene, pero salió airosa, que no brillante.
Grandes primarios para unos co-primarios mucho más pedestres, entre los cuales cabe destacar la siempre solvente Marta Mathéu como Mensajero de la Paz (¡adelante, chica!).
Coro Intermezzo, coro titular del TR reforzado para la ocasión por el Philharmonia Chor de Viena: espectaculares, impactantes, imprescindibles...
La Orquesta titular, Sinfónica de Madrid, ofreció un sonido muy por encima de mis recuerdos, con unos metales en un estado de forma como nunca había escuchado; fue conducida con decisión y empuje por Alejo Pérez, escaso en paleta de matices, si bien es cierto que la partitura no concede tregua.
Vale, de acuerdo, no hubo la magia de la Traviata de Lisboa, ni el vértigo de la Prima de Riesgo (¡país!), pero ¿¡y lo que he disfrutado!?
3 comentarios:
también yo asistí el domingo pasado a ese Rienzi del joven Wagner,... basicamente coincido contigo, a no ser, porque el tenor algo me decepcionó en la tan esperada "plegaria", ¡no era Windgassen, no¡...
una pena no coincidir en el Real, a ver si el año que viene te animas y me avisas con tiempo.
par de besos
¿¡qué tal un Boris Godunov, pfp!?
besos a pares
buenísima elección, miramos fechas,
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