«He dicho que Dios le debe todo a Bach. Sin Bach, Dios sería un personaje de tercera clase. La música de Bach es la única razón para pensar que el Universo no es un desastre total. Con Bach todo es profundo, real, nada es fingido. El compositor nos inspira sentimientos que no nos puede dar la literatura, porque Bach no tiene nada que ver con el lenguaje. El sonido lo es todo. Bach compromete la idea de la nada en el otro mundo. Sin Bach yo sería un perfecto nihilista.»
Aunque para JS Bach, y para muchos otros, la Música no está obligatoriamente ligada a eventos precisos, pues es más bien un estado anímico, un sentimiento, no cabe duda de que el nacimiento de un niño siempre supone un motivo de celebración y alegría (salvo para Cioran) que puede convertirse en Música; más aún si el recién llegado viene, al menos para algunos, con una mayúscula en su primera letra.
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Así el gran Bach, profundo creyente, destinó un conjunto de Seis Cantatas para las celebraciones litúrgicas asociadas al nacimiento del hijo del dios cristiano; conocidas desde el XIX como Oratorio de Navidad BWV 248
Aunque de sobra conocido, y abundantemente representado en este Castillo, no quisiera dejar pasar esta nueva ocasión para sumergirnos en esa galaxia musical aprovechando una reciente interpretación en Dresde: un enclave señero del renacer en la conjunción de Música, Arquitectura y Naturaleza. En la Frauenkirche, símbolo de la capital sajona, el excelente nuevo director titular Christian Thielemann dirige a la maravillosa Sächsische Staatskapelle Dresden asumiendo el desafío de una interpretación moderna de la obra bachiana; acompañan el Coro de la Frauenkirche y cuatro solistas competentes.
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No se prodigan estas lecturas con orquestas que no sean de instrumentación original, y menos con criterios alejados de los cánones (nunca mejor dicho) historicistas. Más difícil aún resulta salir airoso del esfuerzo. Eso lo consigue Thielemann con su mensaje de poderío y solidez, en unas descomunales dinámicas y una pulsión arrebatadora, aún con querencias románticas, , delante de una orquesta con mayúsculas en todas sus letras, dotada de cuerdas radiantes y metales gloriosos, que espejean la enjundia de una música sin límites, interminable, infinita...
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Escuchemos la llamada de los timbales a las jubilosas trompetas del Coro que abre la Navidad “Jauchzet, Frohlocket, Auf, Preiset die Tage”, tomado del Concierto de Dresde, con fantásticos planos de la Frauenkirche:
Émile M. Cioran
Aunque para JS Bach, y para muchos otros, la Música no está obligatoriamente ligada a eventos precisos, pues es más bien un estado anímico, un sentimiento, no cabe duda de que el nacimiento de un niño siempre supone un motivo de celebración y alegría (salvo para Cioran) que puede convertirse en Música; más aún si el recién llegado viene, al menos para algunos, con una mayúscula en su primera letra.
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Así el gran Bach, profundo creyente, destinó un conjunto de Seis Cantatas para las celebraciones litúrgicas asociadas al nacimiento del hijo del dios cristiano; conocidas desde el XIX como Oratorio de Navidad BWV 248
Aunque de sobra conocido, y abundantemente representado en este Castillo, no quisiera dejar pasar esta nueva ocasión para sumergirnos en esa galaxia musical aprovechando una reciente interpretación en Dresde: un enclave señero del renacer en la conjunción de Música, Arquitectura y Naturaleza. En la Frauenkirche, símbolo de la capital sajona, el excelente nuevo director titular Christian Thielemann dirige a la maravillosa Sächsische Staatskapelle Dresden asumiendo el desafío de una interpretación moderna de la obra bachiana; acompañan el Coro de la Frauenkirche y cuatro solistas competentes.
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No se prodigan estas lecturas con orquestas que no sean de instrumentación original, y menos con criterios alejados de los cánones (nunca mejor dicho) historicistas. Más difícil aún resulta salir airoso del esfuerzo. Eso lo consigue Thielemann con su mensaje de poderío y solidez, en unas descomunales dinámicas y una pulsión arrebatadora, aún con querencias románticas, , delante de una orquesta con mayúsculas en todas sus letras, dotada de cuerdas radiantes y metales gloriosos, que espejean la enjundia de una música sin límites, interminable, infinita...
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Escuchemos la llamada de los timbales a las jubilosas trompetas del Coro que abre la Navidad “Jauchzet, Frohlocket, Auf, Preiset die Tage”, tomado del Concierto de Dresde, con fantásticos planos de la Frauenkirche:
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(vídeo meinhardo)
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Bach, Cioran y Dresde en el mismo post,
esta vez creo que he ido demasiado lejos...
Es igua, la Cultura es salvación,
y éstas son Fiestas para la FELICIDAD
esa misma que les deseo a todos.