El terrible hijo del negro Alberich protagoniza con su padre en Götterdämmerung -El Ocaso de los dioses- una de las más espeluznantes escenas de la historia de la ópera: "Schläfst du, Hagen, mein Sohn?" -"Estás dormido, Hagen, hijo mío?". La primera escena del segundo Acto que se abre desde las profundidades de la orquesta en un pasaje en negro, entre el Nibelungo enano recordando al arquetipo del mal absoluto su misión y su tarea: la muerte. La muerte del héroe, y la consumación del robo del Oro: el Anillo maldito.
Hagen quiere la aniquilación total, para ser el rey de los muertos. ¡Qué horrorosa esterilidad la del egoísta! ¡Qué espantoso destino el del que engaña, corrompe y mata por una idea excluyente, por la bandera del odio, por el culto a la materia sin vida! ¡Qué actual es Hagen!
-Ángel-Fernando Mayo-
Extraordinaria página para dos voces oscuras, profundas, cadavéricas - a la altura de los duelos de bajos de un Don Carlo o un Boris – que pasamos a escuchar en la versión de Josef Greindl –Hagen- y Gustav Neidlinger –Alberich-, dirige Joseph Keilberth - Bayreuth 1955:
6 comentarios:
!Qué oscuridad! Hasta las torres de tu castillo están ensombrecidas.
No dejes que influya esta profundidad en la belleza que tanto amas... aunque bellas también son esas voces que vienen a mostrarnos la parte más mezquina y más terrible que se señorea con la vida y la conduce a la muerte.
Gracias Barbebleue por esos contrastes que me golpean saviamente.
-¿quién heredará el poder de los Eternos?-
...
negro, muy negro
sensacional la versión que nos has colgado Barbazul. besos
Neidlinger y Greindl están lejos de ser dos estilistas, más bien todo lo contrario, pero transmiten la maldad intrínseca a este fragmento mejor que nadie.
Mirando a Klingsor. Ahora mismo no sé quién fue primero en la composición.
Hay que ver la ronda blogera de esta mañana de gris plomizo!
Acabo de dejar la desolacion de Sylvia Plath en el árbol de Glòria y ahora me encuentro con el negro e impresionante abismo de este estremecedor fragmento.
La interpretación estremece y esos malvados, hoy desgraciadamente ya no existen, me refiero a las voces, ya que la maldad intrínseca, sigue ahí instalada cómodamente por doquier.
Tendré que recuperarme con un rayo solar de optimismo.
Voy a seguir con la ronda bloguera, a ver si hay alguien que me saque del pozo.
Amigos, sigue el luto...
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