miércoles, 27 de octubre de 2010

Götterdämmerung: final de ciclo en A Coruña

Con las entradas agotadas hace semanas, y huecos evidentes en el graderío, el pasado sábado se puso broche de oro a esta Tetralogía anual que, en versión de concierto, fue edificada por Víctor Pablo Pérez y la Orquesta Sinfónica de Galicia. Si bien con la heterogeneidad que provoca tan dilatado espacio temporal, y la entendible discontinuidad en los principales papeles, el motor del evento a plazos se mantuvo brillante y estable: la OSG
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Naturalmente con este Ocaso de los dioses se ponía final por todo lo alto a esa cumbre musical : el Anillo del Nibelungo. La expectación en el Palacio de la Ópera de A Coruña fue máxima, así como fidelidad de todos los hooligans wagnerianos, cercanos y no tanto, entre los cuales me incluyo.
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Conviene comenzar esta crónica por el elemento aglutinador y fijo:
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La OSG es una centuria de primer nivel, tanto en conjunto, como por secciones, e incluso en primeros atriles; su sonido, compacto, brillante, homogéneo, delicado a la vez que poderoso, intenso y transparente; dúctil hasta el extremo de pasar de un belcantista a un mahler en pocas semanas con total adaptación. Y lo mejor de todo: su wagner suena a Wagner…
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Víctor Pablo Pérez
, su titular, es un director decantado hacia el heroísmo musical, la grandilocuencia, la vorágine y hasta el estruendo; su fuerte no es el lirismo, ni el matiz, y al que el rubato le es ajeno. Pero las texturas orquestales emergen: no es oscuro ni pesado. Inclinado hacia tempi rápidos, agitados, como en el Viaje de Siegfried por el Rin que parecía navegado por el héroe en un fuera borda; según transcurría la historia se fue serenando y cantando los pasajes más introvertidos: llegó a ser delicado en el relato de Waltraute, y recogido en la despedida vital de Siegfried, cuya Trauermarsch fue leída con solemnidad y emoción. En la gran escena final de la inmolación, supo mantener y medir las dinámicas para ganar el clímax último… y la redención.
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El Coro de la OSGJoan Company, director- estuvo decidido y compacto, no se requiere más…
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Hagen –Gidon Saks- el auténtico protagonista del Ocaso fue interpretado por una voz oscura y poderosa, profunda y untuosa, de un color negro con reflejos, acharolado, y con un fraseo histriónico que en sus apianados dramáticos, muy efectistas, obligaba a VPP a quitar efes de su discurso. Un Hagen creíble: real y temible, elegante y majestuoso en su maldad. Todo un actor de carácter…
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Brünnhilde –Linda Watson- la temible valquiria de los recientes Anillos de Bayreuth despertaba bastante prevención; su griterío vibrado era bien conocido a través de las ondas de radio desde el Festspielhaus. Bien, pues en directo, ese sábado, estuvo a muy buen nivel, y en gran oficio. Aún con ese característico vibrato, que no pasó de ligero y que fue controlado hasta la escena final, a cuya inmolación llegó con el agudo afilado, sano, sin griterío, atravesando siempre con soltura el estruendo orquestal. Aunque justa en la tesitura grave, dio muestras de moverse con eficacia en el papel de soprano dramática; además fue un plus verla vivir el personaje, sin partitura, con convicción y entrega.
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Siegfried –Simon O’Neill- ante todo decir que no estamos ante un Heldentenor, se trata de un lírico de gran fiato, de agudos seguros, sanos y poderosos, homogéneos, bien proyectados y sonoros; pero sin graves ni centro dramáticos, y con un metal que no va más allá del aluminio… Pero que en última instancia supo darle credibilidad –aguda- al héroe wagneriano, naturalmente mejor en los pasajes líricos, como en la despedida de la vida.
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Gunther –Ralf Lukas- un guibichungo de emisión forzada, algo vibrante, limitada pero noble. Suficiente para el personaje y para Bayreuth.
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Gutrune –Marta Matheu- joven soprano lírica de bello timbre y gran levedad, algo nerviosa, para un melifluo personaje. Mucho mejor aquí que en su cometido como tercera Norna.
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Alberich –Andrew Shore- otro cantante traído del Festspielhaus, su escaso papel fue dicho con mucho oficio pero con instrumento marchito.
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Pilar Vázquez, como Waltraute y segunda Norna, y Marina Rodríguez Cusí como primera Norna, estuvieron a buena altura. Así como las tres Hijas del Rin, Raquel Lojendio, Sandra Fernández y Anna Alàs, quienes además de cantar con gusto, reían especialmente bien.
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Gran éxito, bravos, y un halo de tristeza en la despedida…
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Como terapia: la escena de la inmolación en la mítica versión de Kna/56 con la inolvidable Astrid Varnay… las pinturas dedicadas de pfp... y ese hermosísimo motivo de la redención por el amor con que se cierra el ciclo:
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Las llamas van lamiendo
paulatinamente
la sala de los dioses.
Cuando éstos están cubiertos
totalmente por el fuego,
cae el telón.
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10 comentarios:

Joaquim dijo...

Ahora todo liga, con sana envidia, aunque añorando tanto a Varnay y a todos sus compañeros de la quinta del 56/57 y 58.
Gracias por ponernos los dientes largos.

pfp dijo...

no puede haber final más digno para los dioses...

un lujo participar en el montaje del youtube, miles de gracias.

Barbebleue dijo...

Incluso del 55 -o del 53-
¡Qué añadas, Joaquim!

Lo bueno siempre resulta breve: fueron seis horas que pasaron en menos de unos Pagliacci...

Barbebleue dijo...

Pilar, la dignidad en la muerte es patrimonio de los dioses; no pido más.

el lujo es para el youtube ese...

GLÒRIA dijo...

Fantástico el texto tan descriptivo de una música y unas voces y una maravilla la despedida tanto por escuchar a la sublime Varnay como por las personales y bellísimas pinturas de pfp.

Barbebleue dijo...

Glòria: fantástico es Wagner... y pfp (los creadores)

Titus dijo...

Vaya, tenía esperanzas en el heldentenorismo de O'Neill. Seguiremos buscando.

Por lo demás, me alegro de que disfrutaras de esta tetralogía, que seguro que se te ha hecho hasta corta.

Barbebleue dijo...

Titus, desde luego con O'Neill pierde toda esperanza...

Josefina dijo...

!Una preciosidad, Barbebleue! Y la sorpresa de las pinturas de Pilar,
que son maravillosas... Bueno, que he disfrutado mucho, no me lo esperaba que es cuando mejor llega al corazón...
Gracias.

Barbebleue dijo...

Gracias, Josefina... directo al corazón desde la belleza.