martes, 9 de febrero de 2010

Lyrische Suite: un secreto

“Seis piezas más bien cortas, de un carácter más lírico que sinfónico” (Berg)
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Contrastando con el excesivo almibaramiento melódico de Rimski, nos damos un paseo musical por la atonalidad, a través de la hipersensibilidad expresionista del más genial miembro de la denominada Segunda Escuela de Viena: Alban Berg (1885-1935). Un músico complejo, sensible, elaborado, lírico, tradicional y moderno… esencial.
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De su escaso e imprescindible catálogo nos detenemos hoy en una partitura clave del siglo XX: la Suite Lírica. Escrita entre 1925-1926 consta de seis movimientos, originalmente para cuarteto de cuerda, aunque posteriormente transcribiera tres de ellos para orquesta de cuerda. Fue dedicada a Zemlinsky, rememorando su Sinfonía Lírica, de quien toma prestado el adjetivo, la estructura en seis partes, así como alguna cita musical. Pero que, en cuya génesis y en su simbolismo serial, hoy se sabe que late el amor secreto y epistolar hacia Hanna Fuchs, o tal vez siguiendo a Adorno “Berg no escribió la Suite Lírica por amor a Hanna Fuchs, sino que amó a Hanna Fuchs para poder escribir la Suite Lírica”
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Con esta partitura Berg continúa experimentando con el dodecafonismo serial, si bien manteniendo esa ambigüedad estilística tan propia, que le permite unificar en una misma obra (ésta misma) elementos dodecafónicos no seriales, serialismo dodecafónico y recursos de jerarquía tonal.
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La Suite Lírica se estructura en tres movimientos rápidos intercalados de otros tres lentos, con la particularidad de que aquéllos tempi van evolucionando a más rápidos, y éstos cada vez a más lentos: allegretto-allegro-presto – andante-adagio-largo; proponiendo además un carácter que evoluciona desde el giovale inicial hasta el desolato final, pasando por el amoroso, appassionato, misterioso y delirando ¡Cuán atractivo!
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Para las ilustraciones sonoras he elegido dos movimientos lentos, con sus correspondientes versiones para cuarteto y orquesta, para que cada paladar pueda escojer entre la más cortante y expresiva, o la más redonda y acogedora, pero todos con Egon Schiele al frente:
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II. Andante amoroso: un rondó de escritura dodecafónica no serial, que conlleva un tema de doce notas, ligeramente variado, de carácter juguetón, dinámico, proporcionado…
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Cuarteto Lasalle
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Orquesta Filarmónica de Viena- Claudio Abbado
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IV. Adagio appassionato: un nocturno de forma muy libre, no serial, que atrapa por la escritura muy oprimida en su instrumentación; un movimiento lírico, esforzado, ceñido, inquieto, y donde se cita la Sinfonía de Zemlinsky.
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Cuarteto Lasalle
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Orquesta Filarmónica de Viena - Claudio Abbado

6 comentarios:

Allau dijo...

Llevo años hincándole el diente a la Segunda Escuela de Viena (mi dentista me lo agradece cada vez que lo veo), pero la verdad es que me lo has puesto muy atractivo, blandito y apetecible.

pfp dijo...

esta música que nos traes hoy, me parece una liberación, como hacer dieta "sana" después de un atracón de turrones en Navidad (Rimski Korsakov)... no sé si soy capaz de pillar toda su belleza, ni tan siquiera la pasión del Adagio(quizá en contraposición a la obra de Egon Schiele)... más bien he percibido incertidumbre y sobretodo, verdad.

las dos versiones son extraordinarias,para mí no son comparables, la Filarmónica envuelve, acoge... pero la versión cuarteto, es maravillosa, la música suena todavía más pura, más verdadera

Barbebleue dijo...

Allau, con doce notas, puré de música

Tiene razón Sra. del formato, la verdad está en el cuarteto.

Titus dijo...

Mi PC debe tenerle manía a tu blog, porque cada vez que entro se ralentiza, y cargar los vídeos para poder escucharlos de un tirón me lleva toda la tarde. Pero por fin, tras varios días, he escuchado todas las piezas en sus dos versiones. Yo también me quedo con el cuarteto, a esta música no le hace falta más para funcionar.

GLÒRIA dijo...

Yo también me quedo con el cuarteto. Es un tipo de música con enigma. No aparece Schiele en mis visiones sinó sombras inciertas.
¿La pintura en la que se ve a Berg es de Schöenberg?
Me duele que de repente, señor del castillo, llame excesivamente almibarado a Rimsky. Cada uno a lo suyo. No son comparables y Vd. lo sabe pero sí son del todo contrastables.
He pasado un rato estupendo e instructivo. Agradecida.

Barbebleue dijo...

Cuánto lo siento, Titus. Tal vez demasiada información... ya me irás diciendo (a mí se me cargan rápido)

Gloria, no se duela... era una licencia contrastante. Si no me gustase no estaría en el blog. Sí, el retrato es de Schönberg.