Los recuerdos son impactos sensoriales que se graban indelebles en algún lugar de nuestra mismidad, por razones casi siempre desconocidas. Con el tiempo suben a la superficie consciente para refrescar y acompañarnos, superando el filtro que nos protege del dolor. Y si hay un sentido poderoso, ése es el olfato. Los recuerdos olfativos son de una intensidad e inmediatez asombrosas.
Llevo conmigo un potente impacto perfumado, un aroma de mi
niñez. No, no se trata de un jabón, sino de una idea olfativa muy compleja e
indefinible, rica y atractiva, placentera, nutritiva.
Es el olor a casa antigua de altos techos y escaso espacio horizontal,
perdido entre infinidad de muebles auxiliares, catálogo de generaciones. Olor a casa antigua de inmensos cortinones de terciopelo que
visten ventanas pequeñas de finos visillos, suavizando el sonido de la madera
vieja. Olor a casa antigua con sala de visitas colmada de asientos; sillas
cuya función decorativa se evidencia en su propia fragilidad. Olor a casa antigua
con señora mayor, muy mayor a los ojos infantiles; empequeñecida por los años y
recostada en un imprescindible sillón orejero. Siempre molesta por la
insaciable curiosidad infantil, esa desasosegante inquietud que todo lo mira y
todo lo toca; temerosa de que se quiebre
un débil hilo invisible, un último refugio cuando la vida son ya solo objetos.
Un aroma de visita forzada por el compromiso; atractiva por
el íntimo misterio de la maravilla de multitud de diminutos enseres, cada uno
con su carga de historias y su obsoleta liturgia, que tapizan cualquier
superficie útil, como caídos de una nube fragante.
Sin duda ese perfume inolvidable era la mixtura de una casa
y mil vivencias, de pieles, roces, besos y palabras, de felicidad y dolor
evaporados: Algo en el Aire. En algún momento, por desgracia, una cafetera rompía con su obscena
plenitud la magia de aquel aire impregnado de fantasía…
Al marchar, atesorando en mi interior tantas sensaciones, ya deseaba volver, haciendo planes para
abrir tal o cual cajón, o visitar aquel rincón inaccesible, y descubrir nuevas
experiencias que reforzasen el placer sensorial.
En la calle, huérfano ya de aromas, me entretenía en afinar el oído y rebuscar en los bolsillos; Van Morrison venía de publicar su tercer álbum, moondance, que contenía joyas como Into the Mystic:
(vídeo easylyricsorg344)
We were born before the wind
Also younger than the sun
Ere the bonnie boat was won as we sailed into the mystic
Hark, now hear the sailors cry
Smell the sea and feel the sky
Let your soul and spirit fly into the mystic
...
2 comentarios:
hay recuerdos que merecen ser recordados y compartidos, gracias barbazul,
... y al generarlos, nos ubican en el tiempo; y al compartirlos, nos sitúan en el espacio. gracias pfp.
Publicar un comentario