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Der Lindenbaum
FORMATO: LIBRO (24 páginas)
TÉCNICA: ACRÍLICO SOBRE PAPEL, 21X30cm
JUNIO 2011
¿Puede alguien no amar a un árbol?
Carencia absoluta de sentimiento y anhedonia.
Otra pregunta: ¿es posible dejar de sorprenderse ante un ejemplar?
Respuesta aproximada: no, no resulta posible para una mente todavía viva.
Un edificio orgánico de tal magnitud y misterio, un monumento escultórico renovador y eficiente, un despliegue arquitectónico clásico y moderno, no puede dejarnos indiferentes; cualquiera que sea su especie o cultivar, porte o hábito, siempre es una fiesta.
Y no es tan solo, que no es poco, por su estructura física. Una columna cuyo basamento se hunde en la tierra que lo engendró, buscando sustento en su doble acepción; cuyo fuste expansivo se adorna de la personal piel del entorno y de la edad; y cuyo capitel, amplio, variado, voluble, embellece y acoge, respira y refresca, abraza y apela (en la llamada de tus ramas, me sereno), y en muchos casos nos guía en el cambio estacional.
El asombro también es deudor de su labor emocional, de su función de acogimiento, de su poder de protección; bajo él nos sentimos amparados, de la lluvia y del sol, de la desolación y el desaliento...
Así lo ha visto y sentido, personificado en la majestuosidad del Tilo, el poeta Wilhelm Müller (1794-1827) y así lo ha musicado, con la exactitud de la poesía, Franz Schubert en el quinto y popular lied de su último ciclo Die Winterreise D 911 (Viaje de Invierno): Der Lindenbaum ¡cuán hermoso y musical resulta su título en el idioma de Goethe!
Este lied se convierte en el más acogedor y confortador de todo el trágico y pesimista ciclo invernal. El viajero tiene un confidente, un acompañante en modo mayor, un refugio en tresillos... ¡No perdamos la capacidad de admiración! aún en medio del crudo invierno.
En torno a la fuente, cerca del portón,
Está un árbol de Tilo
Yo he soñado bajo su sombra,
Tan dulces sueños.
Y he tallado en su corteza
Muchas palabras amorosas;
Siempre me siento atraído hacia él,
Sea que esté alegre, o triste.
Hoy debí pasar cerca suyo
Cuando moría la noche,
Y aún en la oscuridad,
Debí cerrar mis ojos.
Y sus ramas susurraron
Como si me estuvieran llamando
"Ven hacia mí, querido amigo,
Aquí encontrarás tu paz!"
Un viento frío sopló
Directamente sobre mi rostro;
Mi sombrero voló de mi cabeza,
Y no regresó.
Ahora, me encuentro muchas horas
Distante de aquél lugar;
Pero aún escucho el murmullo:
"Aquí encontrarás la paz!"
Retoña de nuevo en la inmortal voz de Dietrich Fisher-Dieskau, un hito de la tesitura baritonal recientemente desaparecido ¡a su mayor gloria, Maestro!, y en las manos de Alfred Brendel:
(vídeo mychinamusic)
Agradecimientos: a todos los artistas colaboradores, Müller, Schubert, Fischer-Dieskau, Brendel, pfp, y a todos los árboles del mundo...