En el registro más bajo del viento-madera habita un instrumento de excepcional fisonomía y preciosa sonoridad: el fagot, y su relativo una octava más grave, el contrafagot.
El fagot adquiere entidad propia durante el siglo XVII, al parecer derivado del dulcián. Nacido para reforzar el bajo continuo, pronto toma presencia importante y estable en la orquesta de ese mismo período. En el XVIII se alza con un papel predominante, tanto como instrumento acompañante como solista, con abundante literatura concertística de firmas señeras como JS Bach, GF Händel, GP Telemann o A. Vivaldi.
Muy valorado durante el Clasicismo, en las obras de Mozart o Beethoven, disfruta de una gran evolución técnica durante el siglo XIX, estando muy presente en autores como CM von Weber o E. Elgar. Llega pletórico y afianzado al siglo XX de la mano de maestros como Richard Strauss.
Registro amplio y sonido grave aterciopelado le siguen manteniendo como un imprescindible en todos los géneros y estilos musicales.
Disfrutemos del Concierto para fagot y orquesta en si bemol mayor K.191 escrito por el genial WA Mozart, con el gran instrumentista Klaus Thunemann: