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La gran Misa de JS Bach, ese edificio de una vida para la eternidad, supuso uno de los hitos musicales del actual Festival Xacobeo clásico. En el abarrotado y coqueto Teatro Colón de A Coruña, el pasado martes, Sir John Eliot Gardiner, sus excelentes English Baroque Soloists, y su excelso Monteverdi Choir, edificaron dicho coloso tal cual un prodigio, un milagro, algo sobrenatural. Con una tensión dramático-afectiva que realzaba su inmanencia (palabra de Gardiner, perdóname Sir) y una belleza sonora fuera de lo común, las lágrimas no resultaron vehículo suficiente ni adecuado para el asombro y la emoción.
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Sir John, con una acertadísima decisión de interpretar la obra sin pausas, optó por una lectura amplia, extrovertida, generosa en la proyección, expansiva, pero anclada en tierra por una precisión contrapuntística que rozaba la perfección en la exactitud matemática, y la sempiterna tranquilidad que proporciona el uso del bellísimo
ritornello marca de la casa. Para la majestuosa polifonía bachiana contaba con el sensacional
Coro Monteverdi, que viene a ser como el mejor coro del mundo pero sin el “
como”; un aluvión de voces que comprometía nuestra natural esterofonía, y donde se asentaba y descomponía el Universo: el
aire de las sopranos, el
agua de contraltos, el
fuego de los tenores, y la
tierra de los bajos. Un escalón por debajo, o dos, estuvieron las voces solistas emanadas del propio coro; cumplidoras pero sin sublimidad, mejorando según descendíamos de tesitura.
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Excelentes los
English Soloists, de sonido líquido, pleno, límpido y exultante; dócil y fluido en lo
recogido, desatado y brillante en lo "
éclatante". Repujados, además, por unos primeros atriles sensacionales: el bellísimo
oboe d’amore de Michael Niesemann, la acariciante trompa de Anneke Scott (
en su única aparición obligada) o la preciosa sonoridad de la primer violín, Kati Debretzeni. Por no hablar de la contundencia y musicalidad del
continuo...
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La experiencia de escucha se convirtió en algo inmaterial, inmersos en esa catedral de sonidos que te supera por elevación. Nunca la música cumplió tan bien su papel: la Emoción.
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Contrasta esta interpretación con la que hace casi dos años nos ofreció y grabó
Marc Minkowski en la iglesia de San Domingos de Bonaval durante el
Festival Via Stellae 2008. Aquella fue una lectura introvertida, serena, recogida, austera, contenida, favorecida por la elección de dos voces por parte.
La Belleza del Contraste.
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La
Misa en si menor BWV 232 es una obra ciclópea, enciclopédica, un auténtico manual de estilo, desarrollada a lo largo de su vida durante tres períodos 1724 – 1733 – 1747/1749, comenzando por el Kyrie y el Gloria para la entronización de Augusto III de Polonia, retomando el Sanctus desde una obra de 1724, y completando el
Ordinario en sus últimos años. JS Bach nunca llegó a escuchar una ejecución completa pues hasta 1859 no se produjo. Una partitura polifónica y contrapuntística que bebe en los maestros medievales alemanes y se lanza hacia un futuro no alcanzable.
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I. KyrieKyrie eleison I: se abre en un triple llamamiento coral, poderoso, que da paso a la fuga a cinco voces.
Christe eleison: sereno dúo de sopranos y cuerda. Quietud.
Kyrie eleison II: coro a cuatro voces para una estética antigua, modal, renacentista:
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versión Minkowski
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II. Gloria
Gloria in excelsis Deo: jubiloso coro a ritmo de danza con trompetería.
Et in terra pax: atmósfera de paz en un ritmo más lento.
Laudamus te: emotivo diálogo de violín y soprano, a modo de plegaria y en forma tripartita:
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versión Herreweghe
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Gratias agimus tibi: un ricercare a cuatro voces basado en la Cantata BWV29 de gran fervor, que será recogido en el número final.
Domine Deus: flauta, tenor y soprano, con un continuo en pizzicato
Qui tollis: ornamento de flautas para una serenidad a cuatro voces.
Qui sedes: contralto y oboe d’amore dialogan en una atmósfera melancólica:
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versión Koopman
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Quoniam: bajo y trompa obligada, para un aria majestuosa.
Cum Sancto Spiritu: preludio y fuga a cinco voces.
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III. Credo
Credo in unum Deum: solidez gregoriana
Patrem Omnipotentem: brillante página de diálogo de tres voces con la tesitura más baja.
Et in unum Dominum: juego de soprano/contralto con acompañamiento de oboe d’amore.
Et incarnatus: cromatismo a cinco voces.
Crucifixus: una chacona dolorosa con bajo ostinato.
Et resurrexit: exultante coro con trompetas
Et in Spiritum Sanctum: aria pastoral de bajo con dos oboes d’amore
Confiteor: motete a cinco voces
Et expecto: alegría desatada para el final de Credo con trompetas y timbales:
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IV. Sanctus
Sanctus: en forma de preludio y fuga de carácter recogido
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V. Hosanna, Benedictus, Agnus Dei
Osanna I: brillante doble coro en forma fugada
Benedictus: aria bipartita para tenor acompañado por flauta:
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versión Christophers
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Osanna II: retoma el número homónimo
Agnus Dei: dolorosa y sincopada aria de contralto y violines, a modo de oración:
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versión Stutzmann-Minkowski en SdC
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Dona nobis pacem: coro final a modo de acción de gracias.