martes, 8 de enero de 2008

Álbumes de una vida (2): "A la memoria de un ángel"

Alban Berg: Concierto para violín y orquesta
Arthur Grumiaux, violín
Orquesta del Concertgebouw
Igor Markevitch, director

Este disco significó mi primer encuentro con el dodecafonismo en general y con Berg en particular. Músico que, desde ese mismo momento, pasó a encabezar mi personal catálogo de preferencias. El descubrimiento personal de una nueva estética musical lista para su disfrute: Wozzeck llamando ya a mi puerta.

Contiene una grabación del Concierto en versión íntima, recogida, de lirismo introspectivo, la más contenida en emociones junto con la de I. Stern/Boston SO/Munch, ambas en las antípodas de la desagarradora y expresionista lectura de H. Szering/RAI/Ceccato.

Superadas a día de hoy en mis preferencias por otras lecturas que se sitúan en posiciones más intermedias:

A-S Mutter/NY Phil/Maazel: versión extrovertida, poderosa, dotada de la pulsión magnética del sensacional sonido del violín de Anne-Sophie. Memorable resulta su hiperaguda nota final mantenida.

H.P. Zimmermann/NDR/von Dohnányi: espléndida de sonoridad y técnica en el solista, concertado con una desatada orquesta.

I. Perlman/ NY Phil/Metha: más contenida y queda pero con un lirismo a la altura de la magnificencia del sonido y a su poderoso poder expresivo.

Apuntes sobre la obra:

Poco podía suponer Alban Berg cuando en 1935 recibió el encargo de componer un Concierto para violín, que el motor motívico de su obra iba a ser un luctuoso suceso. La joven hija del segundo matrimonio de Alma Mahler, fallecía tras una despiadada enfermedad a la temprana edad de 18 años. Manon Gropius, bajo el evocador nombre de un ángel, sería la dedicataria del concierto que se convertiría también en el canto del cisne del propio compositor.

Berg ha sido el más lírico de los dodecafonistas clásicos. Su expresividad fielmente serial estuvo constantemente suavizada por el acertado uso de la consonancia, a modo de puente tendido con la tonalidad, que le ha encumbrado como el más accesible integrante de la denominada Segunda Escuela de Viena. Esa ha sido su voz y su legado: una música que aparece como la más humana haciendo diana en el corazón

El intenso Concierto para violín está estructurado en dos partes integradas por dos movimientos cada una. Los dos primeros son descriptivos de la personalidad y carácter de la joven, el tercero retrata con angustia la enfermedad y muerte de Manon, y el cuarto supone el celestial réquiem por su alma, la oración:

- Andante: ligero y ensoñador, tiene forma tripartita A – B – A, mostrando el uso maestro por parte del compositor de algunos recursos del arte dodecafónico: inversiones, aumentaciones, disminuciones, imitaciones, … Contrapunto, en suma. Introduce directamente al:

- Allegretto: también en el modo ternario, tan caro a Berg, es un scherzo con dos tríos. El primero sobre un ritmo de vals y el segundo basado en una melodía folclórica carintia, lugar donde residió el músico durante la composición. Sugiere la visión vitalista y jovial de la malograda joven.

- Allegro: este movimiento que inicia la segunda parte es tremendamente desgarrador y angustioso hasta desembocar en el trágico clímax final de una vida. Final ya presentido desde el violento grito del primer acorde orquestal amplísimo, respondido por los timbales. Escrito también en forma ternaria A – B – A, el primer “tema” lleva en sus entrañas un ritmo pertinaz a modo de implacable destino, y el segundo introduce ya, en inversión, el motivo del coral del último movimiento. Tras la reexposición del primer tema, Berg hace estallar el clímax musical y vital. Y tras una transición maestra, marca de la casa, se abandona en el:

- Adagio: es la paz espiritual tras la tragedia, el remanso eterno. Para ello utilizó como tema un coral de Bach “Es ist genug” de la Cantata BWV60. Tras su presentación en el solista, lo retoma la orquesta comandada por los clarinetes, lo trata a continuación en dos variaciones, un misterioso presentado un lamento en el violín, y un adagio, en inversión, hasta el majestuoso clímax espiritual. Reaparece la melodía popular carintia para finalizar en una doliente coda que se extingue en el violín con un sol cuatro octavas por encima del do central.

“¡Es suficiente!
¡Señor, si ésta es tu voluntad,
Dame el descanso eterno!”


Concierto parte II movimientos 3 y 4 : Allegro - Adagio (14' 20'')

PS1: cualquiera de las grabaciones señaladas están disponibles a demanda.

PS2: la ilustración musical sufre de algunos chasquidos de fondo pues ha sido transferida desde un LP a nivel doméstico.

5 comentarios:

Joaquim dijo...

Este increíble concierto lo descubrí apasionadamente gracias a una fantástica novela de mi autor favorito en catalán, que se llama Jaume Cabré y cuyo leitmotiv es este concierto. La novela en cuestión se llama La Sombra del Eunuco (L’Ombra de l’Eunuc) y como todas las suyas me tiene obnubilado.
Es tal la fascinación del autor por esta obra, que me hizo entrar unas ganas enormes de conocerla. Compré la versión de Isaac Stern con Bernstein, que no sé si es la mejor opción.
Ahora al leer y escucharlo otra vez, me han entrado ganas de escucharlo entero (lo hago súbito) y de releer la novela. Esto es más difícil teniendo en cuenta la larga pila de libros que están a la espera de la primera lectura.

Vissi d'arte dijo...

Bastante magnético...todos los conciertos para violín que conozco me gustan, y creo que este no es una excepción, aunque tengo que darle un poco más de tiempo.

Gracias Barbebleue! :-)

Nina dijo...

Vaya, gracias, voy a "descubrirlo", a veces me centro tanto en la ópera que me olvido del resto! Gracias.

Titus dijo...

Confieso que siempre he creído que este concierto me superaba, que no era capaz de extraer la belleza que hay en él. Quizá haya llegado el momento de intentarlo de nuevo.

Joaquim dijo...

Se me olvidó comentar que el concierto se estrenó mundialmente en el Palau de Música Catalana el 19 de abril de 1936